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Discusión:Toponimia

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La toponimia que identifica cada una de las entidades geográficas cartografiadas es una fuente de gran valor para el estudio lexicológico de una lengua. El estudio de la etimología, el conocer la causa por la cual un determinado elemento geográfico ha recibido esa denominación, permite evocar usos y características de un lugar. Destaca aquí la abundancia de topónimos formados a través de una construcción metafórica-metonímica.
Entre los '''orónimos''', nombres relacionados con la orografía, abundan los topónimos que para indicar la forma del relieve se han basado en palabras de uso cotidiano que designan objetos de similares características. Así, las alturas o elevaciones tienen con frecuencia un origen metafórico mediante la asimilación imaginaria de un objeto sobresaliente a una entidad geográfica con la misma peculiaridad, como ''cabeza '' o ''cabezo'', parte superior del cuerpo; ''peña'', almena de una fortificación; ''cerro'', moño o penacho de plumas sobre la cabeza de las aves; ''tozal'', cerviz o penacho de plumas sobre el casco de la armadura. Otras veces, una actividad realizada en el lugar pasa a denominarlo, como ''atalaya'', que debe su nombre a los centinelas que vigilaban desde una altura; o ''hacho'', de la antorcha localizada en un lugar elevado de la costa desde donde se hacían señales con fuego.
En los '''hidrónimos''', nombres relacionados con el agua, la variedad léxica no es tan abundante. Son curiosos los orígenes onomatopéyicos por el ruido del agua, como ''chorro '' o ''charco''; las metonimias de las surgencias y lagunillas, como ''ojo''; ''bonal'', derivado de bodonal por la presencia de la espadaña (buda); o lavajo, del prerromano navajo, diminutivo de nava, modificado por influencia del verbo lavar.
De la gran variedad de topónimos que existen, se han cartografiado algunos a modo de ejemplo, lo cual permite ver su distribución en el territorio y cómo se expresan en las distintas lenguas cooficiales de España, clara manifestación de nuestra riqueza lingüística. Todos los topónimos figuran en el ''Nomenclátor Geográfico Básico de España''.
Reveladora es también, la mayor frecuencia de lugares donde la lava alcanzó el mar formando una fajana en las islas más occidentales y jóvenes. O la mayor concentración de topónimos relacionados con jable (arena volcánica) en regiones áridas y azotadas por el viento, como se puede apreciar en Lanzarote o Fuerteventura.
 
La variedad de biotopos de España, caracterizados por su homogeneidad de clima, suelo y relieve, también queda reflejada en los organismos animales y vegetales que los habitan.
 
'''Fitotoponimia.''' El estudio de los nombres de lugar derivados de nombres de plantas sirve como registro de los cambios en el paisaje vegetal, dejando constancia tanto de las especies existentes como de las ya desaparecidas. Estos cambios se deben frecuentemente a procesos de deforestación o destrucción de la cubierta vegetal autóctona y alteraciones agrícolas, pero también a cambios climáticos. El registro de unas u otras especies hablará de su importancia y dominancia, así como de las lenguas usadas en el momento de su fijación, y su estudio podrá facilitar la reconstrucción del paleopaisaje, de su evolución, y la vinculación histórica de las comunidades locales con la naturaleza.
 
La vegetación caracteriza el paisaje y es uno de los elementos que condiciona el asentamiento de los primeros habitantes, por lo que denomina frecuentemente los lugares. Los fitotopónimos, especialmente los referidos a especies arbóreas, pueden hacer referencia tanto a individuos o ejemplares aislados, que sirven de hitos o referentes en el paisaje, como a grupos o masas que refieren características y recursos de la zona. Por los fitotopónimos podemos distinguir fácilmente la España húmeda de la seca. Entre la abundancia de especies arbóreas de la península ibérica e islas Baleares destaca el género ''Quercus'' (robles, encinas, alcornoques...) por su extensión e importancia, tanto ecológica como económica y cultural. El género ''Quercus'' es la base de diversos ecosistemas ibéricos que albergan gran variedad de flora y fauna, y constituyen el hábitat de especies endémicas y amenazadas.
 
Por ello, el mapa ''[[:Archivo:Enelaboracion.jpg|Fitotoponimia. El género Quercus]]'', que muestra la distribución de topónimos abundanciales o derivados colectivos referidos al género ''Quercus'' pretende expresar su importancia ecológica, económica y cultural, a pesar de la reducción de sus extensiones.
 
La dificultad en la representación cartográfica de las especies del género ''Quercus'' radica en el uso común de algunos términos abundanciales para referirse a las masas arbóreas de distintas especies. El análisis de los topónimos colectivos o abundanciales correspondientes al género ''Quercus'' registrados en el NGBE 2025 ha permitido distinguir tres grupos principales correspondientes a las especies caducifolias o marcescentes más propias de la España húmeda ''(Q. robur, Q. petraea...)'', a las especies perennifolias de la España mediterránea ''(Q. ilex, Q. coccifera...)'' y al alcornoque ''(Q. suber)''.
 
En sus rasgos generales, la distribución de los robledales, rebollares y quejigales se corresponde con los pisos colino y montano de la región corográfica eurosiberiana en la península ibérica, aunque en función de la latitud, altitud y exposición se pueden encontrar en otros emplazamientos. Es el caso también de los robledales marcescentes de ''Q. pyrenaica'' y ''Q. faginea'', que se extienden en sectores supra y mesomediterráneos. Los encinares y los alcornocales son los bosques característicos de la España seca, muy mermados en su extensión respecto a la superficie que de modo natural podrían ocupar. Los encinares presentan una muy amplia distribución en la Península, aunque limitados por los suelos ácidos, los encharcados y el frío propio de altitudes superiores a los 1300-1600 m. El alcornoque tiene una distribución más restringida, pues requiere temperaturas más suaves, principalmente en invierno, más humedad y precipitación que la encina, y suelos ácidos bien drenados. Por ello, su distribución mayoritaria es en el oeste y suroeste peninsular.
 
'''Zootoponimia.''' Conocer la distribución espacial de una especie en el pasado tiene interés ecológico, cultural y de gestión. Se han realizado estudios que concluyen su utilidad en el conocimiento de la antigua distribución de las especies, mayormente en el caso de los vertebrados. Además, la correlación de dicha distribución con distintas variables ambientales susceptibles de condicionar la distribución de las especies permite comprender mejor los patrones de distribución y mejorar la gestión.
 
En el caso concreto del lobo, ayuda a conocer cómo era la distribución natural sin una presión humana especialmente intensa. La toponimia puede ofrecer una imagen de la amplitud de dicha distribución, una aproximación a la presencia natural pretérita del lobo en la España peninsular. Para obtener una representación fiable de su antigua distribución es necesario seleccionar los topónimos a incluir. El lobo es una especie con alta movilidad. Consecuentemente, los topónimos pueden hacer referencia a avistamientos o encuentros casuales, especialmente cuando el topónimo se refiere a un solo individuo. Por otra parte, la existencia del apellido ''lobo'' y otros derivados, posiblemente a partir de apodos o sobrenombres, puede haber pasado a la toponimia a través del nombre de antiguos propietarios o residentes. También hubo que excluir los topónimos costeros que se refieren a los lobos marinos o focas y a un abundante listado de plantas que incorporan la raíz lobo en su nombre vulgar. Por ello, el mapa ''[[:Archivo:Enelaboracion.jpg|Zootoponimia. Distribución de los lobos]]'', de topónimos relacionados con el lobo, recoge en las raíces de las distintas lenguas del Estado, los topónimos que hacen referencia al plural (''lobos'', ''lobas'') y a los lugares de habitación y caza (''lobera'') y frecuentación (''loboso''), expurgando aquellos topónimos que no cumplan los requisitos expuestos. La distribución muestra una antigua extensión por la totalidad de la Península, aunque con mayor densidad toponímica en la mitad septentrional. La comparación con la distribución actual del lobo, restringida casi exclusivamente al cuadrante noroccidental peninsular, refleja el retroceso de sus poblaciones.
 
Las actividades agropecuarias se reflejan con mucha frecuencia en la toponimia, indicando la función y el trabajo realizado en cada lugar.
 
Son numerosos los términos referidos a la actividad agrícola, por ejemplo ''labrada'', ''rozada'' y ''arrotura'', o ''besana'', terreno arado con surcos paralelos, del latín ''versāri'' con el significado de girar. El pastoreo y cuidado del ganado ofrece una terminología rica y variada. Hay denominaciones que designan un rasgo fundamental del lugar, como la protección en ''dehesa'', defensa.
 
Otro ejemplo son las '''construcciones ganaderas''', en las que las designaciones basadas en una metáfora o metonimia (sinécdoque) son frecuentes. Algunos nombres provienen del material de construcción (''majada'', de malla, o ''tenada'', de madero) y otros de la actividad realizada en el lugar (''aprisco'', de apretar, o ''paridera'', de parir). En esta cartografía, los términos genéricos estudiados cumplen los siguientes criterios: las construcciones ganaderas son aisladas (abiertas como un ''corral'' o cerradas como una ''cuadra''); no se recogen construcciones dedicadas a vivienda, aun cuando pueda recogerse el ganado en su interior, lo cual excluye términos como ''bomba'', ''cabaña'', ''choza'' o ''palloza''; se han excluido también los términos de entidades geográficas como parajes, que suelen contener referencias a otras actividades, en este caso agropecuarias. Se recogen pequeñas construcciones con estructuras más o menos estables, creadas especialmente para recoger el ganado o para el cobijo temporal de los pastores, aunque algunas, con el devenir del tiempo, han pasado a convertirse en vivienda, como las ''bordas''. Para la elaboración de este listado de términos, se ha contado con la colaboración de la Comisión Especializada en Nombres Geográficos y su grupo de trabajo, donde están representadas todas las comunidades autónomas y organismos competentes en materia de toponimia.
 
Es interesante comprobar cómo algunos términos genéricos son iguales en varias lenguas cooficiales, por lo que tienen una elevada ocurrencia y normalmente una amplia dispersión por el territorio, lo que permite ver cómo el origen de estas lenguas es común; casos de este tipo son términos como corral o corte, ampliamente distribuidos. En otros casos, el término solo es propio de una lengua, lo que se comprueba por su concentración en un área determinada, normalmente con lengua cooficial propia (por ejemplo ''cortello'', ''saletxe''), demostrando la particular evolución de la toponimia, y por lo tanto de la lengua, en esos lugares determinados. Otra forma que permite apreciar las similitudes o diferencias que existen entre las distintas áreas lingüísticas es comparando aquellos términos que comparten la misma raíz (por ejemplo ''corral'', ''corralada'', ''corralet''), que cuentan con un significado similar, pero que se han adaptado a la lengua materna de sus hablantes. Por ello se han representado separadamente, para apreciar mejor las áreas donde se encuentra su toponimia asociada.
 
La ausencia de términos en determinadas áreas no significa que no exista un léxico local para estas actividades. Caso especialmente significativo es el de Canarias, con una rica terminología (''alar'', ''gambuesa'', ''boro''...) que, sin embargo, no aparece reflejada en la cartografía. Por otro lado, la escasez de topónimos relativos a construcciones ganaderas puede responder a la existencia de poblamiento disperso que favorece que el ganado pernocte en cuadras edificadas junto a las casas de los ganaderos, a la preponderancia de la agricultura (extensiva o de regadío) en detrimento de la ganadería (estabulada y desplazada a grandes granjas), o a la desaparición de estas frágiles construcciones por el desuso, el deterioro ambiental y la falta de valoración del patrimonio rural.
 
La representación de estas actividades agropecuarias se ha dividido en dos mapas. En el mapa ''[[:Archivo:Enelaboracion.jpg|Toponimia de construcciones ganaderas]]'', se recogen los términos que aparecen con mayor frecuencia y en el de ''[[:Archivo:Enelaboracion.jpg|Toponimia de construcciones ganaderas. Genéricos con escasa representación]]'' los que figuran con menos frecuencia pero que no conviene descartar por su singularidad. A través del estudio de las construcciones ganaderas es posible conocer qué tipo de actividad se realizaba en ese lugar y también deducir el tipo de paisaje en el que se sitúa. Por ejemplo, en una ''zahúrda'' se encontrará ganado porcino, un ''abrigo'' estará situado normalmente en un lugar que orográficamente favorezca el resguardo, una ''braña'' se localizará normalmente en zona de montaña y los ''invernales'' serán más propios en las zonas donde el clima sea brioso en invierno.
 
A la vista de estos mapas, quien los lea puede hacerse múltiples preguntas: ¿los términos que le son más familiares son los más frecuentes en su ámbito geográfico?, ¿en qué zona se localizan los términos más desconocidos?, ¿le sorprende la localización de algún término? No cabe duda de que la toponimia está viva y, aunque las tareas de normalización y oficialización son fundamentales, las personas son la pieza clave que impulsa este cambio, por eso los canales de comunicación del IGN siempre están abiertos ante cualquier consulta o sugerencia de la ciudadanía [https://www.ign.es/web/ign/portal/menu-contactar (https://www.ign.es/web/ign/portal/menu-contactar)].
{{ANEAutoria|Autores= Jordi Chicheri Cámara, Roberto García Esteban, Gonzalo Méndez Martínez}}
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