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Después de analizar aquellos aspectos geográficos relevantes de la UE que han podido influir en la pandemia, como densidades, envejecimiento, sistema urbano y red aeroportuaria, se presentan una serie de gráficos y mapas que sintetizan lo que fue la primera ola del SARS-CoV-2 en Europa. Por una parte, se cartografía la ''Evolución de casos COVID-19 en la Unión Europea'' y ''Evolución de fallecidos por COVID-19 en la Unión Europea'' entre enero y finales de junio de 2020. Como se observa, el crecimiento de la infección fue explosivo a lo largo del mes de marzo y los peores registros sanitarios tuvieron lugar en abril. En numerosas ocasiones, se ha apuntado que el riesgo de un virus surgido en China se minusvaloró en todos los países de Occidente y, cuando la pandemia era un hecho, los sistemas sanitarios y de gobernanza europeos ya estaban desbordados. Esto se refleja en el espectacular registro ascendente de los contagios de finales de marzo y de fallecidos de las primeras semanas de abril. A partir de esas fechas, la decisión de imponer un estricto confinamiento domiciliario en el continente permitió, poco a poco, ir rebajando los valores de infectados y la mortalidad. De hecho, la comparación de ambos gráficos permite comprobar que la evolución de contagiados suele anteceder un par de semanas a la de fallecidos.
En el mapa de [[:Archivo:Europa_Casos-de-COVID--19-en-la-Union-Europea_2020_mapa_17792_spa.jpg| ''Casos de COVID-19'']] por países de la UE se muestra la generalización de la pandemia por todo el territorio. En esta primera ola, su gravedad fue menor en los países del este de Europa (con Eslovaquia y Hungría con los mejores datos). En el oeste, aquellas naciones que reaccionaron pronto y de forma contundente, pudieron limitar los efectos del virus, como Portugal, Alemania o Francia. Por el contrario, en España, Irlanda, Bélgica y Suecia encontramos las tasas de incidencia más altas, incluso superiores a Italia que fue el primer país en registrar una infección generalizada, pero que con una reacción más temprana consiguió moderar un poco los valores de contagios.
Por lo que se refiere al mapa complementario de [[:Archivo:Europa_Fallecidos-por-COVID--19-en-la-Union-Europea_2020_mapa_17793_spa.jpg| ''Fallecidos por COVID-19'']], indicar que se repiten la mayoría de los comportamientos señalados en contagios: menor incidencia en la mitad oriental de Europa y tasas de mortalidad muy altas en los cuatro países enumerados anteriormente. La única variación significativa la aporta Italia, con un volumen relativo de decesos también elevado. Este hecho obedece a que el país transalpino fue el primer territorio occidental en acusar el grave impacto del SARS-CoV-2, cuando existían muy pocos medios para combatirlo, y su número de enfermos graves y fallecidos en las primeras semanas fue muy alto hasta alcanzar una tasa de mortalidad superior a 50 por cada cien mil habitantes para el período contabilizado.
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