Diferencia entre revisiones de «Archivo:Espana Epidemias-de-peste-en-los-siglos-XVI-y-XVII 1596-1676 mapa 14000 spa.jpg»

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Autor	Atlas Nacional de España (ANE)
Anchura	1555 px
Altura	1141 px
Bits por componente	8 8 8
Composición de pixel	RGB
Orientación	Normal
Número de componentes	3
Resolución horizontal	150 ppp
Resolución vertical	150 ppp
Software usado	Adobe Photoshop CS5 Windows
Fecha y hora de modificación del archivo	15:33 7 mar 2019
Versión de Exif	2.21
Comentarios de usuario	Durante los siglos XVI y XVII, la Península Ibérica se vio afectada por diferentes epidemias de peste, que fueron uno de los elementos más claros y evidentes de la mortalidad catastrófica. A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, se produce el que probablemente sea el brote de peste más grave desde la Peste Negra. Esta enfermedad, acontecida entre 1596 y 1602, no fue la causa principal del retroceso demográfico de estos años, sino la manifestación más evidente de un proceso que se fue gestando en los últimos veinticinco años del siglo XVI. La entrada de esta peste “atlántica” se produjo por Santander. Además, estuvo relacionada con una fuerte crisis agrícola que favoreció el impacto en la población de esta enfermedad. Por tanto, hambre y enfermedad se convirtieron en dos elementos de una misma realidad. A ello, se unieron algunos brotes de tifus, que también impulsaron el que la peste afectase de una forma más virulenta. Las dos zonas más afectadas por la peste de 1596 fueron la fachada cantábrica y la región central de la Península (Valladolid, Ávila, Segovia, Madrid o Toledo). Entre ambas zonas se delimitó otra región afectada, que se enmarcaría en las provincias de Burgos y Palencia, zona que servía de enlace entre el brote de la parte norte y el de la franja central de la Península. Menos importancia tuvo la epidemia en Asturias y Galicia o en el marco mediterráneo de Valencia, donde las evidencias de la enfermedad fueron menores. La peste también afectó a lugares de Extremadura, Andalucía (sobre todo en su parte occidental) y Portugal. Sin embargo, los procesos epidémicos de este último sector probablemente tuvieron más que ver con los brotes existentes en gran parte de la fachada atlántica durante este mismo período. Es más, durante estos años, la peste abandona en cierta medida su centro tradicional, el Mediterráneo, y pasa a situarse en la banda central y atlántica europea. La intensidad de esta peste la coloca entre las grandes epidemias europeas de los tiempos modernos, aunque no fuese tan catastrófica como otros brotes producidos en Italia, Inglaterra o Francia. La cifra total de mortalidad de este brote epidémico debió de alcanzar las 600.000 víctimas. Además de los efectos demográficos y económicos de esta epidemia, también hay que considerar los psicológicos, ya que el brote de 1596 se encontró con una Castilla deprimida y agotada, que vio en la virulencia de esta peste un auténtico castigo divino. Precisamente, esta fue una de las explicaciones principales y más tradicionales de la peste en la época moderna. Aunque era común encontrar alusiones al efecto de los astros como fuente de explicación de la epidemia, también se contemplaban otras causas como la infección aérea por los cuerpos muertos, sobre todo humanos, el contagio por la contaminación del agua o por una mala alimentación y los problemas que producía la ropa infectada.Otro brote de cierta virulencia fue la epidemia de 1647, que llegó a Valencia y se extendió a Murcia, haciendo temer su posible desarrollo en la zona central de Castilla. Tras su difusión por Andalucía, el temor por la presencia de la peste fue evidente en la región interior. En Madrid se estableció un cordón de seguridad hasta octubre de 1649, puesto que en el verano de ese año ya se había puesto de manifiesto la extensión de la enfermedad por gran parte de Andalucía. A pesar de todo, la peste no llegó al interior, pero si a algunas zonas de Aragón (en especial en Zaragoza) y Cataluña entre 1650 y 1652. Desde allí, la peste se difundió en los siguientes años por los territorios españoles mediterráneos (Cerdeña y Nápoles).El último gran brote de peste del siglo XVII se produjo entre 1676 y 1685, distribuyéndose por zonas de Andalucía y Murcia (Cartagena), aunque las cotas más altas de mortalidad se alcanzaron en 1684.En conclusión, las epidemias de peste producidas en la Península Ibérica entre los siglos XVI y XVII tuvieron un papel muy destacado en el aumento de la mortalidad catastrófica y en el retroceso demográfico que se fue gestando durante ambos siglos aunque, sin duda, no fueron ni mucho menos el único factor de una realidad tan compleja como la general crisis peninsular de unas consecuencias tan negativas (al mismo tiempo causa y resultado), para el desarrollo de la población española.
Espacio de color	Sin calibrar
Fecha y hora de la digitalización	14:17 28 may 2018
Fecha en la cual fueron modificados por última vez los metadatos	16:33 7 mar 2019
Id. único del documento original	uuid:d5651b69-e7cc-44d3-9c4d-938459802113
Título breve	España. Epidemias de peste en los siglos XVI y XVII. 1596-1676. Mapa
Palabras clave	epidemias en la edad moderna
Versión IIM	35 783