Diferencia entre revisiones de «Discusión:Efectos sociales, económicos y ambientales en el mundo y en la Unión Europea»

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[[Archivo:Espana Poblacion-y-densidad-de-poblacion 1900 mapa 14663 spa.jpg|right|thumb|none|300px|Mapa de densidad de población en la Unión Europea. [http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/busquedaRedirigida.do?ruta=PUBLICACION_CNIG_DATOS_VARIOS/aneTematico/Espana_Poblacion-y-densidad-de-poblacion_1900_mapa_14663_spa.pdf PDF]. [http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/busquedaRedirigida.do?ruta=PUBLICACION_CNIG_DATOS_VARIOS/aneTematico/Espana_Poblacion-y-densidad-de-poblacion_1900_mapa_14663_spa.zip Datos] [https://interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=r_3_t.r_3_t&i2=c_43_t.c_43_t&s=1900&s2=1900&t=A02&t2=A02&view=map9 Interactivo. ]]]Un mapa muy clarificador de lo que ha supuesto la pandemia en la actividad económica es el de horas de trabajo perdidas por países, como consecuencia del COVID-19. En el mapa se realiza una cartografía precisa de dónde las restricciones asociadas a la pandemia han provocado mayor impacto en la fuerza laboral. Así, destacan por su negatividad los registros de la América andina (desde Colombia hasta Argentina), parte de Centroamérica, una serie de países de la cuenca mediterránea (España, Italia, Turquía y Marruecos, entre otros), India, Bangladesh, Sudáfrica, Filipinas y Omán. Por lo general, coinciden con algunos los territorios más afectados por la enfermedad y que previamente poseían un mercado laboral frágil. En el extremo opuesto, China, Australia y Nueva Zelanda, que han sido puestos como ejemplo de contención exitosa del virus, casi no se han resentido. Del mismo modo, naciones europeas como Noruega, Finlandia, República Checa, Lituania y Bielorrusia apenas pierden horas de trabajo en esta primera ola, pero no se podría generalizar este panorama a toda la crisis.
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Un mapa muy clarificador de lo que ha supuesto la pandemia en la actividad económica es el de horas de trabajo perdidas por países, como consecuencia del COVID-19. En el mapa se realiza una cartografía precisa de dónde las restricciones asociadas a la pandemia han provocado mayor impacto en la fuerza laboral. Así, destacan por su negatividad los registros de la América andina (desde Colombia hasta Argentina), parte de Centroamérica, una serie de países de la cuenca mediterránea (España, Italia, Turquía y Marruecos, entre otros), India, Bangladesh, Sudáfrica, Filipinas y Omán. Por lo general, coinciden con algunos los territorios más afectados por la enfermedad y que previamente poseían un mercado laboral frágil. En el extremo opuesto, China, Australia y Nueva Zelanda, que han sido puestos como ejemplo de contención exitosa del virus, casi no se han resentido. Del mismo modo, naciones europeas como Noruega, Finlandia, República Checa, Lituania y Bielorrusia apenas pierden horas de trabajo en esta primera ola, pero no se podría generalizar este panorama a toda la crisis.
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En lo referido al Producto Interior Bruto (PIB), el mapa muestra los conocidos contrastes entre los países más desarrollados y los más pobres. No obstante, cabe señalar que dentro del mismo año 2020 la profundidad de la crisis económica mundial se ha vivido de manera desigual en los diferentes países. Un decrecimiento más acusado se produjo en Estados Unidos y Europa occidental en su conjunto. Pueden sorprender la evolución negativa registrada en China, Australia y Nueva Zelanda, pero, en este caso, se debe comprender que tres economías muy dependientes del comercio internacional, de sus exportaciones, se han visto seriamente dañadas en sus resultados macroeconómicos, aunque la difusión del COVID-19 fuese contenida muy satisfactoriamente. En el siguiente mapa (''Variación del Producto Interior Bruto en la Unión europea'') que representa en detalle a los países de la UE, se han querido mostrar dos valores complementarios: el primero, la variación del PIB entre mediados del 2019 y el 1 de julio de 2020, y el segundo el PIB per cápita en 2020. Según el primero de ellos, las naciones mediterráneas y Bélgica son las que presentan cifras más negativas, que se atenúan considerablemente no tanto en Europa oriental como en Irlanda, Suecia y Finlandia. En cambio, si se toman registros de todo el año, son el norte del continente y una serie de países centrales del mismo (Alemania, Francia, Países Bajos, etc.) los que presentan unos registros peores frente a una crisis un poco menos acusada en Europa Oriental, además de en España, Portugal, Italia y Grecia.
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En lo referido al Producto Interior Bruto (PIB), el mapa muestra los conocidos contrastes entre los países más desarrollados y los más pobres. No obstante, cabe señalar que dentro del mismo año 2020 la profundidad de la crisis económica mundial se ha vivido de manera desigual en los diferentes países. Un decrecimiento más acusado se produjo en Estados Unidos y Europa occidental en su conjunto. Pueden sorprender la evolución negativa registrada en China, Australia y Nueva Zelanda, pero, en este caso, se debe comprender que tres economías muy dependientes del comercio internacional, de sus exportaciones, se han visto seriamente dañadas en sus resultados macroeconómicos, aunque la difusión del COVID-19 fuese contenida muy satisfactoriamente. En el siguiente mapa (''Variación del Producto Interior Bruto en la Unión Europea'') que representa en detalle a los países de la UE, se han querido mostrar dos valores complementarios: el primero, la variación del PIB entre mediados del 2019 y el 1 de julio de 2020, y el segundo el PIB per cápita en 2020. Según el primero de ellos, las naciones mediterráneas y Bélgica son las que presentan cifras más negativas, que se atenúan considerablemente no tanto en Europa oriental como en Irlanda, Suecia y Finlandia. En cambio, si se toman registros de todo el año, son el norte del continente y una serie de países centrales del mismo (Alemania, Francia, Países Bajos, etc.) los que presentan unos registros peores frente a una crisis un poco menos acusada en Europa Oriental, además de en España, Portugal, Italia y Grecia.
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Para finalizar con los impactos socioeconómicos, se aportan dos representaciones que tratan de medir tanto la coyuntura como rasgos estructurales del mercado de trabajo en los países de la UE en 2020. Por una parte, la tasa de paro expresa lo ya conocido de unas cifras muy elevadas en España, Grecia y algunos países bálticos (en particular, Letonia y Lituania). Los altos valores de Suecia y Finlandia parecen deberse más a una situación concreta agravada por la crisis del COVID-19, mientras que la mayoría de las naciones de Europa del Este reflejan unos porcentajes menores. A este respecto, cabe indicar que el desempleo ha aumentado más en aquellos países donde los valores ya eran elevados con anterioridad. De hecho, un mercado de trabajo frágil se ve más afectado por una coyuntura de crisis, que otro estable. Esto, a pesar de que el instrumento de las regulaciones temporales de empleo suavice mucho los registros finales obtenidos. Por su parte, los incrementos de los países nórdicos pueden obedecer a unas mejores condiciones de atención general a los parados, con lo que el desempleo no adquiere unas connotaciones tan trágicas como en el sur. En relación con estos datos, sorprende que Alemania no los haya actualizado, pero curiosamente esta gran potencia europea es la patria de los miniempleos y su transparencia habitual en estos valores tampoco es muy satisfactoria.
 
Para finalizar con los impactos socioeconómicos, se aportan dos representaciones que tratan de medir tanto la coyuntura como rasgos estructurales del mercado de trabajo en los países de la UE en 2020. Por una parte, la tasa de paro expresa lo ya conocido de unas cifras muy elevadas en España, Grecia y algunos países bálticos (en particular, Letonia y Lituania). Los altos valores de Suecia y Finlandia parecen deberse más a una situación concreta agravada por la crisis del COVID-19, mientras que la mayoría de las naciones de Europa del Este reflejan unos porcentajes menores. A este respecto, cabe indicar que el desempleo ha aumentado más en aquellos países donde los valores ya eran elevados con anterioridad. De hecho, un mercado de trabajo frágil se ve más afectado por una coyuntura de crisis, que otro estable. Esto, a pesar de que el instrumento de las regulaciones temporales de empleo suavice mucho los registros finales obtenidos. Por su parte, los incrementos de los países nórdicos pueden obedecer a unas mejores condiciones de atención general a los parados, con lo que el desempleo no adquiere unas connotaciones tan trágicas como en el sur. En relación con estos datos, sorprende que Alemania no los haya actualizado, pero curiosamente esta gran potencia europea es la patria de los miniempleos y su transparencia habitual en estos valores tampoco es muy satisfactoria.

Revisión del 12:39 21 jun 2021

Plantilla:ANEMonografia


Estructura temática > Contexto global de la pandemia COVID-19 > Efectos sociales, económicos y ambientales en el mundo y en la Unión Europea

La pandemia generada por la difusión del SARS-CoV-2 no sólo tiene una dimensión sobre la salud pública. La paralización o limitación de numerosas actividades decretada para controlar la enfermedad ha tenido efectos económicos indudables, llevando a buena parte del mundo a una aguda recesión. Además, esta contracción de los sectores productivos, junto con las fuertes limitaciones a la movilidad, han supuesto una reducción coyuntural de los impactos ambientales, siempre derivados de un modelo de desarrollo que prioriza el consumo de combustibles fósiles y la generación de grandes volúmenes de residuos.


Efectos socioeconómicos

Para comprender la situación del mercado laboral, se parte de dos gráficos muy generales con datos a escala mundial. El titulado Evolución del mercado de trabajo en el mundo representa en el medio plazo (los primeros veinte años del siglo XXI), la evolución del empleo a nivel global, del trabajo asalariado y la tasa de desempleo, según estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En un gráfico de ese tipo apenas se observan variaciones significativas, si bien en el tránsito desde 2019 se aprecia un descenso del total de trabajadores, en particular no asalariados, y un muy moderado repunte del paro global. De forma complementaria, el gráfico referido a la distribución de los trabajadores con pobreza laboral en el mundo, reafirma una idea ya conocida. En los países subsaharianos y otras regiones subdesarrolladas buena parte de la fuerza laboral presenta pobreza severa, mientras que la pobreza moderada se extiende también por diversas áreas del mundo como Asia oriental, Asia meridional y África del Norte.

Un mapa muy clarificador de lo que ha supuesto la pandemia en la actividad económica es el de horas de trabajo perdidas por países, como consecuencia del COVID-19. En el mapa se realiza una cartografía precisa de dónde las restricciones asociadas a la pandemia han provocado mayor impacto en la fuerza laboral. Así, destacan por su negatividad los registros de la América andina (desde Colombia hasta Argentina), parte de Centroamérica, una serie de países de la cuenca mediterránea (España, Italia, Turquía y Marruecos, entre otros), India, Bangladesh, Sudáfrica, Filipinas y Omán. Por lo general, coinciden con algunos los territorios más afectados por la enfermedad y que previamente poseían un mercado laboral frágil. En el extremo opuesto, China, Australia y Nueva Zelanda, que han sido puestos como ejemplo de contención exitosa del virus, casi no se han resentido. Del mismo modo, naciones europeas como Noruega, Finlandia, República Checa, Lituania y Bielorrusia apenas pierden horas de trabajo en esta primera ola, pero no se podría generalizar este panorama a toda la crisis.

En lo referido al Producto Interior Bruto (PIB), el mapa muestra los conocidos contrastes entre los países más desarrollados y los más pobres. No obstante, cabe señalar que dentro del mismo año 2020 la profundidad de la crisis económica mundial se ha vivido de manera desigual en los diferentes países. Un decrecimiento más acusado se produjo en Estados Unidos y Europa occidental en su conjunto. Pueden sorprender la evolución negativa registrada en China, Australia y Nueva Zelanda, pero, en este caso, se debe comprender que tres economías muy dependientes del comercio internacional, de sus exportaciones, se han visto seriamente dañadas en sus resultados macroeconómicos, aunque la difusión del COVID-19 fuese contenida muy satisfactoriamente. En el siguiente mapa (Variación del Producto Interior Bruto en la Unión Europea) que representa en detalle a los países de la UE, se han querido mostrar dos valores complementarios: el primero, la variación del PIB entre mediados del 2019 y el 1 de julio de 2020, y el segundo el PIB per cápita en 2020. Según el primero de ellos, las naciones mediterráneas y Bélgica son las que presentan cifras más negativas, que se atenúan considerablemente no tanto en Europa oriental como en Irlanda, Suecia y Finlandia. En cambio, si se toman registros de todo el año, son el norte del continente y una serie de países centrales del mismo (Alemania, Francia, Países Bajos, etc.) los que presentan unos registros peores frente a una crisis un poco menos acusada en Europa Oriental, además de en España, Portugal, Italia y Grecia.

Para finalizar con los impactos socioeconómicos, se aportan dos representaciones que tratan de medir tanto la coyuntura como rasgos estructurales del mercado de trabajo en los países de la UE en 2020. Por una parte, la tasa de paro expresa lo ya conocido de unas cifras muy elevadas en España, Grecia y algunos países bálticos (en particular, Letonia y Lituania). Los altos valores de Suecia y Finlandia parecen deberse más a una situación concreta agravada por la crisis del COVID-19, mientras que la mayoría de las naciones de Europa del Este reflejan unos porcentajes menores. A este respecto, cabe indicar que el desempleo ha aumentado más en aquellos países donde los valores ya eran elevados con anterioridad. De hecho, un mercado de trabajo frágil se ve más afectado por una coyuntura de crisis, que otro estable. Esto, a pesar de que el instrumento de las regulaciones temporales de empleo suavice mucho los registros finales obtenidos. Por su parte, los incrementos de los países nórdicos pueden obedecer a unas mejores condiciones de atención general a los parados, con lo que el desempleo no adquiere unas connotaciones tan trágicas como en el sur. En relación con estos datos, sorprende que Alemania no los haya actualizado, pero curiosamente esta gran potencia europea es la patria de los miniempleos y su transparencia habitual en estos valores tampoco es muy satisfactoria.

Por su parte, la tasa de ocupación parece expresar más comportamientos muy asentados que han adquirido casi una condición estructural, como la todavía incompleta incorporación femenina al empleo fuera del hogar en los países mediterráneos frente a las tendencias del norte del continente. Cabe señalar también que todos los datos están condicionados por las políticas de cese temporal de la actividad, que algunas naciones impulsaron para contrarrestar los efectos laborales negativos de la pandemia. Las tasas de ocupación más altas se registran en Suecia y los Países Bajos, donde cabe referirse a un pleno empleo masculino y femenino en contextos de envejecimiento poblacional atenuado. Por el contrario, España, Italia y Grecia muestran registros entre el 55% y el 60%, lo que implica que la recuperación del empleo una vez superada la pandemia, deberá acompañarse de políticas activas, sobre todo dirigidas a mujeres y jóvenes.

En resumen, la pandemia ha provocado el desencadenamiento de una crisis económica muy grave, que ha sido paliada momentáneamente con el incremento de las emisiones de dinero (con EEUU y la UE a la cabeza) y un notable incremento del gasto público. Cuando los efectos de la enfermedad se vayan superando, se asistirá a una indudable recuperación productiva, pero años después tendrá que corregirse el nivel de endeudamiento general que permitió superar los efectos económicos y en el empleo generados por la difusión de la COVID-19.


Efectos ambientales

El medio ambiente se ha visto también afectado, indudablemente, por la pandemia COVID-19. El desarrollo de la fase inicial de confinamiento y reducción consiguiente de la actividad económica en muchos países desarrollados tuvo un efecto directo sobre la contaminación del aire y del agua, así como sobre las emisiones de gases de efecto invernadero. La demanda de energía primaria se redujo un 4% en 2020 y las emisiones de CO2 disminuyeron en un 5,8% en ese periodo, según datos de la Agencia Internacional de la Energía. Se trata de una caída de valores que no se habían registrado a escala planetaria desde la segunda guerra mundial. Este hecho llevó a varios organismos internacionales como la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) a revisar a la baja las proyecciones de emisiones de gases de efecto invernadero para la tercera década del siglo XXI, respecto a las elaboradas antes del desarrollo de la pandemia. No obstante, la evolución de la contaminación atmosférica y de las emisiones de CO2 en algunas regiones del mundo, en relación con la evolución de la crisis sanitaria, como ocurrió en China en la segunda mitad de 2020, no se prestan al optimismo en esta cuestión a escala planetaria.

Al respecto, la situación de los niveles de contaminación atmosférica y de emisiones de gases de efecto invernadero en China, país origen del foco originario del SARS-CoV-2, resultó muy significativa, puesto que el descenso de valores de contaminación comenzó antes que en Europa o Estados Unidos, pero ya inició su recuperación antes del verano de 2020. De esta manera, en el conjunto del año, la presencia de partículas contaminantes en las grandes ciudades (Pekín, Shanghái) y de emisiones de CO2 a la atmósfera resultaron, curiosamente, superiores en un 5% respecto a los valores de 2019. En la Unión Europea y en Estados Unidos la caída de emisiones contaminantes fue drástica de marzo a mayo de 2020 (entre -20% y -25%) y se mantuvo por debajo de los valores de 2019 en el resto del año. Por sectores, la contaminación procedente del transporte terrestre y de la industria fue la que experimentó un descenso brusco en la primera mitad de 2020, para recuperarse lentamente en la segunda. Los valores de emisiones de CO2, atribuidas al transporte aéreo y marítimo, sin embargo, no recobraron una tendencia creciente.

La transparencia y calidad del aire fue notable en muchas ciudades, especialmente industriales, de los países desarrollados. Por su parte, la calidad del agua de ríos y mares mejoró sustancialmente en los meses de confinamiento debido a la disminución drástica de vertidos industriales. Este hecho ha sido muy notable en Europa y Norteamérica. Se han generado imágenes muy significativas de recuperación de calidad del agua en los canales de Venecia. Asimismo, en algunas grandes ciudades europeas se produjeron avistamientos en calles y avenidas de animales silvestres ante la falta de presión humana.



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Texto: Xxxx. Véase la lista de participantes


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En la página Libros Digitales del ANE puedes descargar la obra completa La pandemia COVID-19 en España. Primera ola: de los primeros casos a finales de junio de 2020.