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Autor | Atlas Nacional de España (ANE) |
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Anchura | 1555 px |
Altura | 1141 px |
Bits por componente |
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Composición de pixel | RGB |
Orientación | Normal |
Número de componentes | 3 |
Resolución horizontal | 150 ppp |
Resolución vertical | 150 ppp |
Software usado | Adobe Photoshop CS5 Windows |
Fecha y hora de modificación del archivo | 15:33 7 mar 2019 |
Versión de Exif | 2.21 |
Comentarios de usuario | Durante el siglo XVI la población urbana tendió a crecer y los índices de urbanización alcanzaron límites desconocidos hasta esos momentos. Distintos factores, como las consecuencias derivadas de la Reconquista, así como también el proceso de repoblación medieval, permiten explicar que, en lo tocante a la distribución de la población urbana, se constate en dicha centuria el tradicional predominio del centro sobre la periferia en nuestra península. En el caso de la repoblación, los “repartimientos” de casas, huertos y fincas periurbanas al otro lado del Ebro y más allá del sistema Central (con una segunda y potente fase, a partir del XIII, al sur de Sierra Morena), contribuyeron decisivamente al asentamiento y crecimiento de la población. Es cierto que la sociedad de comienzos de la modernidad se siguió caracterizando, entre otros aspectos, por el enorme peso de la agricultura y su dimensión rural. Pero no es menos cierto que las ciudades fueron aumentando en número y en importancia de modo paralelo, hasta alcanzar niveles superiores a los del resto del continente en cuanto a población urbana. Esto lo corrobora el hecho de que la tasa de urbanización española a finales del quinientos fuese de, aproximadamente, un 11,4 % frente a la del continente europeo, que rondaba el 7,6 %. Un análisis del urbanismo del quinientos permite detectar distintos modelos respecto al poblamiento. En la franja más septentrional de la Península asistimos, por un lado, al desarrollo de las villas marineras cantábricas, a la vez que predomina en todo el territorio un poblamiento de tipo disperso. En cuanto al amplio espacio entre la Cordillera Cantábrica y el Sistema Central (Castilla y León), asistimos a un importante proceso de urbanización en el que, sin duda, la expansión de actividades relacionadas con el sector secundario, el crecimiento del terciario y, en particular, la expansión y notoriedad que alcanzaron las ferias de Medina del Campo, Medina de Rioseco y Villalón influyeron notablemente en el esplendor urbano de dicho espacio. Al sur de las montañas centrales, factores similares, pero también el papel que jugó Madrid como capital, explican el auge de algunas ciudades como Toledo, Ciudad Real o Cuenca. El caso de Madrid fue sintomático por su meteórico ascenso poblacional. Durante la Guerra de las Comunidades, con las que se alzó en armas, no llegaba los 10.000 habitantes; cuando Felipe II decide trasladar a ella la capital ronda los 20.000; y a finales de siglo superaba los 50.000 muy ampliamente. La Villa y Corte se convirtió (como todavía hoy) en un núcleo dinamizador de un amplio territorio alrededor.Pero, sin embargo, en dicho siglo, el mayor grado de urbanización se situó alrededor del Valle del Guadalquivir. No sólo porque estos espacios (en la Andalucía occidental, pero también en la oriental) no tuvieran ya una alta población en la Edad Media, sino porque sus riquezas naturales, su favorable clima y, sobre todo, su conversión en plataforma de lanzamiento de la expansión americana fueron decisivos.Esa fuerte urbanización que presentaron los territorios de la Corona de Castilla contrastó con la realidad de la Corona de Aragón, donde, más allá de las capitales territoriales, fueron pocas las ciudades localizadas en su interior.Diferente fue la realidad urbana en el seiscientos, cuando se produjo el hundimiento económico de muchas ciudades dentro de una tendencia a la despoblación y la desurbanización. Además, en dicha centuria se asistió a otro importante cambio de tendencia demográfica (emigración a América, guerras exteriores, epidemias, alta dedicación masculina y sobre todo femenina a la iglesia…) por la que el protagonismo pasó de las ciudades del interior a las de la periferia y, muy particularmente, a la periferia meridional, donde se consolidó lo que pudiéramos llamar una verdadera red urbana. Merece una cierta mención destacar la masiva entrada de población femenina en los conventos por la mucho más alta calidad de vida (seguridad ante el dominio masculino, elección familiar de marido, independencia personal e intelectual…) y la mucho mayor esperanza de vida (mejor alimentación, aislamiento ante las pestes, tranquilidad de vida, inexistencia de partos…) lo que contribuyó no poco al descenso de natalidad.Entre los cambios que se produjeron en dicho siglo cabe mencionar, igualmente, cómo numerosos núcleos urbanos que habían presentado una cierta prosperidad en el quinientos vieron durante la centuria siguiente un descalabro, como sucedió en algunas ciudades de Castilla la Vieja, que sufrieron las consecuencias del decaimiento de las ferias o el fin de algunas fábricas de paños, como fue el caso de Segovia. Situación crítica que también se vivió en la submeseta sur, lo que permite hablar, para la primera mitad del siglo XVII, de una quiebra del desarrollo urbano para todo el centro peninsular, que se prolongaría extensamente en el tiempo. Una pérdida de población urbana que, en otras ocasiones, vino marcada por los acontecimientos políticos como, por ejemplo, la expulsión de los moriscos, sobre todo en distintas localidades del territorio andaluz, aragonés y, particularmente, el valenciano. Pero, también durante esta centuria, algunas ciudades dieron el relevo en su protagonismo a otras como sucedió en el ámbito andaluz con Sevilla, cuyo testigo fue recogido por la ciudad de Cádiz. Para comprender completamente esa crisis por la que atravesó el mundo urbano en el siglo XVII, es necesario señalar también las negativas consecuencias que tuvieron las sucesivas crisis epidémicas y que tuvieron especial incidencia en las ciudades, donde resultaba más fácil la transmisión de enfermedades. |
Espacio de color | Sin calibrar |
Fecha y hora de la digitalización | 12:38 25 may 2018 |
Fecha en la cual fueron modificados por última vez los metadatos | 16:33 7 mar 2019 |
Id. único del documento original | uuid:c57ce2db-6d98-4851-9b87-473c987c5580 |
Título breve |
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Palabras clave |
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Versión IIM | 32 025 |