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Trabajo

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Un elemento especialmente significativo del mercado de trabajo español, junto a unas tasas de paro tradicionalmente elevadas, es la persistencia de tasas relativamente bajas de actividad, al menos en relación con lo que es habitual en los países más desarrollados de Europa. Las menores tasas de actividad se encuentran en los territorios más envejecidos, algo muy claramente visible en la frontera con Portugal y en otras provincias en las que la persistencia histórica de una elevada emigración y una baja natalidad y fecundidad han conducido a estructuras demográficas con una muy escasa presencia de los grupos de edades activos laboralmente. La tasa de actividad solo alcanza valores algo más elevados en Madrid y su entorno metropolitano (Guadalajara, Toledo), el País Vasco y su entorno más inmediato (Cantabria, Burgos, La Rioja, Navarra), Zaragoza, el litoral mediterráneo entre Girona y Almería, Sevilla, Málaga y los dos archipiélagos. El hecho metropolitano, la inmigración, la juventud demográfica y el mayor dinamismo económico (industrial o turístico) se conjugan en diferentes grados y formas en cada uno de estos territorios para explicar su mejor nivel de actividad.
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En este ámbito resulta también relevante que el nivel de cualificación de las mujeres ocupadas es significativamente superior al de los hombres ocupados: en 2017, para el conjunto de España, el 42,3% de las mujeres ocupadas tenían estudios superiores, frente al 37,6% de los hombres ocupados. Esto ocurre en todos los casos y en regiones con muy diferente nivel de desarrollo, pero es precisamente en las regiones con menor nivel de desarrollo y mercados de trabajo menos dinámicos donde este contraste de cualificaciones es mayor: Murcia, Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León. En estos casos, se deja sentir la mayor importancia relativa dentro de los mercados de trabajo regionales del empleo altamente cualificado encuadrado en la administración y los servicios públicos, en los que la presencia de mujeres es especialmente relevante.
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Por comunidades autónomas, cabe señalar el peso de estos trabajadores en Cataluña, especialmente en la provincia de Barcelona, la Comunidad de Madrid, Andalucía y la Comunitat Valenciana. La variación del número de trabajadores extranjeros afiliados entre 2007 y 2015 permite apreciar la pérdida durante el período de crisis en todas las provincias, excepto en Huelva, Almería, Gipuzcoa y Bizkaia. Las provincias con pérdidas de población trabajadora extranjera más acusadas son León, Teruel, Albacete, Toledo y Ávila, no sólo por la emigración de retorno, sino también por la emigración hacia lugares con mayores posibilidades de encontrar empleo, como la costa mediterránea, con empleo vinculado al turismo, o la capital de España.
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