Diferencia entre revisiones de «Trabajo»
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Revisión del 13:17 28 mar 2022
España en mapas. Una síntesis geográfica
Compendios del Atlas Nacional de España.
Estructura temática > Estructura territorial > Estructura económica > Trabajo
El análisis del mercado de trabajo es de enorme relevancia para determinar la salud de la economía, su dinamismo e, incluso, el bienestar social y el nivel de renta de la población. A partir de 2008, el mercado de trabajo español empezó a sufrir un enorme deterioro como consecuencia de la crisis económica. La reducción del número de ocupados y el consiguiente incremento del desempleo fue muy pronunciado: en el conjunto de España el número de parados llegó a alcanzar según la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de 2013 la cifra récord de 6.278.000 parados (26,9% de tasa de paro). Desde entonces y hasta el primer trimestre de 2017 el desempleo se ha reducido en unos dos millones de personas y la tasa de paro ha bajado hasta el 18,8%, un valor todavía muy elevado según los estándares europeos. La ocupación ha ido creciendo, aunque a un ritmo inferior al de la caída experimentada durante la crisis, y siguiendo la trayectoria actual habrá que esperar hasta 2020 para alcanzar, con 20 millones de ocupados, el nivel previo a la crisis.
Un elemento especialmente significativo del mercado de trabajo español, junto a unas tasas de paro tradicionalmente elevadas, es la persistencia de tasas relativamente bajas de actividad, al menos en relación con lo que es habitual en los países más desarrollados de Europa. Las menores tasas de actividad se encuentran en los territorios más envejecidos, algo muy claramente visible en la frontera con Portugal y en otras provincias en las que la persistencia histórica de una elevada emigración y una baja natalidad y fecundidad han conducido a estructuras demográficas con una muy escasa presencia de los grupos de edades activos laboralmente. La tasa de actividad solo alcanza valores algo más elevados en Madrid y su entorno metropolitano (Guadalajara, Toledo), el País Vasco y su entorno más inmediato (Cantabria, Burgos, La Rioja, Navarra), Zaragoza, el litoral mediterráneo entre Girona y Almería, Sevilla, Málaga y los dos archipiélagos. El hecho metropolitano, la inmigración, la juventud demográfica y el mayor dinamismo económico (industrial o turístico) se conjugan en diferentes grados y formas en cada uno de estos territorios para explicar su mejor nivel de actividad.
Ocupación
De continuar el ritmo de recuperación actual, el volumen de ocupados en España volverá a alcanzar los 20 millones en torno a 2020, una vez se haya recuperado desde los mínimos del primer trimestre de 2014 (con 17 millones de ocupados). En este proceso, sin embargo, se han agudizado las diferencias interregionales en cuanto a los niveles de ocupación, considerados aquí en relación al total de población de más de 16 años de edad.
El principal factor explicativo de las diferencias interregionales en ocupación es el dinamismo económico, que juega un papel claramente más importante que el grado de juventud o de envejecimiento poblacional. Las áreas más dinámicas, con una base económica sólida y lo suficientemente amplia, bien sea en el sector servicios bien en el sector industrial, son capaces de generar una oferta superior de puestos de trabajo. En estos casos, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo es superior y el volumen de población desanimada, que ni siquiera busca un empleo porque lo estima imposible, es menor.
Así, el mapa de Ocupados por sectores económicos que representa las tasas de ocupación provinciales replica, en cierta forma, el mapa de riqueza o renta per cápita: los mayores niveles se encuentran en Illes Balears, Madrid, el nordeste peninsular entre el País Vasco y Cataluña, el valle del Ebro y provincias limítrofes; también se observan tasas de ocupación relativamente altas en A Coruña y el litoral mediterráneo hasta Murcia. Entre los territorios con elevadas tasas de ocupación se encuentran los principales espacios metropolitanos, Madrid y Barcelona sobre todo, pero también muchos espacios no metropolitanos que se caracterizan por haber alcanzado una exitosa especialización productiva en un sector determinado; por poner algunos ejemplos se podría mencionar Illes Balears (turismo), o Burgos, Navarra, Gipuzkoa, La Rioja y Castellón (industria).
Tanto a escala provincial como de comunidad autónoma, la representación cartográfica de las tasas de ocupación permite apreciar muy bien la estructura básica de los diferentes ejes y subejes de desarrollo económico que pueden identificarse en la España peninsular y que han ido construyéndose a lo largo de la historia económica regional de, al menos, el último siglo. El área más desarrollada se localiza en Madrid, –que a una escala metropolitana incluye en sus dinámicas también a Toledo y Guadalajara–, y en el nordeste peninsular, –entre los polos pioneros de la industrialización española del País Vasco y Cataluña y los espacios vecinos a estos, principalmente el valle del Ebro–. Desde este núcleo más desarrollado se aprecian tres ejes de desarrollo que se despliegan a lo largo del litoral atlántico (Cantabria, Asturias, litoral gallego), el litoral mediterráneo (Comunitat Valenciana y Murcia) y el corredor hacia Portugal en Castilla y León, (la diagonal castellana Burgos-Palencia-Valladolid-Salamanca), que se van debilitando a medida que se alejan del núcleo nororiental. Los espacios menos desarrollados y con menores tasas de ocupación se encuentran por el contrario en el sur y oeste, allí donde el dinamismo económico es menor y la oferta de puestos de trabajo más reducida; a escala autonómica, Andalucía y Extremadura serían las regiones con un menor nivel de desarrollo.
Las tasas de ocupación son algo menores entre las mujeres (43,3%) que entre los varones (53,5%). Existe, por tanto, cierto margen todavía para el incremento general de los niveles de ocupación mediante una mayor incorporación de la mujer al mercado de trabajo, especialmente entre los 40 y los 60 años, edades a las que el «déficit» de mujeres ocupadas es algo mayor.
Las diferencias regionales son también ostensibles en cuanto a la cualificación de los ocupados, medido en el mapa Ocupados según sexo y nivel de formación a través del nivel de estudios alcanzados. Acorde con su grado de desarrollo, solamente en dos regiones más de la mitad de los ocupados cuentan con un título superior: Madrid y la región vasco-navarra; en segundo lugar, y con una presencia de titulados superiores por encima de la media española, destacan sólo Asturias, Cantabria y Cataluña. En principio, esta superior formación está ligada a mercados de trabajo más exigentes, a la presencia de sectores y actividades que precisan una superior cualificación y, en general, a niveles más altos de productividad.
En este ámbito resulta también relevante que el nivel de cualificación de las mujeres ocupadas es significativamente superior al de los hombres ocupados: en 2017, para el conjunto de España, el 42,3% de las mujeres ocupadas tenían estudios superiores, frente al 37,6% de los hombres ocupados. Esto ocurre en todos los casos y en regiones con muy diferente nivel de desarrollo, pero es precisamente en las regiones con menor nivel de desarrollo y mercados de trabajo menos dinámicos donde este contraste de cualificaciones es mayor: Murcia, Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León. En estos casos, se deja sentir la mayor importancia relativa dentro de los mercados de trabajo regionales del empleo altamente cualificado encuadrado en la administración y los servicios públicos, en los que la presencia de mujeres es especialmente relevante.
Afiliación
La evolución de la afiliación de los trabajadores a la Seguridad Social es uno de los indicadores de la capacidad de creación o destrucción de empleo formal. Desde finales de los años noventa del pasado siglo se detecta una tendencia claramente ascendente del número de afiliados en el Régimen General, manteniéndose estable, con un leve crecimiento, el de trabajadores autónomos, hasta mediados de 2008, cuando la crisis económica se evidencia con una clara destrucción de empleo. A finales de enero de 2001, hay un total de 15.204.072 de personas afiliadas a la Seguridad Social, de los que algo más de 12 millones pertenecen al Régimen General, 2,5 millones son trabajadores autónomos, y el resto pertenecen al Régimen Especial del Mar y al de Minería del Carbón. En 2008, estas cifras llegan a su máximo, con un total de 19.111.058 afiliados el último día de enero. Tomando esta referencia, el año siguiente, 2009, registra una pérdida de casi un millón de afiliados que marcará el inicio de una reducción del empleo que no parece empezar a recuperarse hasta 2014. A finales de diciembre de 2015, el número total de afiliados a la Seguridad Social en el conjunto de España asciende a 17.180.590 personas, con lo que se han recuperado los niveles de 2005, antes de que se iniciase la gran recesión.
El enorme aumento del número de afiliados previo a 2009 se debe fundamentalmente a la creación de empleo y a la llegada de inmigrantes para cubrir estos puestos de trabajo. La recesión económica y la emigración de retorno como consecuencia de la misma, explican la reducción del número de afiliados a la seguridad social a partir del año indicado.
Los afiliados en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos pasan de 2.583.572 el 30 de enero 2001, a 3.273.471 en 2009 y a 3.110.596 en la misma fecha de 2015. Supone un importante aumento en los años de comienzo de siglo y una ligera reducción en el último período considerado, lo cual se puede atribuir, como en el caso del Régimen General, al impacto de la crisis económica y la destrucción de empleo que supuso. El momento de mayor afiliación de autónomos fue junio de 2008, con más de 3,1 millones de afiliados, y el menor enero de 2001, con poco más de 2,5 millones de afiliados. Febrero de 2013 es el mes de la crisis con menor número de autónomos afiliados, algo más de 2,8 millones. Los meses finales de 2007 y todo 2008 presentan el mayor número de autónomos. La pérdida de empleo anima a muchos trabajadores a iniciar su propia empresa, lo que explica la mejora de las cifras de afiliados en los años de mayor recesión.
Desde el punto de vista regional, son las provincias del nordeste peninsular las que en 2015 presentan unas tasas de afiliación a la Seguridad Social más elevadas, por encima de la media nacional que es de 53,8%. Las provincias más pobladas, como son Madrid y Barcelona, seguidas de Valencia y Sevilla, son las que muestran un mayor número total de afiliados. Las dos primeras suponen el 30,2% del total de afiliados de España. Barcelona es la provincia con mayor número de trabajadores autónomos de España y Cataluña la comunidad autónoma que ocupa la primera posición en este tipo de afiliados, seguida por Andalucía, Madrid y la Comunitat Valenciana. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla son las que presentan menor número de trabajadores de todos los regímenes afiliados a la Seguridad Social, seguidas de provincias con escasa población como son Soria, Ávila, Teruel, Zamora, Segovia, Palencia, etc., aunque mantienen tasas de afiliación elevadas.
Los regímenes especiales del Mar y de la Minería del Carbón agrupan muy escasa población pero muy concentrada territorialmente. El primero destaca en Galicia, concretamente en la provincia de Pontevedra, que con más de 13.000 afiliados (20.270 en toda Galicia), supone el 23,3% de todos los afiliados en este régimen en España. Destaca también Andalucía, con algo más de ocho mil afiliados, donde Cádiz acumula casi la mitad (3.800 afiliados). Respecto a la Minería del Carbón, es Asturias, con 2.377 afiliados, la comunidad autónoma más destacable (agrupa el 66% de los afiliados en este régimen de toda España), seguida por Castilla y León (833 afiliados, 804 de ellos en la provincia de León) y Aragón, con una gran concentración en la provincia de Teruel.
En 2015, el número de trabajadores extranjeros afiliados a la Seguridad Social en España asciende a 1.627.838, de los que 961.707 proceden de países que no pertenecen a la UE (media de diciembre de 2015). La mayoría pertenecen al Régimen General, 202.168 afiliados, a los que hay que añadir los afiliados a los sistemas especiales Agrario y del Hogar (con 207.839 y 202.168 afiliados respectivamente). En total, los extranjeros residentes en España suponen el 10,6% del total de afiliados a la Seguridad Social, sin embargo, en el Sistema Especial Agrario los extranjeros son el 25,5% y en el del Hogar el 47%, lo que supone una concentración elevada de estos residentes en empleos de baja calidad, por cuanto no es necesaria una elevada cualificación, y los salarios son generalmente bajos. Además, explica la diferencia por sexos, ya que los trabajadores en la agricultura suelen ser hombres, y en el hogar mujeres, lo que revela, a su vez, también las diferencias regionales al respecto, por cuanto la oferta laboral está más o menos vinculada a uno de estos sectores de actividad.
Por comunidades autónomas, cabe señalar el peso de estos trabajadores en Cataluña, especialmente en la provincia de Barcelona, la Comunidad de Madrid, Andalucía y la Comunitat Valenciana. La variación del número de trabajadores extranjeros afiliados entre 2007 y 2015 permite apreciar la pérdida durante el período de crisis en todas las provincias, excepto en Huelva, Almería, Gipuzcoa y Bizkaia. Las provincias con pérdidas de población trabajadora extranjera más acusadas son León, Teruel, Albacete, Toledo y Ávila, no sólo por la emigración de retorno, sino también por la emigración hacia lugares con mayores posibilidades de encontrar empleo, como la costa mediterránea, con empleo vinculado al turismo, o la capital de España.
Paro
El desempleo es en la actualidad, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), uno de los problemas que más preocupa a los españoles. Más del 70% de la población indica que es la principal dificultad a la que se enfrenta el país, y en años críticos, como entre 2011 y 2014, esta cifra superaba el 80%. En España el objetivo de la Estrategia Europea 2020, conseguir que el 75% de los hombres y mujeres de entre 20 y 64 años tengan un empleo, está aún lejos de alcanzarse.
La crisis económica ha tenido como efecto más devastador un enorme aumento del desempleo. Entre 2008 y 2012 la tasa de paro masculina se ha elevado 14,7 puntos, mientras que la femenina lo ha hecho en 12,3 puntos. Además, el mayor incremento se ha producido en la población más joven (entre 16 y 25 años), pues en el mismo período la tasa de los jóvenes varones ha aumentado en 30,7 puntos y la de las mujeres en 26 puntos, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), como se aprecia en el mapa Paro juvenil. En ambos casos, la tasa de paro española doblaba en aquel año la media de la UE y, en el caso de los hombres jóvenes, era la más alta de Europa, quedando la de las mujeres en segunda posición, después de Grecia. En 2014 la tasa de paro en España es de 24,4, frente a la media europea de 10,8.
La brecha de género se ha reducido considerablemente en el período de la crisis, pasando de tres puntos en el año 2008 a 0,5 en 2009 y 1,1 en 2013, todo ello como consecuencia del mayor crecimiento del desempleo entre los hombres durante este período.
Las provincias más afectadas por el paro son las del sur de España, en particular las pertenecientes a Andalucía y Canarias, así como Badajoz y Ciudad Real. En el cuarto trimestre de 2014, la tasa de paro más elevada correspondió a Andalucía con un 34%, seguida por Ceuta y Canarias, ambas con una tasa de paro superior al 30%, y Extremadura con el 29,9%. Todas ellas especialmente afectadas por el paro de larga duración (más de 1 año buscando empleo, según se observa en el mapa Parados según sexo y tiempo de búsqueda de empleo). Las regiones menos afectadas por el desempleo fueron Navarra (14%), País Vasco (16%) y La Rioja (17%). La media nacional en el primer trimestre de 2014 ascendía a 23,7%.
Las mayores tasas de paro entre la población extranjera se alcanzaron en Ceuta (67%) y Melilla (46%), seguidas por las comunidades de Castilla-La Mancha y País Vasco con tasas superiores al 40% y, por último, Navarra, Aragón, Extremadura y Andalucía con tasas de paro de población extranjera entre el 37% y 39%.
El porcentaje de desempleados con nivel educativo de secundaria es de un 27% para las mujeres y un 24% para los hombres. Los porcentajes más bajos son los que corresponden a la educación superior, con un 17% para las mujeres y un 14% para los hombres (2014), aun así muy por encima de la media de la UE, con cifras para ambos casos inferiores al 11% en el caso de secundaria y al 7% en el caso de la educación superior.
En la página Libros Digitales del ANE puedes descargar la obra completa España en mapas. Una síntesis geográfica.