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Discusión:Repercusiones ambientales

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[[Archivo:Espana Poblacion-y-densidad-de-poblacion 1900 mapa 14663 spa.jpg|left|thumb|none|300px|Gráfico de Evolución evolución de la demanda de energía eléctrica.[http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/busquedaRedirigida.do?ruta=PUBLICACION_CNIG_DATOS_VARIOS/aneTematico/Espana_Poblacion-y-densidad-de-poblacion_1900_mapa_14663_spa.pdf PDF]. [http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/busquedaRedirigida.do?ruta=PUBLICACION_CNIG_DATOS_VARIOS/aneTematico/Espana_Poblacion-y-densidad-de-poblacion_1900_mapa_14663_spa.zip Datos] [https://interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=r_3_t.r_3_t&i2=c_43_t.c_43_t&s=1900&s2=1900&t=A02&t2=A02&view=map9 Interactivo. ]]]
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{{ANETextoEpigrafe|epigrafe=Emisiones de Gases de Efecto Invernadero}}
Uno de los efectos de las medidas asociadas al periodo de confinamiento (restricciones de movilidad y actividad económica) ha sido una transitoria reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), constatadas a escala global. En el ''Avance del Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero'', el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (2021) estima unas emisiones brutas de 271,5 millones de toneladas de CO2 equivalente (CO2-eq) para el año 2020, lo que supone una disminución global de las emisiones de CO2-eq respecto al año anterior del 13,7%. El nivel de emisiones globales se sitúa en un -6,4% respecto a 1990 y un -38,6% respecto a 2005. Es importante reseñar que, por primera vez, a lo largo de la serie inventariada en el periodo 1990-2020, las emisiones descienden con respecto al año 1990. En el gráfico ''Evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero según sector'' se observa el descenso sostenido de las emisiones para el periodo 2000-2020 en varios sectores, con un marcado punto de inflexión a partir del 2008 (crisis financiera) y otro a partir de 2019. Las absorciones del sector de usos de la Tierra, cambios de uso y selvicultura se han estimado en 36,6 millones de toneladas de CO2-eq (supondrían un 13,5% del total de emisiones brutas del Inventario en 2020 que deben descontarse de ellas). Por tanto, las emisiones netas en el año 2020 se estiman en 234,9 millones de toneladas de CO2-eq, lo que supone una reducción de 15,2% respecto a 2019.
 
En el gráfico ''Variación mensual de las emisiones de GEI con datos del Basque Centre for Climate Change'' (BC3), puede apreciarse, para el periodo 2019-2020, una reducción en todos los meses del año. Aunque durante los primeros meses la reducción se debió principalmente a la menor actividad de las centrales térmicas de carbón, la reducción de emisiones más importante coincidió con los meses en los que se aplicaron las medidas más estrictas de distanciamiento social, es decir, en abril (-31%) y mayo (-22%). A partir de junio, con el final del confinamiento domiciliario, y hasta el mes de septiembre, se aprecia una menor caída de las emisiones. En el gráfico que representa la evolución de las emisiones (2018-2020) por categorías (fuentes de energía), puede apreciarse el descenso más acusado en las generadas por el uso de petróleo y electricidad –ésta con un descenso progresivo desde 2018– que puede también observarse en el gráfico correspondiente, coincidiendo con el confinamiento más estricto. Es escasamente apreciable el descenso en las asociadas al uso del gas y más marcado en el uso del carbón, también con un claro descenso desde 2018.
 
La reducción de emisiones de GEI en 2020 puede considerarse excepcional, sin embargo, esta reducción ha tenido una repercusión transitoria y escasa en la evolución del contenido total de GEI en la atmósfera y, por lo tanto, en el clima global, ya que a escala global lo importante es el efecto acumulativo de GEI en la atmósfera, por lo que el efecto de una reducción puntual y transitoria como la sucedida durante el periodo de confinamiento es prácticamente despreciable. Un análisis detallado de las tendencias históricas de las emisiones muestra que éstas también se hubieran reducido en un hipotético escenario sin COVID-19. En concreto, los resultados del análisis del Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática (OTEA, 2020), muestran que el 71% de la reducción observada en 2020 se explica por el efecto de la pandemia, mientras que el 29% restante correspondería a la senda de reducción producida en los últimos años.
 
Por último, aunque las emisiones hayan sufrido una caída histórica tanto en España como a nivel global, según datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera han seguido aumentando en 2020 pese a las medidas de confinamiento, superando el umbral de 410 partes por millón. Si se quiere mantener el aumento de temperatura global por debajo de 1,5 °C es necesario adoptar urgentemente medidas que consigan reducir las emisiones de una manera más rápida, planificada y sostenida en el tiempo.
{{ANETextoEpigrafe|epigrafe=Calidad del aire en Europa}}
El confinamiento y las restricciones de movilidad asociadas a este periodo, como se ha visto en otros temas de esta monografía, ralentizaron la actividad económica y supusieron un descenso significativo del transporte por carretera. Ello ha tenido efectos en la concentración de la contaminación atmosférica, que ha sido monitorizada por la Agencia Europa de Medio Ambiente a través de las concentraciones medias semanales y mensuales de dióxido de nitrógeno (NO2) y de partículas (PM 10 y PM 2,5), medidas cada hora o cada día en unas 3.000 estaciones de control (EEA, 2020 y 2021). La exposición a la contaminación atmosférica puede provocar efectos adversos para la salud y, en particular, quienes padecen enfermedades respiratorias podrían tener una mayor vulnerabilidad a la COVID-19; aunque las investigaciones epidemiológicas desarrolladas hasta el momento aún no son concluyentes, todo parece indicar que dicha exposición empeora el estado de las personas infectadas por el virus. Sí ha podido concluirse que, gracias a la mejora de la calidad del aire, se evitaron 2.190 muertes prematuras atribuibles a las partículas finas (PM 2,5) en Europa entre el 21 de febrero y el 17 de mayo (''Giani et al.,'' 2020).
 
Los datos muestran cómo las concentraciones de NO2, cuyo origen se encuentra principalmente en el transporte por carretera, disminuyeron en las semanas en las que se aplicaban medidas de confinamiento. En cambio, no puede concluirse que exista una reducción consistente de las concentraciones de partículas PM 2,5. Ello se debe probablemente a la diversidad del origen de este contaminante–combustión de combustible para la calefacción, actividad industrial, tráfico, o reacciones de otros contaminantes atmosféricos, como el amoníaco, cuya emisión está relacionada con el uso de fertilizantes agrícolas–. Las condiciones meteorológicas también pueden contribuir a la reducción o al aumento de la concentración de contaminantes y explican, en parte, por qué la reducción de la contaminación atmosférica no se produce de forma homogénea.
 
En concreto, los gráficos muestran la evolución de la contaminación atmosférica por NO2 en diez ciudades europeas entre las semanas 11 y 27 de 2019 y 2020. En la práctica totalidad de casos se observa una reducción significativa de los microgramos por metro cúbico (μg/m3), siendo especialmente visible en ciudades como París (semanas 13 y 16), Milán (semana 13) y Madrid (semana 15).
{{ANETextoEpigrafe|epigrafe=Contaminación acústica}}
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la contaminación acústica como el segundo factor de riesgo ambiental de mayor peligro para la población, detrás de la contaminación del aire. En concreto, la Agencia Europea de Medio Ambiente estima que el 20% de la población europea está expuesta a una contaminación acústica a largo plazo que resulta perjudicial para la salud y que se manifiesta, entre otros aspectos, en pérdidas auditivas y de calidad de vida y en problemas de salud mental – umbral de 55 decibelios (dB) de día y 45 dB de noche–.
 
La propagación del coronavirus se ha relacionado con la contaminación del aire, antes comentada, pero también con la contaminación acústica, que no solo genera mayor estrés, sino que también influye negativamente en el sistema inmune.
Así, la incidencia de la infección por coronavirus y la gravedad con la que se manifiesta –de acuerdo con las tasas de ingreso hospitalario y en la unidad de cuidados intensivos– se relacionan directamente con los niveles de ruido ambiental, aunque esto no influye en la mortalidad (''Díaz et al.,'' 2021).
 
Durante las semanas del confinamiento y la reducción de la movilidad la contaminación acústica derivada del tráfico rodado, aéreo y marítimo (incluido el ruido submarino), así como la derivada de las actividades de ocio que se desarrollan en las calles se redujo de forma importante. Además de las mediciones realizadas por los ayuntamientos, cabe resaltar la medición que muchos ciudadanos voluntarios realizaron en el marco de iniciativas como ''Smart Citizen'' en España o ''Silent Cities'' en varios países de todo el mundo y que, aunque deben entenderse como una aproximación, reflejan resultados de gran interés. Todas estas mediciones han permitido establecer los niveles de ruido de fondo mínimos, que hasta el momento no se habían podido registrar.
 
Como se refleja en los recursos gráficos, en ciudades como Madrid se registraron reducciones de ruido diario (1 de abril de 2019 y 2020) de hasta un 14% en algunas estaciones de medida, como Méndez Álvaro, Avda. de Moratalaz, Plaza del Carmen y Urb. Embajada, de acuerdo con los datos abiertos que ofrece el Ayuntamiento. Estos mismos datos reflejan variaciones de hasta 10 dB en el periodo marzo - mayo de 2019 y de 2020, lo que, teniendo en cuenta que los dB se expresan en una escala logarítmica, se traduce en un descenso muy importante de la presión acústica. Estas variaciones se observan de forma similar en las tres estaciones de medida que ejemplifican situaciones con un valor alto (Glorieta Carlos V), medio (Paseo de la Castellana) y bajo (Casa de Campo).
 
En el caso de Barcelona, los datos registrados por el Ayuntamiento reflejados en el gráfico ''Niveles sonoros en Barcelona durante la primera ola de la pandemia'' muestran los valores mínimos coincidiendo con el inicio del estado de alarma en estaciones de tránsito intenso, medio o bajo (entre 65-50 dB), lo que supone una reducción significativa respecto al promedio de esos valores en 2019 (70-56 dB, respectivamente) y la práctica desaparición de la contaminación acústica. En los datos de 2020 se observa cómo la contaminación acústica va aumentando con la vuelta al trabajo y con la entrada en las fases 0, 1 y 2 del proceso de desescalada, con alguna excepción en el caso de las estaciones con tránsito bajo. Además, es importante resaltar que los valores registrados en el inicio de la fase 2 vuelven a aproximarse a los valores de referencia de 2019, especialmente en las zonas de tránsito intenso, por lo que en todos los casos son reducciones temporales. Por otra parte, en el gráfico ''Niveles sonoros por ocio nocturno en Barcelona durante la primera ola de la pandemia'', se observa cómo la contaminación acústica relacionada con el ocio nocturno cae desde los más de 60 dB de referencia en el periodo marzo-junio de 2019 hasta los 50 dB en la práctica totalidad de espacios (calles peatonales con actividades de ocio nocturno, calles con tráfico y actividades de ocio nocturno y calles con terrazas y aglomeración de gente) durante el estado de alarma, la vuelta al trabajo y el resto de las fases. Se observa también un rápido aumento de los niveles sonoros (55-57 dB) en las calles con terrazas durante las fases 1 y 2 de la desescalada.
 
Por último, hay que llamar la atención sobre el descenso del ruido sísmico, derivado del zumbido de las vibraciones en la corteza terrestre, debido en gran medida al descenso de la actividad económica y del transporte. Estas reducciones del ruido sísmico han facilitado la detección y el monitoreo de terremotos de menor intensidad y de actividad volcánica, entre otros eventos sísmicos, como se muestra en los ejemplos de Granada y Lorca.
{{ANEAutoria|Autores=Samuel Biener Camacho, Manuel Gilibert Valdés, Javier Martí Talavera, Enrique Moltó Mantero, José Ojeda Zújar, Jorge Olcina Cantos, Antonio Oliva Cañizares, Pilar Paneque Salgado, Víctor Rodríguez Galiano y Esther Sánchez Almodóvar}}
1985
ediciones

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