Diferencia entre revisiones de «Discusión:Evolución de la representación cartográfica de España»
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La representación de España ha participado, desde de sus inicios, del desarrollo cartográfico liderado desde Europa Occidental. En las primeras relaciones de medidas astronómicas de posiciones terrestres realizadas por Ptolomeo, en los albores de la era cristiana, aparecen puntos y asentamientos en la península ibérica. Los navegantes, en el Mediterráneo del medievo, construyeron y consignaron los perfiles costeros en cartas náuticas y cartas de navegación. Posteriormente, la revolución de la imprenta y la era de los descubrimientos coincidieron con la época de mayor apogeo del imperio hispánico, lo que propició la mejora del conocimiento de la posición geográfica de España en el mundo y la difusión de su representación.<br> | La representación de España ha participado, desde de sus inicios, del desarrollo cartográfico liderado desde Europa Occidental. En las primeras relaciones de medidas astronómicas de posiciones terrestres realizadas por Ptolomeo, en los albores de la era cristiana, aparecen puntos y asentamientos en la península ibérica. Los navegantes, en el Mediterráneo del medievo, construyeron y consignaron los perfiles costeros en cartas náuticas y cartas de navegación. Posteriormente, la revolución de la imprenta y la era de los descubrimientos coincidieron con la época de mayor apogeo del imperio hispánico, lo que propició la mejora del conocimiento de la posición geográfica de España en el mundo y la difusión de su representación.<br> | ||
Entre los diferentes factores que han contribuido a la evolución de la representación de España cabe destacar la escasa variación a lo largo del tiempo tanto de su geografía física como de su geografía política. El perfil de España está indisolublemente asociado al de la península ibérica, istmo continental incluido. El 80 % del perímetro español, con las islas comprendidas en el cómputo, es costero y el resto está formado casi en su totalidad por dos fronteras terrestres inusualmente antiguas y estables, con algunas salvedades, en el contexto europeo: la portuguesa, de origen medieval, y la francesa, fijada en el siglo XVII. Desde las primeras representaciones de las que se dispone es fácilmente reconocible el perfil español.<br> | Entre los diferentes factores que han contribuido a la evolución de la representación de España cabe destacar la escasa variación a lo largo del tiempo tanto de su geografía física como de su geografía política. El perfil de España está indisolublemente asociado al de la península ibérica, istmo continental incluido. El 80 % del perímetro español, con las islas comprendidas en el cómputo, es costero y el resto está formado casi en su totalidad por dos fronteras terrestres inusualmente antiguas y estables, con algunas salvedades, en el contexto europeo: la portuguesa, de origen medieval, y la francesa, fijada en el siglo XVII. Desde las primeras representaciones de las que se dispone es fácilmente reconocible el perfil español.<br> | ||
La vocación marinera y tradición comercial propiciada por este amplio litoral exigió la mejora técnica en la medida de la posición geográfica y el perfeccionamiento continuo de la cartografía costera, especialmente con el paso de las aguas tranquilas y bien conocidas del Mediterráneo a los grandes océanos. Sin embargo, la expansión atlántica, la competencia por las rutas comerciales y la lucha por el control de los nuevos hallazgos auparon el conocimiento geográfico a la categoría de información estratégica por parte de la monarquía y, por tanto, se restringió tanto el acceso como su difusión. Muchos proyectos cartográficos quedaron circunscritos a los círculos de poder o, directamente, sepultados en archivos.<br> | La vocación marinera y tradición comercial propiciada por este amplio litoral exigió la mejora técnica en la medida de la posición geográfica y el perfeccionamiento continuo de la cartografía costera, especialmente con el paso de las aguas tranquilas y bien conocidas del Mediterráneo a los grandes océanos. Sin embargo, la expansión atlántica, la competencia por las rutas comerciales y la lucha por el control de los nuevos hallazgos auparon el conocimiento geográfico a la categoría de información estratégica por parte de la monarquía y, por tanto, se restringió tanto el acceso como su difusión. Muchos proyectos cartográficos quedaron circunscritos a los círculos de poder o, directamente, sepultados en archivos.<br> | ||
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Una consecuencia, entre otras, de esta decisión fue la ausencia de publicaciones cartográficas en la España peninsular en la época de los Austrias. En contraste, primero en los Países Bajos y posteriormente en Francia, se llevó a cabo una importante actividad editorial de impresión de mapas y atlas durante los siglos XVI y XVII. Las representaciones cartográficas de la monarquía hispánica durante el Barroco fueron realizadas en gran medida por autores extranjeros, con un fin netamente comercial. Se trata de cartografía a escalas pequeñas y medias, de la Península y de sus regiones, y de ciudades, muy ornamentada y que no exige una gran precisión en los datos. De hecho, es habitual la copia entre ediciones de la información meramente geográfica, por lo que los errores e inexactitudes se transmiten con facilidad.<br> | Una consecuencia, entre otras, de esta decisión fue la ausencia de publicaciones cartográficas en la España peninsular en la época de los Austrias. En contraste, primero en los Países Bajos y posteriormente en Francia, se llevó a cabo una importante actividad editorial de impresión de mapas y atlas durante los siglos XVI y XVII. Las representaciones cartográficas de la monarquía hispánica durante el Barroco fueron realizadas en gran medida por autores extranjeros, con un fin netamente comercial. Se trata de cartografía a escalas pequeñas y medias, de la Península y de sus regiones, y de ciudades, muy ornamentada y que no exige una gran precisión en los datos. De hecho, es habitual la copia entre ediciones de la información meramente geográfica, por lo que los errores e inexactitudes se transmiten con facilidad.<br> | ||
Durante el siglo XVIII se quiso reactivar la elaboración de un mapa de España por parte de la Corona atendiendo los preceptos ilustrados: base geodésica, toma de datos exhaustiva, representación según normas, etc. Se reglamentó la producción cartográfica militar, que formó parte de la formación impartida en las escuelas de la Armada, de Ingeniería Militar y de Artillería. Se participó en algunos de los proyectos científicos más relevantes del momento y se mandó a jóvenes estudiantes a los principales centros de producción cartográfica. Sin embargo, no hubo algo parecido al deseado mapa de España hasta el trabajo realizado por Tomás López, una iniciativa personal realizada durante la segunda mitad del siglo XVIII de la que se obtuvo un Atlas elogiado por su acabado y denostado por su poca precisión.<br> | Durante el siglo XVIII se quiso reactivar la elaboración de un mapa de España por parte de la Corona atendiendo los preceptos ilustrados: base geodésica, toma de datos exhaustiva, representación según normas, etc. Se reglamentó la producción cartográfica militar, que formó parte de la formación impartida en las escuelas de la Armada, de Ingeniería Militar y de Artillería. Se participó en algunos de los proyectos científicos más relevantes del momento y se mandó a jóvenes estudiantes a los principales centros de producción cartográfica. Sin embargo, no hubo algo parecido al deseado mapa de España hasta el trabajo realizado por Tomás López, una iniciativa personal realizada durante la segunda mitad del siglo XVIII de la que se obtuvo un Atlas elogiado por su acabado y denostado por su poca precisión.<br> | ||
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| − | + | Los periplos de los geógrafos griegos, que narran un viaje de circunnavegación, fueron los primeros en recoger noticias sobre la forma de España. En el siglo V a. C., Piteas descubrió el ángulo noroeste peninsular y su relato se conserva en las obras de Estrabón y Plinio. Eratóstenes lo recopiló en su Geografía, con datos muy precisos para España. Polibio recorrió la Galia, España y Libia, aportando más información, aunque con algunos errores. Estrabón hizo viajes y escribió una Geografía en diecisiete libros. El tercero está dedicado a Iberia. La idea de que la forma de España era similar a la de una piel de toro extendida se inspira en Posidonio, pues Estrabón no conoció Iberia. De su mapa de España –con las provincias romanas: Bética, Lusitania y Tarraconensis–, se conservan diseños del siglo XVIII en la Real Academia de la Historia para sus trabajos de geografía antigua.<br> | |
| − | + | Claudio Ptolomeo, sabio astrónomo, matemático y geógrafo, vivió en Alejandría hacia 100-170 y fue el bibliotecario de la famosa Biblioteca. En su tratado Geografía recopila los conocimientos de Hiparco, Estrabón y Marino de Tiro. Por primera vez describe un sistema de reticulado geográfico con meridianos de longitud y paralelos de latitud de unos 8000 lugares del mundo conocido, ordenados por continentes, con diferentes proyecciones, por eso se denominó "geografía matemática", aunque contenía importantes errores. Trata de generalidades, de la construcción de globos y de la proyección de mapas. Contiene un mapamundi y 26 mapas parciales de Europa, África y Asia. Los mapas se transmitieron a partir de una versión dibujada unos años después de la muerte de Ptolomeo, que copiaron los códices griegos de finales del siglo XIII. Ptolomeo proporciona instrucciones para dibujar los mapas con suficientes coordenadas y referencias. El segundo mapa de Europa es el de Hispania con su organización administrativa en el siglo II: las tres provincias romanas y sus ciudades. El perfil está deformado de oeste a este y la latitud es más correcta.<br> | |
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| + | La cartografía patrística medieval de Occidente fue difundida por Orosio e Isidoro de Sevilla. El mapamundi de forma circular de T en O (Orbis Terrarum), con Asia, África y Europa, se incorporó a las obras de San Isidoro y al Comentario al Apocalipsis de San Juan, de Beato de Liébana. En las copias de los siglos X al XIII se distinguen varios tipos. Jerusalén aparece en el centro rodeada de las tierras apostólicas; de forma esquemática se reconocen algunos lugares de Hispania, en donde predicó el apóstol Santiago. Esta familia de mapas evolucionó a formas ovaladas o rectangulares. Así, el mapamundi del Beato de Burgo de Osma (1086) representa las cabezas de los doce apóstoles colocadas en las tierras de su predicación.<br> | ||
| + | La cartografía musulmana del siglo XII, particularmente la de al Idrisi, basada en las obras de Ptolomeo, superó a la patrística en precisión e información geográfica. Su Tabula Rogeriana (1154) representa la península ibérica con el perfil algo deformado.<br> | ||
| + | Las cartas de navegación se transformaron a finales del siglo XII. Los marinos observaban su rumbo mediante la brújula y no necesitaban las cuadrículas graduadas que habían desarrollado los geógrafos de la Antigüedad. Las cartas náuticas indicaban rumbos entre puertos, derrotas, distancias, perfil de las costas, vientos, corrientes, etc. Estos datos se plasmaron en una carta general, llamada carta portulana (también denominada carta náutica, carta marina o portulano), siendo la base de la cartografía moderna. Contienen redes de vientos o rumbos, que arrancan de puntos (nudos), situados sobre un círculo o corona de vientos. De cada nudo salen de 18 a 32 vientos prolongados, que se entrecruzan en todas las direcciones formando una red con aspecto de telaraña. Una rosa central se enlaza mediante líneas de vientos a otras rosas dispuestas en polígonos de 8 a 16 lados. A partir de unos puntos conocidos, mediante intersecciones, se obtenía la posición de otros desconocidos. La ruta trazada sobre el mapa proporcionaba el rumbo y la escala lineal, las distancias entre puertos en leguas marinas. La toponimia costera está escrita en sentido perpendicular al contorno de la costa. El interior está vacío u ornado con motivos iconográficos, banderas y topónimos de ciudades, especialmente en los ejemplares regalados a un monarca, noble o prelado. Las cartas náuticas corrigen el error de Ptolomeo de la longitud del Mediterráneo y su diseño se aproxima a la realidad. Sus autores fueron pisanos, genoveses y mallorquines. En Mallorca se hicieron dos tipos de cartas: las de uso exclusivo de la navegación y las náutico-geográficas, a las que se añadieron datos geográficos, flora, fauna y leyendas explicativas para recreo y formación de sus destinatarios. El más célebre es el Atlas catalán (1375), de Abraham y Jafuda Cresques, padre e hijo, encargado por el rey de Aragón Pedro IV el Ceremonioso. Su hijo, el infante Juan, se lo regaló al rey de Francia Carlos VI. También es importante la carta portulana del Mediterráneo de Gabriel de Valseca (1439), que perteneció a Américo Vespucio. En las cartas náuticas de las escuelas cartográficas catalano- mallorquina, italiana y portuguesa, y en las cartas de navegación del Atlántico se encuentran, pues, las primeras imágenes de la península ibérica, con la silueta exterior correctamente trazada.<br> | ||
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| − | [[Archivo:Enelaboracion.jpg| | + | Este mapa se añadió al códice de la Geografía de Ptolomeo, fechado en 1456, en el colofón. El códice perteneció al cardenal Joan Margarit y Pau, embajador de los Reyes Católicos y humanista. En Paralipomenon Hispaniae Libri Decem, Margarit concibió Hispania como una realidad histórica, cuando se preparaba la unión de Castilla y Aragón. El mapa se diseñó en Italia. A mediados del siglo XV, Nicolaus Germanus, Pietro del Massaio y Hugo Comminelli formaron los mapas modernos de la península ibérica y de otros países europeos. El de Margarit les supera en diseño y precisión. Se inspira en una carta náutica de la escuela catalano-mallorquina, según lo expresa en Paralipomenon: "nuestra medida está contada por prueba, según la carta de los navegantes". El litoral está bien trazado y los Pirineos orientados (E-O). Las distancias entre puntos, marcadas con líneas rectas, unen lugares de la costa y del interior con medidas. El norte de África contiene líneas hacia Hispania, con fines comerciales y políticos. Seguramente se encartó en el códice durante el tercer viaje de Margarit a Italia (1459-1460). Recuerda al mapa impreso Spagna con le distancie de loci, del Museo Correr de Venecia. |
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| + | Hasta mediados del siglo XV no se conocen mapas generales de España con topónimos y accidentes geográficos. Los primeros se añadieron a la Geografía de Ptolomeo, traducida del griego al latín por Jacobo Angelo de Scarperia, con dedicatoria al papa (1406-1409). Ptolomeo da unas pautas para diseñar los veintisiete mapas con coordenadas de los lugares y proyecciones cartográficas. Así lo hicieron, hacia 1415, los humanistas Francesco di Lapacino y Domenico di Leonardo Boninsegni, tomando como modelo un códice griego. En principio, los mapas fueron acogidos con admiración porque presentaban detalles del mundo conocido. Sin embargo, en las cartas náuticas se mostraba una imagen más actual que la que contenía la Tabula secunda Europa (Hispania) de Ptolomeo. Por eso, sus propietarios quisieron añadir, junto a los mapas tradicionales, otros modernos, llamados Tabulae novae. Los más tempranos son los de la península ibérica, Italia, Francia, norte de Europa y Tierra Santa. Se trata de las primeras representaciones de mapas regionales contemporáneos inspirados en cartas náuticas y en noticias de viajeros diplomáticos y peregrinos, que contribuyeron a identificar la toponimia y los accidentes geográficos del interior. En la primera mitad de siglo debió existir un mapa modelo de Hispania, diseñado en Florencia a partir de diversas fuentes de origen hispano (se menciona uno en el legado de bienes del humanista florentino Niccolò Niccoli, fallecido en 1437). De él se hicieron copias para añadir a los códices y ediciones de la Geografía de los siglos XV y XVI. Sus autores fueron Pietro del Massaio, pintor florentino, con su colaborador Hugo Cominelli, miniaturista de Mezières; Dominus Nicolaus Germanus y Henricus Martellus Germanus. Ofrecen una imagen de conjunto parecida, tomada de esa fuente común, con los mapas regionales antiguos y modernos en proyección rectangular o trapezoidal y sin escala. Las cartelas de los títulos se rotulan en letras mayúsculas. Los mapas no son iguales porque los cartógrafos personalizaron el diseño de los accidentes geográficos, la traza del perfil de la costa, el curso de los ríos, la representación del relieve, la toponimia y la ornamentación de las cartelas. Los mapas más antiguos se conservan en los códices de las bibliotecas de la Universidad de Salamanca, de la Vaticana y de la Nacional de Francia. El primero perteneció a Joan Margarit. Los de la Vaticana a Niccolo Perotti, arzobispo de Siponto (1469) y a Federico de Montefeltro, duque de Urbino (1472) y el de la Nacional de Francia a Alfonso, duque de Calabria (ca. 1475-1480).<br> | ||
| + | Dominus Nicolaus Germanus diseñó unos mapas más atractivos, cambiando la delimitación de los contornos de los países y océanos, el tipo de montañas y lagos, etc. En la segunda recensión de la Geografía (1466-1468, Urbinas latinus 274) se formuló el mapa de España con las fronteras políticas y los nombres de sus reinos. En la tercera recensión (1468-1482), la definitiva, se actualizó la información política y geográfica con la unión de los reinos de Castilla y Aragón para representar el mapa de España del reinado de los Reyes Católicos. Hispania está rotulada en mayor tamaño e inscrita sobre un rectángulo. En la cuadrícula se incorporaron los climas y grados. Por confusión, las Azores se sitúan en Finisterre. Sus códices sirvieron de modelo a la edición xilográfica de Ulm (1482, reimpresa en 1486). En ella, los nombres de los reinos de Hispania se marcan con sombreado en ocre. Ese mismo año de 1482 vio la luz en Florencia, en la Geografía en verso de Francesco Berlinghieri, el mapa Hispania Novella, grabado sobre plancha de cobre. El estilo del diseño es diferente, mejorando el perfil litoral, y la información geográfica similar, con los topónimos traducidos al castellano. Las sucesivas ediciones de la Geografía hasta la primera mitad del siglo XVI se inspiraron en los incunables. La romana de 1507, la de Venecia (1511), que introduce mejoras y moderniza el mapa de Hispania; la de Estrasburgo (1513), inspirada en la de Ulm, con nuevos datos geográficos; las de Estrasburgo de 1522 y 1525 siguen a las ediciones florentina (1482) y | ||
| + | romana (1507-1508), con algunas variantes, que se vuelven a repetir en las de Miguel Servet de 1535 (Lyon) y 1541 (Lyon-Vienne).<br> | ||
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Revisión del 12:47 31 jul 2025
España en mapas. Una síntesis geográfica
Compendios del Atlas Nacional de España. Actualizado
Estructura temática > Conocimiento geográfico y cartografía > Representación cartográfica del conocimiento geográfico > Evolución de la representación cartográfica de España
La representación de España ha participado, desde de sus inicios, del desarrollo cartográfico liderado desde Europa Occidental. En las primeras relaciones de medidas astronómicas de posiciones terrestres realizadas por Ptolomeo, en los albores de la era cristiana, aparecen puntos y asentamientos en la península ibérica. Los navegantes, en el Mediterráneo del medievo, construyeron y consignaron los perfiles costeros en cartas náuticas y cartas de navegación. Posteriormente, la revolución de la imprenta y la era de los descubrimientos coincidieron con la época de mayor apogeo del imperio hispánico, lo que propició la mejora del conocimiento de la posición geográfica de España en el mundo y la difusión de su representación.
Entre los diferentes factores que han contribuido a la evolución de la representación de España cabe destacar la escasa variación a lo largo del tiempo tanto de su geografía física como de su geografía política. El perfil de España está indisolublemente asociado al de la península ibérica, istmo continental incluido. El 80 % del perímetro español, con las islas comprendidas en el cómputo, es costero y el resto está formado casi en su totalidad por dos fronteras terrestres inusualmente antiguas y estables, con algunas salvedades, en el contexto europeo: la portuguesa, de origen medieval, y la francesa, fijada en el siglo XVII. Desde las primeras representaciones de las que se dispone es fácilmente reconocible el perfil español.
La vocación marinera y tradición comercial propiciada por este amplio litoral exigió la mejora técnica en la medida de la posición geográfica y el perfeccionamiento continuo de la cartografía costera, especialmente con el paso de las aguas tranquilas y bien conocidas del Mediterráneo a los grandes océanos. Sin embargo, la expansión atlántica, la competencia por las rutas comerciales y la lucha por el control de los nuevos hallazgos auparon el conocimiento geográfico a la categoría de información estratégica por parte de la monarquía y, por tanto, se restringió tanto el acceso como su difusión. Muchos proyectos cartográficos quedaron circunscritos a los círculos de poder o, directamente, sepultados en archivos.
Una consecuencia, entre otras, de esta decisión fue la ausencia de publicaciones cartográficas en la España peninsular en la época de los Austrias. En contraste, primero en los Países Bajos y posteriormente en Francia, se llevó a cabo una importante actividad editorial de impresión de mapas y atlas durante los siglos XVI y XVII. Las representaciones cartográficas de la monarquía hispánica durante el Barroco fueron realizadas en gran medida por autores extranjeros, con un fin netamente comercial. Se trata de cartografía a escalas pequeñas y medias, de la Península y de sus regiones, y de ciudades, muy ornamentada y que no exige una gran precisión en los datos. De hecho, es habitual la copia entre ediciones de la información meramente geográfica, por lo que los errores e inexactitudes se transmiten con facilidad.
Durante el siglo XVIII se quiso reactivar la elaboración de un mapa de España por parte de la Corona atendiendo los preceptos ilustrados: base geodésica, toma de datos exhaustiva, representación según normas, etc. Se reglamentó la producción cartográfica militar, que formó parte de la formación impartida en las escuelas de la Armada, de Ingeniería Militar y de Artillería. Se participó en algunos de los proyectos científicos más relevantes del momento y se mandó a jóvenes estudiantes a los principales centros de producción cartográfica. Sin embargo, no hubo algo parecido al deseado mapa de España hasta el trabajo realizado por Tomás López, una iniciativa personal realizada durante la segunda mitad del siglo XVIII de la que se obtuvo un Atlas elogiado por su acabado y denostado por su poca precisión.
Los primeros trabajos basados en medidas geométricas se deben, una vez más, a los marinos, quienes introdujeron los métodos más modernos en los levantamientos de la costa española, que concluyeron con el Atlas Hidrográfico de Vicente Tofiño, a finales del siglo XVIII.
Durante la ocupación napoleónica y la guerra de la Independencia se publicaron diversos mapas generales de España por parte de franceses y británicos. Entrado el siglo XIX, la necesidad de un mapa basado en una red geodésica propició diversos proyectos que no fructificaron en un clima político cambiante, con escasos recursos e institucionalmente débil. Los únicos trabajos que culminaron con éxito fueron iniciativas personales, como son la Carta de Galicia de Domingo Fontán o el incompleto Atlas de España de Francisco Coello.
La empresa tomó fuerza con la Ley de Medición del Territorio de 1859. Proporcionó los recursos necesarios para encarar la construcción de la red geodésica. También se quiso elaborar, de forma simultánea, un catastro parcelario y un mapa topográfico. El proyecto no cuajó. Para ello se tuvo que esperar a la creación del Instituto Geográfico en 1870 y la definición del Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50 000.
Primeras imágenes de España. Cartas náuticas y Geografía de Ptolomeo
Los periplos de los geógrafos griegos, que narran un viaje de circunnavegación, fueron los primeros en recoger noticias sobre la forma de España. En el siglo V a. C., Piteas descubrió el ángulo noroeste peninsular y su relato se conserva en las obras de Estrabón y Plinio. Eratóstenes lo recopiló en su Geografía, con datos muy precisos para España. Polibio recorrió la Galia, España y Libia, aportando más información, aunque con algunos errores. Estrabón hizo viajes y escribió una Geografía en diecisiete libros. El tercero está dedicado a Iberia. La idea de que la forma de España era similar a la de una piel de toro extendida se inspira en Posidonio, pues Estrabón no conoció Iberia. De su mapa de España –con las provincias romanas: Bética, Lusitania y Tarraconensis–, se conservan diseños del siglo XVIII en la Real Academia de la Historia para sus trabajos de geografía antigua.
Claudio Ptolomeo, sabio astrónomo, matemático y geógrafo, vivió en Alejandría hacia 100-170 y fue el bibliotecario de la famosa Biblioteca. En su tratado Geografía recopila los conocimientos de Hiparco, Estrabón y Marino de Tiro. Por primera vez describe un sistema de reticulado geográfico con meridianos de longitud y paralelos de latitud de unos 8000 lugares del mundo conocido, ordenados por continentes, con diferentes proyecciones, por eso se denominó "geografía matemática", aunque contenía importantes errores. Trata de generalidades, de la construcción de globos y de la proyección de mapas. Contiene un mapamundi y 26 mapas parciales de Europa, África y Asia. Los mapas se transmitieron a partir de una versión dibujada unos años después de la muerte de Ptolomeo, que copiaron los códices griegos de finales del siglo XIII. Ptolomeo proporciona instrucciones para dibujar los mapas con suficientes coordenadas y referencias. El segundo mapa de Europa es el de Hispania con su organización administrativa en el siglo II: las tres provincias romanas y sus ciudades. El perfil está deformado de oeste a este y la latitud es más correcta.
La cartografía patrística medieval de Occidente fue difundida por Orosio e Isidoro de Sevilla. El mapamundi de forma circular de T en O (Orbis Terrarum), con Asia, África y Europa, se incorporó a las obras de San Isidoro y al Comentario al Apocalipsis de San Juan, de Beato de Liébana. En las copias de los siglos X al XIII se distinguen varios tipos. Jerusalén aparece en el centro rodeada de las tierras apostólicas; de forma esquemática se reconocen algunos lugares de Hispania, en donde predicó el apóstol Santiago. Esta familia de mapas evolucionó a formas ovaladas o rectangulares. Así, el mapamundi del Beato de Burgo de Osma (1086) representa las cabezas de los doce apóstoles colocadas en las tierras de su predicación.
La cartografía musulmana del siglo XII, particularmente la de al Idrisi, basada en las obras de Ptolomeo, superó a la patrística en precisión e información geográfica. Su Tabula Rogeriana (1154) representa la península ibérica con el perfil algo deformado.
Las cartas de navegación se transformaron a finales del siglo XII. Los marinos observaban su rumbo mediante la brújula y no necesitaban las cuadrículas graduadas que habían desarrollado los geógrafos de la Antigüedad. Las cartas náuticas indicaban rumbos entre puertos, derrotas, distancias, perfil de las costas, vientos, corrientes, etc. Estos datos se plasmaron en una carta general, llamada carta portulana (también denominada carta náutica, carta marina o portulano), siendo la base de la cartografía moderna. Contienen redes de vientos o rumbos, que arrancan de puntos (nudos), situados sobre un círculo o corona de vientos. De cada nudo salen de 18 a 32 vientos prolongados, que se entrecruzan en todas las direcciones formando una red con aspecto de telaraña. Una rosa central se enlaza mediante líneas de vientos a otras rosas dispuestas en polígonos de 8 a 16 lados. A partir de unos puntos conocidos, mediante intersecciones, se obtenía la posición de otros desconocidos. La ruta trazada sobre el mapa proporcionaba el rumbo y la escala lineal, las distancias entre puertos en leguas marinas. La toponimia costera está escrita en sentido perpendicular al contorno de la costa. El interior está vacío u ornado con motivos iconográficos, banderas y topónimos de ciudades, especialmente en los ejemplares regalados a un monarca, noble o prelado. Las cartas náuticas corrigen el error de Ptolomeo de la longitud del Mediterráneo y su diseño se aproxima a la realidad. Sus autores fueron pisanos, genoveses y mallorquines. En Mallorca se hicieron dos tipos de cartas: las de uso exclusivo de la navegación y las náutico-geográficas, a las que se añadieron datos geográficos, flora, fauna y leyendas explicativas para recreo y formación de sus destinatarios. El más célebre es el Atlas catalán (1375), de Abraham y Jafuda Cresques, padre e hijo, encargado por el rey de Aragón Pedro IV el Ceremonioso. Su hijo, el infante Juan, se lo regaló al rey de Francia Carlos VI. También es importante la carta portulana del Mediterráneo de Gabriel de Valseca (1439), que perteneció a Américo Vespucio. En las cartas náuticas de las escuelas cartográficas catalano- mallorquina, italiana y portuguesa, y en las cartas de navegación del Atlántico se encuentran, pues, las primeras imágenes de la península ibérica, con la silueta exterior correctamente trazada.
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Hispania moderna (1459-1460)
Este mapa se añadió al códice de la Geografía de Ptolomeo, fechado en 1456, en el colofón. El códice perteneció al cardenal Joan Margarit y Pau, embajador de los Reyes Católicos y humanista. En Paralipomenon Hispaniae Libri Decem, Margarit concibió Hispania como una realidad histórica, cuando se preparaba la unión de Castilla y Aragón. El mapa se diseñó en Italia. A mediados del siglo XV, Nicolaus Germanus, Pietro del Massaio y Hugo Comminelli formaron los mapas modernos de la península ibérica y de otros países europeos. El de Margarit les supera en diseño y precisión. Se inspira en una carta náutica de la escuela catalano-mallorquina, según lo expresa en Paralipomenon: "nuestra medida está contada por prueba, según la carta de los navegantes". El litoral está bien trazado y los Pirineos orientados (E-O). Las distancias entre puntos, marcadas con líneas rectas, unen lugares de la costa y del interior con medidas. El norte de África contiene líneas hacia Hispania, con fines comerciales y políticos. Seguramente se encartó en el códice durante el tercer viaje de Margarit a Italia (1459-1460). Recuerda al mapa impreso Spagna con le distancie de loci, del Museo Correr de Venecia. |
Hasta mediados del siglo XV no se conocen mapas generales de España con topónimos y accidentes geográficos. Los primeros se añadieron a la Geografía de Ptolomeo, traducida del griego al latín por Jacobo Angelo de Scarperia, con dedicatoria al papa (1406-1409). Ptolomeo da unas pautas para diseñar los veintisiete mapas con coordenadas de los lugares y proyecciones cartográficas. Así lo hicieron, hacia 1415, los humanistas Francesco di Lapacino y Domenico di Leonardo Boninsegni, tomando como modelo un códice griego. En principio, los mapas fueron acogidos con admiración porque presentaban detalles del mundo conocido. Sin embargo, en las cartas náuticas se mostraba una imagen más actual que la que contenía la Tabula secunda Europa (Hispania) de Ptolomeo. Por eso, sus propietarios quisieron añadir, junto a los mapas tradicionales, otros modernos, llamados Tabulae novae. Los más tempranos son los de la península ibérica, Italia, Francia, norte de Europa y Tierra Santa. Se trata de las primeras representaciones de mapas regionales contemporáneos inspirados en cartas náuticas y en noticias de viajeros diplomáticos y peregrinos, que contribuyeron a identificar la toponimia y los accidentes geográficos del interior. En la primera mitad de siglo debió existir un mapa modelo de Hispania, diseñado en Florencia a partir de diversas fuentes de origen hispano (se menciona uno en el legado de bienes del humanista florentino Niccolò Niccoli, fallecido en 1437). De él se hicieron copias para añadir a los códices y ediciones de la Geografía de los siglos XV y XVI. Sus autores fueron Pietro del Massaio, pintor florentino, con su colaborador Hugo Cominelli, miniaturista de Mezières; Dominus Nicolaus Germanus y Henricus Martellus Germanus. Ofrecen una imagen de conjunto parecida, tomada de esa fuente común, con los mapas regionales antiguos y modernos en proyección rectangular o trapezoidal y sin escala. Las cartelas de los títulos se rotulan en letras mayúsculas. Los mapas no son iguales porque los cartógrafos personalizaron el diseño de los accidentes geográficos, la traza del perfil de la costa, el curso de los ríos, la representación del relieve, la toponimia y la ornamentación de las cartelas. Los mapas más antiguos se conservan en los códices de las bibliotecas de la Universidad de Salamanca, de la Vaticana y de la Nacional de Francia. El primero perteneció a Joan Margarit. Los de la Vaticana a Niccolo Perotti, arzobispo de Siponto (1469) y a Federico de Montefeltro, duque de Urbino (1472) y el de la Nacional de Francia a Alfonso, duque de Calabria (ca. 1475-1480).
Dominus Nicolaus Germanus diseñó unos mapas más atractivos, cambiando la delimitación de los contornos de los países y océanos, el tipo de montañas y lagos, etc. En la segunda recensión de la Geografía (1466-1468, Urbinas latinus 274) se formuló el mapa de España con las fronteras políticas y los nombres de sus reinos. En la tercera recensión (1468-1482), la definitiva, se actualizó la información política y geográfica con la unión de los reinos de Castilla y Aragón para representar el mapa de España del reinado de los Reyes Católicos. Hispania está rotulada en mayor tamaño e inscrita sobre un rectángulo. En la cuadrícula se incorporaron los climas y grados. Por confusión, las Azores se sitúan en Finisterre. Sus códices sirvieron de modelo a la edición xilográfica de Ulm (1482, reimpresa en 1486). En ella, los nombres de los reinos de Hispania se marcan con sombreado en ocre. Ese mismo año de 1482 vio la luz en Florencia, en la Geografía en verso de Francesco Berlinghieri, el mapa Hispania Novella, grabado sobre plancha de cobre. El estilo del diseño es diferente, mejorando el perfil litoral, y la información geográfica similar, con los topónimos traducidos al castellano. Las sucesivas ediciones de la Geografía hasta la primera mitad del siglo XVI se inspiraron en los incunables. La romana de 1507, la de Venecia (1511), que introduce mejoras y moderniza el mapa de Hispania; la de Estrasburgo (1513), inspirada en la de Ulm, con nuevos datos geográficos; las de Estrasburgo de 1522 y 1525 siguen a las ediciones florentina (1482) y
romana (1507-1508), con algunas variantes, que se vuelven a repetir en las de Miguel Servet de 1535 (Lyon) y 1541 (Lyon-Vienne).
Siglo XVI: grandes proyectos oficiales. Cartografía de divulgación
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Siglo XVII: España en los atlas
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Siglo XVIII: ilustración y conocimiento del territorio
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Siglo XIX: proyectos institucionales científicos
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Siglo XX: la fotogrametría, la compleción del MTN50 y el comienzo del MTN25
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Siglo XXI: la geodesia espacial, la cartografía digital e internet
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