Comercio interior
España en mapas. Una síntesis geográfica
Compendios del Atlas Nacional de España.
Estructura temática > Actividades productivas y económicas > Comercio y servicios > Comercio interior
El comercio interior, definido como la actividad económica que supone un intercambio de bienes y servicios a cambio de un valor monetario y que se desarrolla entre los individuos que pertenecen a un mismo país, con una misma jurisprudencia, sigue siendo un indicador básico de su situación socioeconómica. En una sociedad donde la globalización ha roto muchas fronteras en términos comerciales, hay que seguir hablando de comercio interior para marcar el nivel de desarrollo socioeconómico de los territorios. Así, la trayectoria del comercio interior en España en las últimas décadas es un claro reflejo de la situación que se ha vivido. En el inicio del siglo XXI la población española hizo suyo el eslogan de sociedad de consumo, con un importante incremento de las actividades comerciales, sin embargo la gran recesión sufrida a finales de la primera década trajo consigo el freno al comercio con una situación de «no consumo», motivado tanto por el incremento de la población en paro, como por el miedo a quedarse sin empleo. A este contexto le acompaña un cambio en la lógica de la organización comercial de los establecimientos que trabajan a través de plataformas de distribución, cada vez menores en número pero con mayores volúmenes de negocio.
Pero el comercio, además de ser el nexo entre la producción y el consumo intermedio y final (comercio mayorista y minorista), también es una actividad que permite ver y analizar los cambios y las necesidades de la sociedad. Esto tiene como consecuencia que sea un sector en continua transformación en sus métodos y formas de desarrollarse, al adaptarse a la demanda. De hecho, gran parte de los procesos de transformación y modernización que sufren las actividades comerciales se deben a las modificaciones en los comportamientos y demandas de la población y los negocios. El resultado de estos procesos se traduce en que en España, en los últimos años, hemos asistido a la proliferación de tipologías comerciales muy variadas que intentan satisfacer los distintos tipos de demanda, que se adaptan a las nuevas formas de vida de la población y de organización empresarial, con cambios en los modelos de consumo, uso del tiempo y de implantación del espacio digital como lugar también a considerar para realizar las compras. Lógicamente todo ello asociado a importantes repercusiones en la organización de los territorios en distintas escalas. Las actividades comerciales han ayudado, y siguen haciéndolo, a definir y entender la estructura y organización de los territorios, su evolución temporal y sus modelos culturales.
El resultado es la convivencia de establecimientos comerciales muy variados. Unas veces, el comercio tradicional no ha desaparecido del todo, adaptándose a los cambios en la demanda (más especializado, más calidad, etc.); en otras, es sustituido por diversas fórmulas como las tiendas franquiciadas o cadenas comerciales que implantan sus propios establecimientos con su firma. Se configuran, a su vez, grandes superficies comerciales en las periferias de muchas ciudades que concentran un gran número de locales comerciales, compitiendo con los centros de la ciudad que se resisten a perder una de sus funciones principales y que inventan nuevas fórmulas de atracción para buscar clientes. Los problemas de vacío demográfico de muchos territorios también se dejan apreciar en el comercio, pues la falta de efectivos demográficos para hacer rentables los negocios obliga a pensar en fórmulas como el comercio ambulante o a demanda. A su vez los comerciantes, a la hora de comprar sus productos para sus ventas, han adoptado sistemas de adquisición asociados a plataformas y grupos logísticos que les permiten ahorrar costes, sobre todo de transporte.
En este contexto, como consecuencia lógica de la caída del consumo durante la crisis, pero también por la implantación de las nuevas tipologías comerciales, con tendencia a establecimientos de mayor tamaño y con el aumento del comercio electrónico, se ha acentuado la caída del número de locales comerciales. La presencia de grandes cadenas cada vez resulta mayor, esto a costa del pequeño comercio (INE, índice de comercio al por menor 2017). Los establecimientos minoristas han perdido muchos locales entre 2008 y 2013, tendencia que se refleja en el mapa Locales comerciales; todas las comunidades autónomas registran pérdidas importantes en el número de locales comerciales. Esta variación negativa se acentúa en comunidades donde el comercio es una actividad muy relevante, como las regiones turísticas (Illes Balears o Canarias), pero también en otras donde la presencia de grandes cadenas comerciales ha registrado un incremento a costa del pequeño comercio, o donde la crisis ha acentuado el proceso de cierre de muchos locales como Cantabria, Aragón, Asturias o Andalucía. Esta misma situación negativa entre 2008 y 2013 se refleja en el número de ocupados en el comercio que disminuyó en más de 250.000 empleados (INE, Encuesta Anual del Comercio). Por comunidades autónomas, el empleo en el comercio disminuyó entre 2008 y 2013 en todas las regiones, registrándose las mayores pérdidas en Canarias, Andalucía, Comunitat Valenciana y Aragón (ver mapa Trabajadores en el sector comercial).
A partir de 2013 la situación parece que remonta y las cifras de ocupados en el comercio de nuevo vuelven a los niveles de inicio de la crisis en 2008, con casi tres millones de ocupados (INE, Encuesta Anual del Comercio), aunque estos últimos resultados no se reflejan de manera tan clara en el número de locales comerciales. Los cambios en la tipología de los establecimientos se están imponiendo: las grandes superficies están creciendo, mientras el número de locales disminuye. A esto hay que añadir el comercio por internet. Por regiones los datos apuntan ya un crecimiento positivo en todas las comunidades, registrándose los mayores repuntes en Canarias e Illes Balears (con más de un 4,5%), y Aragón y Asturias (con más de 1,9%). También, junto a estos, hay casos de regiones en las que no se aprecian cambios significativos, como el de Extremadura, con una variación del empleo mínima durante la crisis porque sus niveles de renta y, por tanto, de poder adquisitivo, ya eran bajos y, aunque la crisis supuso pérdida de empleos en el sector, esta disminución fue menor que en otras comunidades. Por el contrario, en casos como Navarra, su mejor situación durante la crisis respecto al paro hace que la ocupación en el comercio registre pérdidas menores y que en la salida de la crisis recupere pronto el empleo comercial de antes de 2008.
El acercamiento a la realidad municipal, viendo el mapa sobre Variación del número de establecimientos comerciales en los municipios de más de 1.000 habitantes, entre 2007 y 2012, permite observar la situación descrita de pérdida de comercios, asociando la explicación de nuevo a las causas de la crisis atravesada y el consiguiente cierre de establecimientos, así como a la configuración de nuevas fórmulas de compras. Junto con esto, el índice comercial permite comprobar cómo las áreas urbanas son las que mayor dinamismo presentan en las actividades comerciales, destacando el papel de cabeceras comarcales que en algunos territorios con amplios vacíos demográficos son el único soporte comercial próximo que les queda. (ver mapa Índice comercial en los municipios de más de 1.000 habitantes).
Comercio minorista
Las actividades de distribución minoristas tienen como finalidad asegurar el abastecimiento de productos a los consumidores finales. En España, el 65% de los locales comerciales se asocian a esta tipología lo que les otorga una presencia paisajística muy significativa y variada, desde espacios con una fuerte concentración de locales y especialización del producto, hasta tiendas de suministro de productos básicos en barrios o pequeños municipios. A esto hay que añadir una gran variedad en la tipología de establecimientos: pequeñas tiendas tradicionales que funcionan como negocio propio o bajo fórmulas de franquicias o cadenas comerciales, supermercados, hipermercados, centros comerciales, etc. Estas formas comerciales son el resultado de los cambios en los hábitos del consumo que acompañan a las nuevas formas de trabajo, motorización de la sociedad, uso de electrodomésticos como el congelador, los cambios en la oferta sustituyendo mano de obra por espacio o tecnología (códigos de barra, internet, etc.), importancia de las marcas como garantía de calidad, etc.
La variedad del comercio minorista también se aprecia en los distintos productos que se intercambian, siendo el comercio especializado en la venta de distintos productos para uso personal (confección, calzado, equipamiento del hogar, etc.) el que mayor presencia tiene, con un peso especial de los comercios dedicados a la confección, como se observa en el mapa Estructura del comercio minorista. El subsector relacionado con la alimentación le sigue en número de establecimientos. Aunque durante la crisis todas las tipologías comerciales se resintieron, las encuestas más recientes sobre consumo en el comercio minorista apuntan un incremento de este.
En cuanto a la estructura que presenta el comercio minorista, destaca el predominio de empresas de reducido tamaño. Según la Encuesta Anual del Comercio (2015), el 95% de los comercios minoristas tienen menos de diez ocupados y dan empleo al 68% de los ocupados en comercio. Por comunidades autónomas el número de locales comerciales por habitante es muy similar en toda España, con una media de 11,9 locales cada 1.000 habitantes. Por provincias se aprecia un claro reparto del número de establecimientos ligados al número de consumidores, siendo las provincias de Madrid y Barcelona las que presentan mayor concentración, seguidas de Valencia, Sevilla, Málaga o Alicante. De hecho, el índice comercial minorista es casi un reflejo del reparto demográfico, correspondiendo el mayor índice con las provincias más pobladas.
Servicios personales
Las denominadas empresas de servicios personales incluyen las actividades consideradas en los códigos 95 (reparación de ordenadores, equipos de comunicación, efectos personales y artículos de uso doméstico) y 96 (otros servicios personales) de la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE). Este último incluye lavado y limpieza de prendas textiles, peluquerías, pompas fúnebres, actividades de mantenimiento físico, etc. En el año 2014 existían en España un total de 133.896 empresas de este tipo de servicios, de las que el 51% no tenían asalariados. En 2008 estas cifras ascendían a 123.126 y 55,7%, respectivamente. Las empresas de otros servicios personales son en España más numerosas que las de reparaciones, más de 105.000 en 2014 frente a 28.000. Las comunidades autónomas en las que más numerosas son la empresas de servicios personales son Cataluña, Andalucía, Madrid y la Comunitat Valenciana, todas ellas con un número superior a 15.000 en 2014 y superior a 14.000 en 2008. Sin embargo, la cifra relativa por cada 10.000 habitantes hace que, en el caso de los servicios personales, las comunidades de Madrid y Andalucía presenten cifras inferiores a otras áreas como son el litoral cantábrico y mediterráneo, con un elevado número de empresas de ambos tipos por habitante. En estas regiones, especialmente Galicia, Asturias y Cantabria, así como Canarias para el caso específico de las empresas de reparación, puede hablarse de una cierta sobrerrepresentación de este subsector en relación con el tamaño de población. La mayor tradición de este tipo de empresas y la necesaria cercanía al cliente, en especial en zonas de hábitat disperso, son factores que explican esta situación. Se trata de empresas que han resistido bien los embates de la crisis económica, pues su número no sólo no se ha reducido, sino que ha aumentado en todas las comunidades autónomas entre 2008 y 2014. Sólo en el País Vasco el número total de estas empresas de reparación se ha reducido ligeramente, pasando de 6.958 en 2008 a 6.506 en 2014, mientras que han aumentado en Galicia y Castilla-La Mancha especialmente. La variación del número de empresas de servicios personales ha sido positiva en casi todas las comunidades autónomas, destacando Galicia, Extremadura y Andalucía. Sólo La Rioja y Aragón, además del País Vasco, presentan una ligera reducción (en Aragón pasan de 3.308 a 3.211 y en La Rioja de 762 a 758). |
Comercio electrónico
Hoy las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ejercen un papel esencial en la vida cotidiana de la población. El uso del comercio electrónico (e-commerce) ha supuesto una verdadera revolución para el sector. Todos los modelos comerciales se están enfrentando a nuevas formas de consulta, gestión y adquisición de bienes y servicios a través de internet y las redes digitales. En España, durante los últimos años, el crecimiento del comercio electrónico ha sido exponencial, compitiendo con los patrones clásicos del comercio físico que se acopla a este nuevo escenario mediante la potenciación de sus plataformas de compra online.
El incremento de la población que tiene acceso a internet es uno de los elementos que favorece de manera directa el uso de las TIC para las transacciones comerciales. En España, el 81,2% de los hogares tienen ya conexión a internet según la Encuesta de Equipamientos y uso de TIC en los Hogares (2016), frente al 38% que lo tenía en 2006. Estos datos van en paralelo al crecimiento de la compra electrónica; así, del 10% de personas que habían comprado por internet en los tres últimos meses en 2006 se ha pasado al 34,9% en sólo diez años. Esto supone que una de cada tres personas de 16 a 74 años de edad ha comprado a través de internet en los tres últimos meses. Estas cifras son elevadas pero todavía son inferiores a las de la Unión Europea, cuya media se acerca al 50%.
En cuanto a la distribución territorial, se observa en el mapa Comercio electrónico que las comunidades autónomas donde más porcentaje de población compra por internet son el País Vasco, Navarra, Illes Balears, Madrid y Cataluña, con más del 55% de la población entre 16 y 74 años que ha comprado por internet alguna vez; además, lo hace de manera frecuente, ya que en todas ellas más del 40% de compradores por internet realizaron alguna compra el último mes, superándose el 50% en el País Vasco e Illes Balears. En el extremo contrario se sitúan Extremadura y Canarias, donde el uso de internet para realizar compras es inferior al 40%, y la frecuencia de la compra también es menor, sobre todo en el caso de Canarias. Observando el número absoluto de compradores que utilizan la red, hay una correspondencia clara entre las comunidades más pobladas y el mayor número de usuarios: es el caso de Cataluña, Madrid, Andalucía o Comunitat Valenciana, aunque en otras, como el País Vasco, el número de compradores en relación al censo de sus habitantes es mayor, razón por la que destaca, en términos relativos, en la utilización de las compras vía internet.
Dentro del comercio electrónico los tipos de productos que lideran la compra a través de internet son los relacionados con viajes y ocio (compra de billetes de avión o tren, reservas de hotel, entradas para eventos), seguidos del sector de la confección, los artículos del hogar, libros y productos relacionados con la informática (ver gráfico Compra por internet según tipo de producto).
Entre las causas por las que los consumidores prefieren comprar a través de internet destacan: la comodidad, la posibilidad de encontrar ofertas y artículos a un mejor precio o al ahorro de tiempo que ocasiona no tener que desplazarse físicamente. También internet se utiliza con mucha frecuencia para recabar información antes de la compra, oscilando los compradores entre el universo de la virtualidad digital y su presencia física en un establecimiento comercial.
Comercio mayorista
El comercio mayorista se caracteriza por adquirir productos al fabricante u otro intermediario y venderlos al minorista, no al consumidor final. Al analizar la situación de estas actividades comerciales en España, también se asiste a su adaptación hacia nuevas formas de organización, especialmente en algunos subsectores, donde pierde protagonismo el mayorista como tal, a favor de grandes empresas de distribución o de asociaciones de minoristas, que asumen el papel de los propios mayoristas. Sin embargo, con una u otra forma de organización, este tipo de comercio sigue siendo un eslabón importante en muchos canales de distribución, entre ellos destaca las actividades relacionadas con el sector primario.
El comercio mayorista tiene una menor presencia en el número de establecimientos que el minorista, como se puede apreciar en el mapa Estructura del comercio mayorista, puesto que su trabajo se centra precisamente en disponer de grandes almacenes para poder acumular gran cantidad de productos y disponer de capacidad logística para organizarlos. Esto ofrece, lógicamente, una menor densidad de establecimientos mayoristas por habitante.
En cuanto a su localización no hay un patrón claro, unas veces los mayoristas se localizan en el origen o lugar de producción, y otras en los lugares de consumo, dependiendo de los sectores. Por ejemplo, los mayoristas de productos farmacéuticos se encuentran repartidos por todo el territorio español, próximo a los minoristas, puesto que existen un elevado número de distribuidores farmacéuticos. En el caso de los mayoristas que trabajan con las actividades vinculadas al sector primario, su reparto está más asociado a los productores, como se refleja al observar la distribución provincial. Aquellas provincias con importantes recursos primarios presentan un mayor peso de establecimientos mayoristas; así, en Pontevedra, A Coruña o Lugo, con un peso significativo en el índice comercial mayorista, se explica por la presencia de producciones ganaderas y pesqueras, o el caso de Lleida por la importante concentración de mayoristas de fruta y ganado. Aunque también cabe apuntar en el reparto de mayoristas asociados al sector primario que la presencia de amplios mercados de consumo también es importante para su localización.
Salvo en Madrid y Barcelona, con un reparto sectorial de establecimientos mayoristas más equilibrado, en el resto de provincias la venta de materias primas agrarias y de productos alimentarios están a la cabeza del número de establecimientos mayoristas; los dedicados a la venta de productos interindustriales ocupan la segunda posición, seguidos de los de venta de artículos de consumo duradero; mientras que los que menos representación tienen son los orientados a la comercialización de productos textiles, calzado y cuero.
Centros comerciales
Una de las configuraciones del comercio que más ha crecido en España en las últimas décadas son los centros comerciales, aunque dentro de ellos también hay heterogeneidad de tipologías. Los centros comerciales se pueden clasificar atendiendo a diversos criterios, uno de ellos es el de su tamaño, que va desde pequeños centros en los que se localiza un hipermercado con unas pocas tiendas en la galería comercial, hasta las grandes áreas en las que se integran hipermercados, grandes almacenes, pequeños comercios generalmente franquiciados, así como establecimientos dedicados al ocio y la restauración. Generalmente todas estas superficies comerciales son espacios situados en las periferias o los bordes urbanos y, como característica común, son lugares construidos para las compras, por lo que reúnen un conjunto de establecimientos independientes pero organizados, cuya intención es atraer al mayor número posible de compradores. Pero también muchos de estos centros se construyeron en el interior de la ciudad, vinculados a una ubicación central o a la presencia de una locomotora comercial o tienda ancla, como un gran almacén, que actúa de tienda gancho para la atracción de clientes. Incluso hay centros comerciales que se configuran en espacios abiertos; son calles comerciales que se han organizado, al igual que los espacios construidos con esa finalidad, con una asociación de los comercios localizados en ellos.
Dentro de los centros comerciales que se pueden considerar de última generación están los centros de grandes dimensiones donde se asocia comercio y ocio. El objetivo de estas superficies comerciales es reunir en este espacio todo lo que el comprador pueda necesitar, a la vez que compagina sus compras con su tiempo de ocio. Están promovidos por grandes grupos empresariales o multinacionales que son los que se encargan de organizar todos los negocios que se localizan allí. Este tipo de centros están apoyados por una o varias locomotoras comerciales (un hipermercado o gran almacén) y también en ellos destaca la presencia de franquicias o tiendas de firmas propias especializadas en ropa, complementos o productos para el hogar.
El crecimiento de este tipo de espacios se asocia al aumento de la renta, al cambio de hábitos de compra, la motorización de la sociedad, etc. Si en España en 1980 tan solo había 20 centros comerciales, en la actualidad se registran casi 600 y ocupan más de 15 millones de metros cuadrados, según la Asociación Española de Centros y Parques Comerciales. El crecimiento de los centros comerciales ha ido asociado a la propia trayectoria económica y social de la población española. Así, en los años ochenta del siglo XX, la apertura de centros fue moderada, pero desde el inicio del siglo XXI hasta 2009 su proliferación fue muy fuerte. Los principales motivos que favorecieron la difusión de los centros fueron el proceso de expansión económica y urbana, junto con legislaciones más permisivas a la implantación de centros comerciales. Las superficies ocupadas crecieron exponencialmente en algunas regiones metidas de lleno en el proceso de esta creación, que no siempre fue llevado a cabo con mesura.
A partir de 2009 la crisis ralentizó esta expansión y dejó su huella en muchos de ellos. En algunos casos no se pensó en el potencial de demanda y hoy son verdaderos desiertos comerciales; en unos casos han echado el cierre y en otros tienen graves dificultades y muchas tiendas están cerrando progresivamente. La crisis no solo trajo la reducción del gasto en el consumo y sus efectos en el cierre de tiendas en los centros comerciales, sino que está favoreciendo de nuevo una vuelta del comercio a los espacios consolidados de las ciudades para evitar incrementar el gasto de desplazamiento hacia las periferias.
En cualquier caso, los centros comerciales son una tipología comercial muy presente en las ciudades españolas, sobre todo en las grandes aglomeraciones urbanas y, aunque en muchos casos la crisis mostró su excedente, se siguen proyectando y abriendo y se buscan oportunidades para poner a flote y reposicionar los centros comerciales que tras la gran recesión precisan de una nueva estrategia.
Como se observa en los mapas adjuntos, Madrid es la provincia con mayor número de centros comerciales, seguida a distancia de Barcelona, Sevilla, Las Palmas y Valencia. Por el contrario, las provincias con menor presencia de centros comerciales son Lleida, Segovia, y Soria. El caso extremo es Teruel, donde no existen centros comerciales. Además del aumento en el número de centros registrado en los inicios del siglo actual, también se produjo un aumento del tamaño de los nuevos centros comerciales. La superficie bruta alquilable (SBA) de los centros cada vez es mayor. Los centros comerciales que se construyen suelen ser de mayores dimensiones, puesto que, junto a la superficie comercial, se incluyen zonas de esparcimiento y ocio para los visitantes, que incluyen lagos artificiales, parques infantiles, multicines, gimnasios, áreas dedicadas a restauración, etcétera.
En la página Libros Digitales del ANE puedes descargar la obra completa España en mapas. Una síntesis geográfica.