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El mapa que representa el porcentaje de empresas de cada municipio de España que quedó encuadrado en alguna de las actividades definidas como esenciales refleja de manera muy precisa la trascendencia de estas ramas económicas. Los datos disponibles indican que el 67,3% de las empresas y el 74,1% de las personas empleadas en España operaban en actividades que, total o parcial- mente, fueron clasificadas como esenciales.
 
Pero ese promedio es ampliamente superado en extensos territorios poco poblados de las provincias de Teruel, Huesca, Cuenca, Soria, Lugo, Zamora y Palencia que, junto a Lleida y Almería, son las únicas que superan el 75% de empresas esenciales. Segovia, Ávila, Salamanca y Jaén rebasan el 72%. En el extremo opuesto, por debajo del 65%, se encuentran las tres provincias vascas, Alicante, Málaga, Illes Balears y las dos ciudades autónomas.
 
Las actividades esenciales tienen, pues, una fuerte representación en la economía de los territorios más integrados en las cadenas de valor agroalimentaria o energética; en muchas de estas provincias, además, la proporción de empleo público es también significativa. La menor presencia relativa de las actividades esenciales en las áreas más urbanizadas del país, muy evidente en el mapa, se debe a la mayor diversificación de sus economías, pero también pone de relieve que la ciudad continúa dependiendo del espacio rural para cubrir sus necesidades más elementales.
Debido a estas diferencias sectoriales, el impacto económico de la primera ola de la pandemia ha sido muy desigual territorialmente, en función de las especializaciones regionales. Así, como muestra el mapa de ''Población ocupada durante la primera ola de la pandemia'' en comparación con el mismo trimestre del año anterior, las provincias más afectadas, con descensos superiores al 10%, han sido aquellas cuya economía es más dependiente del turismo y la hostelería, como Santa Cruz de Tenerife, Illes Balears, Alicante, Almería, e incluso puede que León; así como aquéllas en las que la construcción tiene un peso importante como Guadalajara. Por el contrario, la crisis pandémica ha tenido un menor impacto en la población ocupada en algunas provincias debido, entre otras razones, a una menor dependencia de los servicios y un mayor peso de la agricultura e industria agroalimentaria, como Ávila, Palencia, Lleida, Soria o Huesca o al dinamismo de la industria cerámica en Castellón. En algunas provincias, la población activa incluso ha aumentado ligeramente como en Ávila, Palencia y Castellón.
 
Este descenso de la ocupación está relacionado con la desaparición de un 5,6% de las empresas inscritas en la Seguridad Social. Las comunidades autónomas más afectadas han sido Illes Balears (-10,6%), Canarias (-7,7%), Andalucía (-6,4%) y Extremadura (-6,3%). El descenso ha sido mucho menor, por el contrario, en el País Vasco y Navarra, con una reducción en el número de empresas menor al 4%. La causa de estos contrastes es, además de la especialización sectorial ya mencionada, el tamaño medio de las empresas, ya que las de mayor tamaño han contado con mayores recursos para mantenerse activas.
1985
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