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La segunda gran región acogedora de españoles es la Unión Europea (UE), con más de 800.000 emigrantes. Desde la adhesión de España, este concepto de frontera, además, hay que utilizarlo con los matices de dulcificación que la propia UE incorpora a sus señas de identidad. De hecho, estas fronteras no deben existir para los intercambios comerciales ni para la libre circulación de personas.
En cualquier caso, la contabilidad y las estadísticas nacionales existen y en ellas se observa que Francia, Alemania, países del Benelux, Suiza o Reino Unido fueron los países a los que se dirigió la emigración española de los años cincuenta y sesenta, y donde mayoritariamente se ha dirigido tras la debacle de 2008. En total, en 150 países figura inscrito algún ciudadano español, pero de ellos, con más de 1.000 habitantes, tan solo figuran 40. Con todo, la presencia española en el mundo deja muy pocos espacios sin hacerse realidad, y cada vez se afianza más como una emigración cualificada, muchas veces ligada a la expansión internacional de las empresas españolas en espacios de fuerte crecimiento, como lo fue Andorra, países del golfo Pérsico o Australia.<br><br>
{{ANEAutoria|Autores= Ángel Pueyo Campos, Nuria Esther Pascual Bellido}}