Diferencia entre revisiones de «Cultura»
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Revisión del 09:22 10 abr 2019
Estructura temática > Servicios y equipamientos sociales > Educación, ciencia, cultura y deporte > Cultura
La cultura es un elemento esencial para el conocimiento de la realidad de cualquier país, de su pasado y de su presente, de su sociedad y de su territorio. La difícil acotación del concepto y sus múltiples acepciones hacen que esta pueda ser analizada atendiendo a una gran variedad de temas e indicadores. En este apartado, su análisis se aborda a partir de tres puntos de vista complementarios como son el patrimonio cultural, la oferta de algunos equipamientos culturales (museos, bibliotecas, teatros y cines) y, finalmente, la caracterización de las empresas culturales y el empleo que estas generan.
Patrimonio de la humanidad
Tabla de patrimonio inmaterial de la humanidad
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Una de las aproximaciones más habituales al análisis de la cultura se lleva a cabo a partir del patrimonio cultural, en el que ocupa un lugar relevante el catalogado como Patrimonio de la Humanidad, debido al reconocimiento mundial que significa esta distinción. La UNESCO otorga esta distinción a aquellos monumentos y sitios que, por su riqueza natural y cultural, pertenecen a toda la humanidad y cuya desaparición representaría una pérdida irreparable para esta. En 2016, España cuenta un amplio conjunto de bienes Patrimonio de la Humanidad pero, en cambio, únicamente tres (los parques naturales de Garajonay y del Teide –ambos en Canarias– y el de Doñana, en Huelva) son bienes naturales y dos de carácter mixto (Ibiza y Pirineos-Monte Perdido), siendo los restantes de tipo cultural, es decir, un 89% del total. Este claro predominio contrasta con el patrón internacional, donde casi una cuarta parte son bienes naturales o mixtos.
Entre los bienes catalogados como Patrimonio de la Humanidad destacan monumentos emblemáticos conocidos mundialmente, caso de la Alhambra de Granada, las catedrales de Sevilla o Burgos o los conjuntos históricos de los centros de Cáceres, Salamanca, Toledo, Alcalá de Henares, Úbeda, Baeza o Santiago de Compostela. A estos, cabe sumar zonas arqueológicas como las de Tarragona, Mérida, Atapuerca (Burgos), Altamira (Cantabria) y Siega Verde (Salamanca). Completan la lista conjuntos más amplios, caso del Camino de Santiago, las obras de Gaudí, la arquitectura mudéjar de Aragón, las iglesias románicas del valle de Boí o el prerrománico asturiano, evidenciando la diversidad de iniciativas que han obtenido este reconocimiento en nuestro país. De forma reciente, se han ido incorporando propuestas que evidencian nuevas sensibilidades, no tan orientadas hacia lo monumental y que, en cambio, aprecian otros valores, al estilo de los paisajes culturales de la serra de Tramuntana en Mallorca o de Aranjuez, el patrimonio del mercurio en Almadén e Idria, las minas romanas leonesas de Las Médulas o el Palmeral de Elche. Esta nueva sensibilidad se reafirma con la aparición en 2003 del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, de manera que el patrimonio cultural no se limita únicamente a monumentos y colecciones de objetos, sino que también incluye tradiciones o expresiones vivas que se transmiten de generación en generación. Así sucede con tradiciones orales, espectáculos, fiestas o artesanía tradicional. Desde su aparición, la lista de bienes patrimonio inmaterial se ha ido ampliando, reuniendo hasta 16 propuestas de contenido tan heterogéneo como son las fiestas de la Patum de Berga (Barcelona), la de la Mare de Déu de la Salut de Algemesí (Valencia) o la de los patios en Córdoba, así como bienes tan arraigados como el flamenco, la cetrería o la dieta mediterránea. El último reconocimiento ha sido otorgado a la fiesta de las Fallas de Valencia, incluida en 2016.
Bienes de Interés Cultural
El patrimonio cultural español es mucho más amplio que el reconocido como Patrimonio de la Humanidad, puesto que en él hay que incluir los Bienes de Interés Cultural que comprenden bienes muebles e inmuebles que destacan por su interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico o técnico. También forman parte del mismo el patrimonio documental y bibliográfico, los yacimientos y zonas arqueológicas, los sitios naturales, jardines y parques, además de los bienes inmateriales. Su abundante oferta convierte en imposible viajar por las distintas provincias españolas sin encontrar bienes que hayan logrado dicho reconocimiento. Por otro lado, cabe recordar que la catalogación de estos bienes como parte del patrimonio cultural español conlleva una protección institucional debido a su propio valor, al legado histórico que representa y también a su potencial como recurso turístico a menudo explotado como tal.
Una de las categorías más significativas en el patrimonio cultural español es la representada en el mapa Conjuntos Históricos, en cuanto que esta agrupa a todos los bienes declarados como monumentos históricos-artísticos en una determinada localidad y no se limita a elementos aislados presentes en el territorio. En el caso de España, se reconocen casi ochocientos conjuntos cuya localización prima las comunidades autónomas de Castilla y León (sobre todo en las provincias de Burgos, Valladolid y Palencia) y Andalucía (con especial relevancia de Cádiz, Huelva, Jaén y Sevilla). Las islas que componen el archipiélago balear junto con Santa Cruz de Tenerife son referentes indispensables en esta categoría, ya que en ellas se encuentran algunos de los parajes emblemáticos del patrimonio español. Las provincias catalanas y Castellón de la Plana completan esta distribución, esbozando con claridad un eje mediterráneo que recuerda la importancia de ese litoral en el transcurso de la historia de la península ibérica. Dos ejes más cobran protagonismo propio en el mapa de los conjuntos históricos: el del Cantábrico (tanto en Cantabria como en Asturias) y el litoral atlántico gallego (A Coruña y Pontevedra). Finalmente, Ceuta o Cáceres son algunos de los municipios que destacan por su enorme potencial.
La revisión del patrimonio cultural español da lugar a cartografías dispares según sea la tipología de bienes que se considere. El mapa Monumentos y castillos resulta el más completo cuando se visualiza la localización de los monumentos y se observa su distribución a nivel municipal. Los monumentos son aquellos bienes inmuebles que constituyen realizaciones arquitectónicas o de ingeniería, siempre que tengan interés histórico, artístico, científico o social. En esta categoría se incluyen castillos, torres y murallas, iglesias, monasterios, conventos y otras edificaciones de índole religiosa, cuevas, abrigos o monumentos megalíticos así como palacios, casas urbanas, molinos y otros edificios que por su valor han obtenido el reconocimiento de monumento. Su distribución territorial revela una acentuada presencia en la vertiente mediterránea del país, con una nutrida representación en Illes Balears (basada en una concentración de monumentos propios de la Prehistoria, tanto en Menorca como Mallorca) y Cataluña, donde castillos e iglesias aparecen como principales elementos. Esta fuerte implantación se extiende por el resto de la costa levantina y sigue hasta la Región de Murcia y Albacete. Moratalla, Lorca, Jumilla, Cieza o la misma Murcia son ejemplos de esta situación en la provincia murciana, mientras que las solanas y torcales de Nerpio o las cuevas y abrigos de la de Alpera, ambos en la provincia de Albacete, explican la relevancia de estas provincias en el conjunto del país. La comunidad andaluza es otra de las áreas que dispone de gran cantidad de monumentos, con Granada, Málaga y Cádiz como principales protagonistas, pero también con representación de la red de ciudades tanto de Andalucía oriental y occidental. Así sucede no sólo en las capitales provinciales sino también con municipios como Carmona, Jerez de la Frontera, Vélez-Blanco, Antequera, Úbeda, Baeza, Quesada o Priego de Córdoba. Las provincias castellanas y extremeñas se caracterizan por una mayor polarización territorial de la oferta, resultante de un desequilibrio en la ubicación de monumentos en las capitales provinciales. A ellas cabe sumar ciudades que completan la geografía monumental de España como Talavera de la Reina, Mérida, Toro, Medina del Campo o Aguilar de Campoo. Además de los núcleos aislados, el mapa de los monumentos y castillos traza un eje a lo largo del Cantábrico, donde Asturias y Cantabria destacan por el protagonismo de sus cuevas y restos prehistóricos. En el norte, Gipuzkoa, con una modalidad monumental con un papel esencial de las casas y Pontevedra, con restos rupestres –debido la denominación obtenida por los distintos grabados rupestres como monumento– explican la distribución resultante. Finalmente, Ceuta destaca por el número de monumentos identificados, así como del archipiélago canario, sobre todo en Fuerteventura (municipios como Antigua), Tenerife (en Santa Cruz o San Cristóbal de la Laguna) y Las Palmas (La Oliva). Precisamente el archipiélago canario –en especial Tenerife– se apunta como un lugar destacado en la localización de sitios históricos o, lo que es lo mismo, parajes naturales vinculados a acontecimientos o recuerdos del pasado, a tradiciones populares, creaciones culturales o de la naturaleza y a obras del hombre, que poseen valor histórico, etnológico, paleontológico o antropológico. Yacimientos como los de Munilla o Prejano (La Rioja), Alpuente o Millares (Valencia), Murero y Villanueva de Huerva (Zaragoza) o los de restos de dinosaurios de El Castellar y Galve (Teruel) perfilan un mapa donde también aparecen Mallorca, Menorca y Tarragona, los distintos municipios que forman la Alpujarra granadina, las aldeas de Lugo y el valle de Roncesvalles en Navarra, Ancares (León) o campos de iglesias prerrománicas en Asturias. En definitiva, el patrimonio monumental español cuenta con una gran riqueza y diversidad, huella de su historia pasada y presente.
Otro de los elementos con identidad propia es el cartografiado en el mapa Jardines históricos, jardines que por su origen o pasado histórico, por sus valores estéticos, sensoriales o botánicos merecen la distinción que los distingue como tal. España cuenta con 66 jardines históricos con una acentuada concentración en tres comunidades autónomas: Madrid, que reúne una cuarta parte del total, dos ámbitos insulares (Tenerife y Mallorca) y Andalucía, con Granada y Sevilla como mejor exponentes. Además de los grandes parques urbanos –pulmones de las ciudades y espacios de ocio para los residentes– como el de la Ciutadella en Barcelona, María Luisa en Sevilla o la Casa de campo y el Buen Retiro en Madrid, el listado de jardines históricos recoge los vinculados a palacios (por ejemplo de las Rejas en Córdoba) y a otros monumentos (Reales Alcázares de Sevilla o la Alhambra de Granada), y, finalmente, los jardines botánicos de Madrid, o de Blanes (Girona).
La cartografía de los bienes culturales cambia por completo en el mapa Zonas arqueológicas, paleontológicas y arte rupestre. En el caso de las primeras, destaca sobremanera el arco mediterráneo, en especial desde Tarragona hasta Alicante, donde se produce la mayor continuidad de restos. No obstante, es en las Illes Balears, tanto en Mallorca (Llucmajor, Palma o Capdepera, Manacor) como en Menorca (Ciutadella, Es Mercadal y Alaior) donde se identifica un mayor número de bienes. La presencia de cuevas es el principal factor que contribuye a resaltar el papel de Cantabria, Palencia (Cervatos de la Cueza o Pedrosa de la Vega) y Soria (Villar del Río, Las Aldehuelas o San Pedro Manrique). Por su parte, el arte rupestre destaca en tres provincias muy concretas: Pontevedra (con bienes como petroglifos en Mondariz y megalitos en Vigo), Lleida (con ejemplos como los abrigos en Os de Balaguer, Les Avellanes i Santa Linya y Torres de Segre) y abrigos y barrancos en Tarragona (en municipios como Capçanes, Benifallet, Rasquera y Vilanova de Prades). Finalmente, las principales zonas paleontológicas se ubican en Murcia y Valencia.
Oferta de equipamiento cultural
Los museos desempeñan un papel activo en la preservación y difusión de la cultura, tanto para los propios residentes en el municipio donde se ubican como para visitantes y turistas. Su función de adquisición, conservación, investigación y exhibición de colecciones de valor histórico, artístico, científico y técnico o de cualquier otra naturaleza le otorga una parcela relevante en la cultura de un país. En España se contabilizan un total de 1.138 museos, que pueden ser clasificados, según sea su contenido y orientación, como de bellas artes, artes decorativas, arte contemporáneo, casa-museo, arqueológico, de sitio, histórico, ciencias naturales e historia natural y ciencia y tecnología. Para facilitar la representación cartográfica en el mapa Museos se han agrupado algunas de estas categorías por asimilación tipológica.
El elemento diferencial de los museos en el territorio se encuentra en la mayor o menor diversidad de su tipología. Así, en los municipios de mayor tamaño y, sobre todo, en las capitales de provincia, la oferta de museos no sólo es más numerosa sino que es más plural. En cambio, la oferta se restringe y se vuelve mucho más limitada en los municipios de menor tamaño, primando los museos temáticos especializados y de historia y antropología. En estos casos, se aprovecha algún recurso local o comarcal para la creación de un museo, que se convierte en una estrategia para garantizar su preservación y fomentar el aprovechamiento turístico de la zona. La completa oferta de Madrid y Barcelona, principales ciudades del País Vasco y otras como Valencia, Granada, Murcia, Burgos, Valladolid, Salamanca, Santiago de Compostela y A Coruña y las capitales de los archipiélagos canario y balear contrasta con la de la provincia de Zamora, con tan sólo siete museos localizados en cinco municipios, o la de Navarra, ocho museos en otros tantos municipios.
Las bibliotecas juegan un papel fundamental en la difusión del saber, el estudio y el fomento de la lectura y, a diferencia de los museos, su función sí se dirige de forma prioritaria a las personas residentes en el municipio donde se localizan. Además de albergar materiales de todo tipo, las bibliotecas dan respuesta a necesidades muy diversas, en cuanto que proporcionan materiales para su lectura, escucha o visualización, ya sea con fines de ocio y como herramienta de aprendizaje o investigación. La contribución de la red de bibliotecas en el fomento de la lectura en nuestro país –que alcanza una cifra total de 8.695–, explica la apuesta realizada por las distintas administraciones, evidente si se observa el peso de la oferta de naturaleza pública en el conjunto global (mapa Bibliotecas según su titularidad). Su disposición territorial (mapa Bibliotecas por municipio) recuerda la de la población en el territorio, mostrando el eje del Ebro y el del Mediterráneo, Madrid y su área metropolitana, el poblamiento de base urbana del sur de España y las capitales provinciales del conjunto del territorio. Su correlación con el volumen de habitantes explicaría también su menor presencia en las provincias de Teruel o Guadalajara.
El modelo de implantación territorial deja entrever dos grandes situaciones: por un lado, comunidades autónomas con bibliotecas de marcado carácter local y de tamaño mucho más reducido (Extremadura, Aragón, las dos Castillas, Murcia, Asturias y País Vasco) frente al modelo de composición mucho más diverso y con predominio de equipamientos de mayor tamaño. Así sucede en Madrid y Cataluña, Navarra y Comunitat Valenciana. Cantabria, Galicia y los archipiélagos canario y balear son las excepciones a este comportamiento, con bibliotecas de menor tamaño pero que, en cambio, cuentan con proporción más baja de aquéllas que son de índole local.
Ir al cine o asistir a una obra de teatro constituyen dos actividades de ocio que se realizan con frecuencia. Sin embargo, las diferencias en la frecuentación de cines y teatros se encuentran estrechamente vinculadas a la proximidad o lejanía de la oferta, convirtiéndose en un elemento más de desigualdad de acceso a servicios en nuestro país. En el caso de los teatros (mapa Teatros según titularidad), el número total asciende a 1.527, si bien más del 40% se concentran en las provincias de Madrid y Barcelona, sobre todo en sus capitales. Únicamente Ceuta y Melilla no cuentan con ningún teatro, aunque en Soria, Zamora y Teruel la oferta se limita a dos o tres salas para el conjunto de habitantes de la provincia, con una oferta basada totalmente en inversión pública. El hecho de contar con una población de pequeño volumen y altamente envejecida es un elemento que explica esta circunstancia. No obstante, además de estos casos, cabe insistir en el débil nivel de cobertura de la oferta teatral en las provincias limítrofes con Madrid (Guadalajara, Segovia y Toledo), de manera que se evidencia el papel de la capital como proveedora de una oferta cuya área de influencia traspasa los límites administrativos provinciales. En cuanto a los niveles de cobertura, cabe destacar los bajos índices de las provincias de Zaragoza y Sevilla, que pese a su peso demográfico regional reúnen una oferta inferior a la media nacional. A pesar de tener una oferta más limitada, las provincias de Lleida, Girona, Huesca, Albacete y Ciudad Real destacan por disponer de un nivel de cobertura que supera el promedio nacional.
El papel de la financiación pública en la existencia de la oferta teatral es fundamental: casi tres cuartas partes de las salas son de titularidad pública. Barcelona es la única provincia donde el porcentaje de teatros de titularidad privada iguala al de los públicos.
En España, únicamente 469 municipios, es decir, menos de un 6% del total de municipios, cuenta con al menos un cine. En el mapa Cines por municipio se aprecia que los mejores índices de cobertura se encuentran en Murcia, las provincias vascas, Barcelona, Madrid y Zaragoza, además de Canarias e Illes Balears. Entre los índices de cobertura más débiles, se sitúan de nuevo las provincias con menor población y las limítrofes con Madrid. Destacan en este escenario de baja cobertura las provincias castellanas, que contrasta con la de las provincias catalanas, País Vasco, Comunitat Valenciana, Murcia y Andalucía. Por tanto, el acceso a actividades de ocio como ir al cine da pie a sensibles desigualdades territoriales, sólo paliadas en parte por el aumento de la movilidad no obligada, vinculada a este tipo de motivaciones.
Por último, es necesario tener en cuenta que la cultura también genera ocupación y, por tanto, forma parte de la economía española.
En España, en 2014, se editaron un total de 48.755 títulos de libros. El gráfico Evolución de los títulos de libros editados entre 1999 y 2014 refleja cómo esta cifra se aleja del volumen máximo registrado en 2008, año que marca el inicio de un drástico descenso en la producción a causa de la crisis económica que azotó nuestro país. Desde el punto de vista provincial (mapa Títulos de libros editados), Madrid (30%) y Barcelona (25%) destacan acaparando más de la mitad de la producción editorial. No obstante, Valencia (4%), Granada y Málaga (3%), A Coruña, Zaragoza y Almería (más del 2% cada una) aportan su contribución a la totalidad de libros editados. El cálculo de las ratios por habitante pone en alza Navarra y Salamanca, en especial por el aporte de los libros editados por los servicios de publicaciones de sus universidades.
La cultura da empleo a 535.000 personas, cifra que equivale a un 3% del empleo del país. Su perfil presentado en el gráfico Empleo cultural refleja rasgos muy definidos: claro predominio de las edades centrales (35-44 años, con un 35% y 25-34 años, con un 26%) y personas con estudios superiores (67,4%). Madrid y Cataluña son las comunidades autónomas que reúnen el mayor volumen de empleo, con un número muy similar ambas. En cambio, Andalucía, tercera comunidad a escala nacional, presenta menos de la mitad de trabajadores que el registrado por las dos anteriores. La perspectiva temporal muestra que el efecto de la crisis se deja notar en dos sentidos. En primer lugar, por la pérdida de empleo en el sector cultural y, en segundo lugar, por el cambio en la composición del mismo. Así, se produce un descenso en la participación de los trabajadores en artes gráficas y reproducción de soportes grabados y en actividades cinematográficas, de vídeo, radio, televisión y edición musical, mientras que, por el contrario, aumentan su participación los empleados en actividades de bibliotecas, archivos, museos y otras actividades culturales. El impacto de la crisis en sectores con predominio de empleo público es, por tanto, menor de lo que sucede en el resto de segmentos del mercado laboral. No obstante, el comercio y alquiler es la actividad económica que genera un mayor porcentaje de ocupación en todas las comunidades, haciendo evidente su importancia en el empleo de este sector.
En la página Libros Digitales del ANE puedes descargar la obra completa España en mapas. Una síntesis geográfica.