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La pandemia COVID-19 tuvo relación directa con diferentes elementos ambientales en España. Con la premisa de que los aspectos humanos (movilidad, acumulación de población en los núcleos urbanos, proporción de las cohortes de personas mayores, mayor o menor cumplimiento de las recomendaciones sanitarias) son la causa principal de explicación de la expansión del virus, así también diferentes elementos atmosféricos se ha comprobado que se han comportado como agentes activos para el reparto territorial de contagios. En general, ambientes secos con niveles de contaminación elevados, temperaturas frías (entre 5ºC y 11ºC) y poco movimiento de aire, favorecen la transmisión del coronavirus; por el contrario, espacios geográficos con temperaturas cálidas (a partir de 18ºC), humedad relativa alta (>70%), aire limpio y en movimiento (por ejemplo, soplo de la brisa) son, a priori, medios menos transmisores. La incidencia estacional durante el año 2020 manifestó en todo el mundo y también en España mayores afecciones y víctimas mortales durante los meses de invierno frente al verano. La transmisión mundial del coronavirus, desde el núcleo originario de Wuhan (China) hasta Europa y luego Norteamérica, no siguió el sentido de los vientos característico de latitudes medias dentro del esquema de la circulación general atmosférica; ello confirma que el factor humano ha sido el protagonista principal de la propagación. Sin embargo, en España la expansión del virus se retrasó unas semanas (hasta finales de febrero e inicios de marzo) respecto a otras zonas europeas, debido a las condiciones básicamente anticiclónicas del mes de febrero que favoreció, en general, el registro de temperaturas anormalmente cálidas en toda España y de valores de insolación elevados, propiciando el desarrollo de una mayor estancia de las personas al aire libre. Todo ello debido a la elevada frecuencia de días anticiclónicos, causados por dorsales de aire tropical marítimo sobre el espacio sinóptico peninsular.
 
La pandemia COVID-19 tuvo relación directa con diferentes elementos ambientales en España. Con la premisa de que los aspectos humanos (movilidad, acumulación de población en los núcleos urbanos, proporción de las cohortes de personas mayores, mayor o menor cumplimiento de las recomendaciones sanitarias) son la causa principal de explicación de la expansión del virus, así también diferentes elementos atmosféricos se ha comprobado que se han comportado como agentes activos para el reparto territorial de contagios. En general, ambientes secos con niveles de contaminación elevados, temperaturas frías (entre 5ºC y 11ºC) y poco movimiento de aire, favorecen la transmisión del coronavirus; por el contrario, espacios geográficos con temperaturas cálidas (a partir de 18ºC), humedad relativa alta (>70%), aire limpio y en movimiento (por ejemplo, soplo de la brisa) son, a priori, medios menos transmisores. La incidencia estacional durante el año 2020 manifestó en todo el mundo y también en España mayores afecciones y víctimas mortales durante los meses de invierno frente al verano. La transmisión mundial del coronavirus, desde el núcleo originario de Wuhan (China) hasta Europa y luego Norteamérica, no siguió el sentido de los vientos característico de latitudes medias dentro del esquema de la circulación general atmosférica; ello confirma que el factor humano ha sido el protagonista principal de la propagación. Sin embargo, en España la expansión del virus se retrasó unas semanas (hasta finales de febrero e inicios de marzo) respecto a otras zonas europeas, debido a las condiciones básicamente anticiclónicas del mes de febrero que favoreció, en general, el registro de temperaturas anormalmente cálidas en toda España y de valores de insolación elevados, propiciando el desarrollo de una mayor estancia de las personas al aire libre. Todo ello debido a la elevada frecuencia de días anticiclónicos, causados por dorsales de aire tropical marítimo sobre el espacio sinóptico peninsular.

Revisión del 10:23 11 oct 2021


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La pandemia COVID-19 en España. Primera ola: de los primeros casos a finales de junio de 2020

Monografías del Atlas Nacional de España. Nuevo contenido


Estructura temática > Efectos sociales, económicos y ambientales > Repercusiones ambientales

La pandemia COVID-19 tuvo relación directa con diferentes elementos ambientales en España. Con la premisa de que los aspectos humanos (movilidad, acumulación de población en los núcleos urbanos, proporción de las cohortes de personas mayores, mayor o menor cumplimiento de las recomendaciones sanitarias) son la causa principal de explicación de la expansión del virus, así también diferentes elementos atmosféricos se ha comprobado que se han comportado como agentes activos para el reparto territorial de contagios. En general, ambientes secos con niveles de contaminación elevados, temperaturas frías (entre 5ºC y 11ºC) y poco movimiento de aire, favorecen la transmisión del coronavirus; por el contrario, espacios geográficos con temperaturas cálidas (a partir de 18ºC), humedad relativa alta (>70%), aire limpio y en movimiento (por ejemplo, soplo de la brisa) son, a priori, medios menos transmisores. La incidencia estacional durante el año 2020 manifestó en todo el mundo y también en España mayores afecciones y víctimas mortales durante los meses de invierno frente al verano. La transmisión mundial del coronavirus, desde el núcleo originario de Wuhan (China) hasta Europa y luego Norteamérica, no siguió el sentido de los vientos característico de latitudes medias dentro del esquema de la circulación general atmosférica; ello confirma que el factor humano ha sido el protagonista principal de la propagación. Sin embargo, en España la expansión del virus se retrasó unas semanas (hasta finales de febrero e inicios de marzo) respecto a otras zonas europeas, debido a las condiciones básicamente anticiclónicas del mes de febrero que favoreció, en general, el registro de temperaturas anormalmente cálidas en toda España y de valores de insolación elevados, propiciando el desarrollo de una mayor estancia de las personas al aire libre. Todo ello debido a la elevada frecuencia de días anticiclónicos, causados por dorsales de aire tropical marítimo sobre el espacio sinóptico peninsular.

No obstante, la menor calidad del aire de ciudades grandes como Madrid o Bilbao y unas temperaturas nocturnas más frías respecto a localidades del sur peninsular o del litoral mediterráneo permitieron la mayor difusión de contagios en estos núcleos en las fases iniciales de la pandemia. La comparación de los valores térmicos de febrero de 2020 con los anotados en febrero de 1981-2010 que reflejan los mapas adjuntos resulta esclarecedora de lo señalado. En marzo de 2020 las condiciones atmosféricas cambiaron de forma notable, persistiendo las jornadas inestables, la entrada frecuente de borrascas y el desarrollo de precipitaciones. En el momento de confinamiento en los domicilios, decretado en el primer estado de alarma (marzo-abril 2020), la abundancia de días cubiertos y lluviosos generaba un ambiente propicio para la estancia en los domicilios. Esta situación produjo, por un lado, una limpieza del aire y una reducción de los niveles de contaminación atmosférica, no solo por el impacto de la menor actividad humana, sino por el movimiento atmosférico; por otro lado, el ambiente más fresco generaba condiciones favorables para la expansión del virus. El mapa que representa los valores de insolación mensual en marzo de 2020, respecto a lo registrado en el periodo 1981-2010, ilustra sobre la frecuencia de jornadas nubosas, grises, de los primeros momentos de la pandemia. A partir del mes de mayo, la subida generalizada de temperaturas propiciaba condiciones favorables para la disminución de la transmisión del virus, en la fase de la incidencia descendente de la primera oleada de la pandemia, como agente colaborador de las drásticas condiciones de profilaxis sanitaria que los responsables de la lucha contra la pandemia establecieron.


Temperatura media del mes de febrero en Barcelona, Bilbao, Gran Canaria, Logroño, Madrid, Palma


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Texto: Samuel Biener Camacho, Manuel Gilibert Valdés, Javier Martí Talavera, Enrique Moltó Mantero, José Ojeda Zújar, Jorge Olcina Cantos, Antonio Oliva Cañizares, Pilar Paneque Salgado, Víctor Rodríguez Galiano y Esther Sánchez Almodóvar. Véase la lista de participantes


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Bibliografía



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