Caracterización de la sociedad
España en mapas. Una síntesis geográfica
Compendios del Atlas Nacional de España.
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Las personas que forman parte de la sociedad obtienen los recursos necesarios para su supervivencia fundamentalmente a través de su participación en el mercado de trabajo. Una persona tiene que decidir qué parte de su tiempo dedica al trabajo remunerado, sabiendo que esta actividad tiene que compatibilizarla, en muchas ocasiones, con estudios, actividades dentro del hogar, ocio, cuidado de dependientes, voluntariado, etc. Las decisiones de los individuos sobre cómo distribuir su tiempo permiten clasificar a la población en población activa o inactiva. Aquellos que forman la población activa pueden estar ocupados (empleados), porque realizan una actividad económica a cambio de una remuneración, o estar parados (desempleados), porque no encuentran empleo. La remuneración más habitual para los que trabajan es el salario, gracias al cual una persona y, en muchas ocasiones su familia, percibe una renta que les permite afrontar sus gastos. Las diferencias en remuneración y renta explican la existencia de desigualdades y pobreza.
El papel de la mujer en esta sociedad es, y ha sido históricamente, fundamental tanto como fuerza productiva como pieza vital en el funcionamiento de los hogares. Su incorporación relativamente reciente al mercado laboral ha modificado las fuerzas de trabajo y ha puesto de manifiesto la desigualdad de género.
Las definiciones estadísticas referentes al mercado de trabajo se pueden encontrar en la página web del Instituto Nacional de Estadística.
Población activa
El tamaño de la población activa de un país depende del tamaño de su población y de la proporción en que participe en el mercado de trabajo. Legalmente, en España, para poder trabajar hay que tener como mínimo 16 años; solo aquella parte de la población que cumple con este requisito legal puede formar parte de la población activa. La población en edad de trabajar o potencialmente activa está formada por todos los que tienen 16 o más años. En algunas ocasiones se deja fuera del cálculo a las personas que ya han alcanzado la edad de referencia para la jubilación; en este supuesto menores de 16 años y jubilados forman la población dependiente.
Una parte de la población potencialmente activa es la población activa, definida como todas las personas en edad de trabajar que están ocupadas o paradas. La otra parte es la población inactiva. La tasa de actividad es el cociente entre la población activa y la población potencialmente activa, y se expresa en porcentaje.
Hay algunos aspectos relacionados con la actividad que son interesantes porque muestran cómo las personas deciden participar o no en la población activa en función de diferentes características. Por ejemplo, el sexo, la edad, la nacionalidad, el lugar de residencia y el nivel de formación. Las tasas de actividad de hombres y mujeres son, por lo general, distintas dependiendo del momento del ciclo vital en que se encuentren. En España, se observa que entre los más jóvenes casi no hay diferencias, en cambio, en las edades asociadas a la maternidad o paternidad, hay menos mujeres que hombres en la población activa. En las edades más adultas se mantiene la diferencia, a pesar de que algunas mujeres vuelven a la actividad.
La crisis económica vivida en España desde 2008 afectó negativamente a la población activa masculina, mientras que la población activa femenina continuó su tendencia creciente hasta 2013. Detrás de estos cambios hay varios componentes, como el generacional, dado que los jóvenes vuelven a estudiar o prolongan los años dedicados a estudiar, o se van fuera de España. Además, algunos trabajadores se desaniman y abandonan el mercado, aunque otros deciden incorporarse, y algunos inmigrantes retornan a sus países de origen.
La población activa se concentra en las provincias con grandes núcleos urbanos, como Madrid y Barcelona, con tasas de actividad en torno a la media española (59,2%) en el año 2016. Las mayores tasas de actividad provinciales se dan en Guadalajara e Illes Balears y las más bajas en León, Zamora, Salamanca, Asturias, Lugo y Ourense. Respecto a las comunidades autónomas las mayores tasas de actividad se dan en la Comunidad de Madrid, Cataluña, Illes Balears, Canarias, Aragón, La Rioja y Comunitat Valenciana. Las menores tasas se dan en las comunidades situadas al oeste.
Por lo general, cuanto mayor es el nivel de formación de la población, mayores serán sus tasas de actividad. Los años de estudio son una inversión que se recupera con las rentas obtenidas en el trabajo. Cuanto mayor es la inversión más incentivos hay para mantenerse en la población activa. En España, la mejora de los niveles de formación proporciona una mayor cualificación de la población activa, que, especialmente en el caso de las mujeres, se ha utilizado para mejorar su posición en el mercado de trabajo. En Andalucía, por ejemplo, cuya tasa de actividad es ligeramente inferior a la media nacional, el peso de la población activa sin educación secundaria es algo mayor que en otras comunidades autónomas.
La distribución de los inmigrantes por su lugar de procedencia muestra que en algunas comunidades autónomas la inmigración de carácter laboral proviene mayoritariamente de países de la Unión Europea, como en Aragón, donde la tasa de actividad de los extranjeros es la más alta del conjunto nacional.
Población ocupada
La parte de la población activa que está desempeñando un trabajo remunerado es la población ocupada o empleada. Este trabajo puede ser por cuenta ajena, que es lo que se define como asalariado, o por cuenta propia. En España no se considera que una persona esté ocupada si cuida de su hogar sin percibir una remuneración a cambio, o si se dedica a prestar servicios sociales o de carácter no lucrativo.
Los asalariados se subdividen en asalariados del sector público y asalariados del sector privado, y pueden tener un contrato de carácter indefinido o temporal. Los trabajadores por cuenta propia son autónomos, si no tienen trabajadores a su cargo, o empleadores, si tienen asalariados trabajando para ellos, y los socios de cooperativas.
Un indicador sencillo para analizar el nivel de empleo es la tasa de ocupación, que permite medir qué parte de la población potencialmente activa participa en una actividad económica. Esta tasa se calcula como el cociente entre la población ocupada y la población potencialmente activa, y se expresa en porcentaje.
El análisis de la población ocupada puede centrarse en distintos aspectos. Por ejemplo, en España hay más hombres que mujeres ocupados. En el año 2016, había, aproximadamente, 18 millones de ocupados, de los cuales 10 millones eran hombres. La tasa de ocupación también es diferente: 53,3% la de los hombres, 42,2% la de las mujeres y 47,6% la tasa nacional global.
Algunas comunidades autónomas, como Madrid, Cataluña e Illes Balears, tienen tasas de ocupación por encima de la media, y esto se explica por el mayor nivel de empleo y la creación de empleos más sostenida. En cambio, Andalucía, Extremadura y Asturias tienen tasas de ocupación muy bajas, porque menos del 43% de la población en edad de trabajar realiza una actividad remunerada.
El grupo de edad con mayor porcentaje de población ocupada es el de 35 a 44 años, seguida del grupo de edad entre 45 y 54 años. Esto es así, entre otras cosas, porque en el grupo de los más jóvenes muchos están estudiando y entre los muy mayores, hay muchos que están jubilados. Eso quiere decir que muchos son inactivos y, además, también muchos están parados.
La población ocupada extranjera tiene una tasa de ocupación mayor: un 53,4% en 2016. La caída del empleo debida a la crisis económica afectó mucho a la población extranjera a partir del 2008, aunque comenzó a recuperarse desde 2014. A las comunidades autónomas con mayores tasas de ocupación se añaden ahora Aragón, La Rioja y Canarias. Por otra parte, la tasa más baja corresponde a Extremadura. La diferencia entre las tasas de ocupación de hombres y mujeres extranjeros es menor que la de hombres y mujeres nacionales. Una de la razones que pueden explicar este hecho estriba en la distribución por edades de los inmigrantes concentrándose más en las edades asociadas al ciclo laboral activo. Además, por el tipo de empleo que realizan los inmigrantes, en algunas comunidades autónomas, el volumen de mujeres inmigrantes ocupadas es incluso mayor que el de los hombres. Las diferencias entre el volumen de hombres y mujeres ocupados no son significativas cuando proceden de la Unión Europea. Sin embargo, hay más mujeres que hombres en la población ocupada extranjera procedente del resto de Europa y de América Latina.
En función de la jornada laboral los ocupados se clasifican en trabajadores a tiempo completo y a tiempo parcial. La mayoría de las personas trabajan a tiempo completo y cuando realizan una jornada inferior a la habitual se entiende que tienen un empleo a tiempo parcial. Las comunidades autónomas con un mayor porcentaje de población ocupada a tiempo parcial son País Vasco y Comunitat Valenciana, con un porcentaje superior al 17% en 2016. Otras características relacionadas con la actividad económica de los ocupados pueden encontrarse en el «Estructura económica» y en concreto los recursos dedicados a Trabajo.
Población parada
Paro estimado y registrado
El paro registrado por el Servicio Público de Empleo y el paro estimado por la Encuesta de Población Activa no tienen por qué coincidir, ya que ambas fuentes ofrecen información distinta y están midiendo conceptos diferentes. Lo habitual es que cuando la economía está creciendo el paro registrado sea mayor que el estimado y que ocurra a la inversa en las etapas en las que la economía decrece. En el gráfico se puede observar que este cambio de tendencia coincide con el inicio de la crisis. |
Los parados o desempleados son personas que no tienen un empleo, están disponibles para trabajar y buscan empleo de forma activa. La cantidad de parados dependerá de forma importante de cómo se establezca la definición de los requisitos enumerados.
La magnitud del problema del desempleo en España, desde finales de la década de los setenta hasta la actualidad, desata de forma recurrente la discusión sobre la fiabilidad de las estadísticas existentes. El punto central de las discusiones es la discrepancia entre las cifras estimadas por la Encuesta de Población Activa (EPA) y las ofrecidas por los datos de paro registrado del Servicio Público de Empleo (SEPE). La estadística administrativa del paro registrado excluye a una parte importante de demandantes de empleo, bien por no estar inscritos en el SEPE como demandantes, o bien por pertenecer a los colectivos excluidos de la estadística del paro registrado (más información en la página de estadísticas del portal web del SEPE). Por este motivo no es la estadística más adecuada para la medición del desempleo.
La tasa de paro relaciona el número de parados con la población activa (es decir, con la suma de ocupados y parados). Se calcula como el cociente entre el número de parados y la población activa, y se expresa en porcentaje. Esta tasa solo debe calcularse a partir del paro y la población activa estimados por la EPA.
En España, el impacto de la gran recesión ha originado un incremento de la tasa de paro muy por encima de la media europea. Dicha tasa llegó a alcanzar un máximo del 26,1% de la población activa en 2013, mientras que la media en la Unión Europea era ese año del 10%. La razón de por qué el desempleo es tan alto en España, aún en épocas de bonanza económica, ha sido objeto de debate y estudio en numerosas publicaciones. Lo cierto es que a pesar de que la tasa de paro en España comenzó a descender desde 2013, aún sigue siendo muy alta, con casi un 20% en 2016.
El desempleo no afecta por igual a todos los colectivos, los más jóvenes y las mujeres suelen ser los grupos con mayores tasas de paro. También hay que mencionar que hay una proporción importante de parados que llevan en esta situación más de un año. Estos son los parados de larga duración. En 2007 eran un 23,8% de todos los parados y en 2016, tras haber concluido la crisis, llegaron a superar el 57%. Los desempleados menores de 35 años eran en 2013 más de dos millones y medio, el 42% de todos los parados. En 2016 la cifra desciende a un 1.700.000 parados, pero siguen siendo un 38% del total de los parados.
La incidencia territorial del desempleo muestra que las comunidades autónomas con tasas de paro más altas son Andalucía, Extremadura y Canarias. Mientras que País Vasco, La Rioja, Aragón, Navarra e Illes Balears tienen las tasas de paro más bajas. Esta incidencia tiene mucho que ver con la estructura productiva de las comunidades, como se puede ver en Estructura económica.
En España, en 2007, la proporción de mujeres entre los desempleados era mayor que la de hombres, con algunas excepciones como las cuatro provincias catalanas. Además, en ese año, las tasas de paro de hombres y mujeres eran 6,4% y 10,7%, respectivamente. Con el comienzo de la crisis, las tasas de hombres y mujeres comenzaron a igualarse, llegando a ser, en 2012, la de los hombres 24,6% y la de las mujeres 25%, como consecuencia de la destrucción de empleo en sectores donde el peso del empleo masculino era mucho mayor que el femenino, como es el caso del sector de la construcción o el sector financiero. Por ejemplo, en la construcción, al inicio de la crisis, tan solo había un 7% de mujeres empleadas. Con los primeros síntomas de la recuperación económica, la tasa de paro de los hombres vuelve a estar por debajo de la de las mujeres (18,1% y 21,4%, respectivamente), y de nuevo vuelve a haber más paradas que parados, como era habitual antes de la crisis. Un ejemplo de esta situación puede verse en los mapas de Población parada si observamos la provincia de Zamora, donde la proporción de mujeres paradas es mayor que la de hombres en 2007, menor en 2012 y de nuevo mayor en 2016. No todas las provincias se ven afectadas de igual manera. En Asturias, por ejemplo, la proporción de mujeres paradas disminuye entre 2007 y 2016.
Renta
La evolución de la renta familiar en nuestro país en los últimos años ha estado muy marcada por el efecto de la crisis económica. A la vista de los datos correspondientes al período entre los años 2007 y 2014, se observa cómo el ingreso medio anual por unidad de consumo alcanzó su máximo en 2008 y, desde entonces hasta 2014 no ha dejado de descender (ver gráfico Evolución de la renta media anual). Las caídas del ingreso de las familias fueron más pronunciadas durante los años 2010 y 2012, reflejando el impacto de las caídas de la producción durante la gran recesión sobre la renta disponible familiar. La renta media anual presenta diferencias significativas por género, siendo el ingreso de los hombres siempre superior al de las mujeres a lo largo de todo el período analizado. El efecto de la crisis económica se plasma en la evolución de la renta media de ambos sexos, aunque con ligeras diferencias. En 2009, mientras la renta de los hombres descendía, los ingresos de las mujeres permanecieron prácticamente estables, posiblemente debido al mayor impacto del desempleo sobre los primeros en una primera fase de la crisis. A pesar de que la renta media anual desciende para ambos grupos, la disparidad entre ellos se reduce en el año 2012 respecto de 2008. Por otro lado, se intuye ya una ligera recuperación en la renta media anual femenina en 2014 que aún no se advierte en la renta media anual masculina.
En cuanto a la variación de la renta media anual entre 2007 y 2014 en todo el territorio nacional, se observa cómo el impacto de la recesión sobre la renta familiar ha sido bastante heterogéneo por comunidades autónomas. Las regiones que han sufrido una mayor pérdida de ingresos han sido las del sudeste peninsular: Andalucía, Región de Murcia y Comunitat Valenciana, donde los ingresos se han reducido más de un 10%. En la misma línea, aunque de forma más moderada, Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha y Melilla también han sufrido caídas de rentas a lo largo de la crisis económica: entre un 6% y un 10%. El descenso de los ingresos no sólo ha afectado a las regiones tradicionalmente más pobres en renta per cápita, sino que se ha tratado de un efecto generalizado en el territorio nacional, con la excepción de tres comunidades autónomas que han visto cómo aumentaba su renta media anual (Aragón, Galicia y La Rioja). Estas diferencias en el efecto de la crisis económica están relacionadas principalmente con las diversas estructuras productivas de las regiones y con su estructura poblacional. La estructura productiva condiciona la dimensión del impacto del desempleo sobre distintas ocupaciones y sectores, mientras que la estructura poblacional determina el papel de los ingresos por empleo frente a rentas procedentes de prestaciones en el total de la renta familiar. Adicionalmente, el efecto de la recesión sobre la renta familiar en una región también puede estar condicionado por las políticas específicas llevadas a cabo por las autoridades regionales para combatir la crisis en cada una de las comunidades autónomas.
Después de analizar la evolución de la renta media anual para el conjunto de la población, es interesante estudiar cómo ha variado la posición geográfica del diez por ciento más pobre y el diez por ciento más rico de las familias españolas entre 2004 y 2014. Como se aprecia en los mapas Población en el primer decil de renta nacional y Población en el último decil de renta nacional, la población española más pobre se ha concentrado en este periodo más en las comunidades de Madrid e Illes Balears, seguidas de Canarias con una variación porcentual positiva entre el 25% y el 50%. No obstante, en el año 2014, el sur de España (Andalucía y Murcia) sigue siendo el que concentra un mayor porcentaje de población que se encuentra en el diez por ciento más pobre del conjunto del país.
La población española en el último decil de renta, los más ricos, se concentra sobre todo en regiones tradicionalmente ricas en términos de producción per cápita situadas al norte del país (País Vasco, Navarra y Cataluña), así como en la Comunidad de Madrid. En la última década esta población se ha concentrado más todavía en el País Vasco y en La Rioja. En la Comunidad de Madrid, el incremento de la desigualdad es patente: se incrementa el porcentaje de españoles del primer decil y del último que viven en ella, aumentando por tanto las disparidades de renta en esta comunidad, en detrimento de las clases medias. Por el contrario, existen regiones en las que se reduce la dispersión de ingresos debido a la reducción de población en ambos extremos de la distribución como Castilla-La Mancha o Extremadura. Otras regiones presentan más población de uno de los extremos: en Navarra, por ejemplo, se reduce el grupo de población más pobre y se incrementa el más rico y, en contraste, en Canarias aumenta la población más pobre y se reduce la más rica.
Al analizar la evolución del peso de los más pobres y los más ricos desde 2007 a 2014 se comprueba que la crisis económica ha afectado de manera algo distinta a la población de las diferentes comunidades autónomas. El 10% de la población más pobre del país (ver gráfico Evolución de la población en el primer decil de renta) aumenta su presencia en Andalucía y en la Región de Murcia entre 2010 y 2014, reflejando que la segunda recesión de 2012 ha tenido un mayor efecto en estos territorios, probablemente debido el peso del sector primario en el empleo, muy afectado por la crisis del mercado laboral. Es interesante ver que este empeoramiento no se produce en otras comunidades con una acentuada presencia de la pobreza como Extremadura o Canarias.
La evolución en el tiempo del peso del 10% más rico es menos volátil durante todo el período de crisis. En el País Vasco, que inicialmente concentraba un 20% de este grupo en 2007, se observa cómo la crisis hace a este grupo más numeroso en 2010 aunque en 2014 vuelve a los niveles anteriores a la crisis económica. Este efecto se observa también en Cataluña y en la Comunidad Foral de Navarra con ligeros aumentos del peso de los más ricos del territorio nacional en sus respectivas regiones. En contraste, en la Comunidad de Madrid el aumento de los más ricos se produjo algo antes de la llegada de la recesión, es decir, entre 2004 y 2007.
Salarios
Salario es el dinero que una persona recibe por realizar un determinado servicio. Esto incluye todos los pagos que reciben los trabajadores cuando realizan una actividad por cuenta ajena. Los pagos son tanto por el trabajo efectivo, como por los períodos de descanso (vacaciones) que les correspondan.
Para comprender los resultados del mercado de trabajo, en términos de salarios y empleo, hay que tener en cuenta una serie de normas sociales, desarrolladas algunas a lo largo del tiempo en el seno del propio mercado de trabajo, otras en el seno más amplio de la sociedad, como fruto de cambios culturales, y, finalmente, otras que pueden ser fruto de una negociación consciente y deliberada entre trabajadores y empresas.
En España, la estructura del salario se establece mediante la negociación colectiva o, en su defecto, por lo que se establece en un contrato individual entre el trabajador y el empresario.
En 2014, el salario medio por hora trabajada era 11,5 euros, aunque en algunas comunidades autónomas como Cataluña, Madrid, País Vasco y Navarra superaba los 12 euros. En estas comunidades, como se ha dicho antes, la proporción de población empleada es superior a la media nacional. Por el contrario, Extremadura, que es una comunidad con tasa de ocupación baja y elevado desempleo, tiene el salario medio más bajo de todas las comunidades. Se puede decir que existe una cierta relación positiva entre salarios y empleo. Y lo mismo sucede si se consideran los ingresos anuales.
Normalmente se habla y se analiza el salario recibido por los trabajadores como si fuera una cantidad única y homogénea para todos los que ocupan un puesto de trabajo. Sin embargo, algo que se constata en el mundo real es la gran variedad de salarios cobrados por los trabajadores. Estos difieren por sexo, tipo de jornada, categoría profesional, tarea realizada, responsabilidad que se asume en el puesto de trabajo, antigüedad en la empresa, sector de actividad de la empresa para la que se trabaja, etc.
Atendiendo al salario de hombres y mujeres, en el mapa Salario medio por hora trabajada se puede observar que los hombres, por término medio, ganan más que las mujeres. Y esto es así tanto si se analizan los ingresos por hora como los anuales (ver gráficos Evolución del salario/hora medio y Evolución de la ganancia media anual), aunque con una matización: las diferencias en los salarios de hombres y mujeres son mayores en términos anuales que por hora. Esto se debe a que las mujeres suelen trabajar menos horas que los hombres, hay mayor proporción de mujeres que de hombres en empleos a tiempo parcial y, además, sus jornadas medias son más cortas. Así, según la EPA, en 2014 mientras que solo un 7,8% de los hombres ocupados trabajaba a tiempo parcial, en el caso de las mujeres eran el 25,6%. Y ese mismo año, la jornada media de los hombres era de 37 horas a la semana y la de las mujeres 30 horas semanales. También hay que señalar que los trabajos a tiempo parcial están peor remunerados que los de tiempo completo: 8,4 euros por hora trabajada y 12,4 euros, respectivamente.
La crisis económica ha tenido un efecto negativo, estancando el crecimiento de los salarios, por hora y anuales, y las mujeres se han visto más penalizadas que los hombres.
Brecha salarial
La disparidad de los salarios que perciben hombres y mujeres es un hecho que se desprende de las estadísticas realizadas en la mayoría de los países. La brecha salarial expresa, en términos generales, la diferencia entre el salario medio por unidad de tiempo que ingresan las mujeres y el que perciben los hombres. Según la encuesta de estructura salarial en España, en 2014 el salario medio por hora de los hombres fue 12,23 euros, y el de las mujeres, 10,64 euros. Esto indica que el salario medio de las mujeres representaba un 85,6% respecto del salario medio de los hombres; o dicho de otra manera, que la brecha salarial era de un 14,4%. En un análisis temporal, cabe reseñar que la brecha salarial menguó entre 2008 y 2014, coincidiendo con la crisis económica. En un análisis espacial, destaca que la brecha salarial fue mayor en ambas fechas sobre todo en determinadas comunidades autónomas con mayor dinamismo económico, mayor participación laboral femenina y mayores salarios medios. Esta diferencia general de salarios entre hombres y mujeres puede venir explicada por varios motivos. Por un lado, las mujeres trabajan más a tiempo parcial e interrumpen su empleo en mayor medida que los hombres para dedicarse al cuidado de sus personas dependientes, lo que implica que acumulen menor experiencia y antigüedad en el puesto de trabajo, lo cual redunda en una menor retribución. Por otro lado, las mujeres trabajan en sectores económicos y ocupan puestos que requieren menor cualificación y, además, tienen mayores dificultades para su promoción profesional, por lo que, en general, desempeñan labores peor remuneradas. Por último, existe una discriminación salarial de la mujer puesto que, en ocasiones, a igual puesto de trabajo, las mujeres a veces perciben una retribución menor que los hombres. Esta discriminación no es aceptable y desde las instituciones sociales y políticas se establecen medidas dirigidas a eliminarla. |
Ganancia media y SMI
El gobierno español fija por ley cuál es el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Este salario es el mínimo que debe percibir un trabajador, hombre o mujer, de cualquier edad, tanto si su contrato es indefinido como temporal. Si se trabaja menos horas de la jornada habitual a tiempo completo, el SMI se prorratea. Cuanto más cerca está el salario medio del SMI, menor es el nivel salarial. En España, en 2014, tan solo los trabajadores del País Vasco percibían una ganancia media anual superior a tres veces el SMI, en Cataluña, Navarra y la Comunidad de Madrid la proporción estaba entre 2,5 y 3 veces. El SMI afecta a algunos colectivos en especial: trabajadores peor cualificados, jóvenes y mujeres. Por ejemplo, hay más mujeres que hombres cobrando un salario próximo al SMI, o más jóvenes que mayores, o trabajadores menos cualificados que cualificados. Además, esta proporción ha crecido durante la crisis económica. |
Pobreza
Consideramos que aquellas personas sin acceso a los recursos que les permitan satisfacer unas necesidades básicas para mantener el nivel de vida adecuado en un contexto social dado se encuentran en situación de pobreza. Esta concepción de pobreza implica tener en cuenta diferentes dimensiones como son, entre otras, la alimentación, vestido, vivienda, educación o atención sanitaria.
El acceso a estos recursos está condicionado por la renta de la que disponen los hogares. Por ello, para el estudio de pobreza es esencial el análisis del desigual acceso de los hogares a la renta (ver epígrafe sobre «Renta»). Así, se encuentran en riesgo de pobreza aquellas personas que residen en hogares cuyos ingresos se encuentran por debajo del 60% de la mediana equivalente de ingresos (ver texto sobre Riesgo de pobreza).
Las personas que no cuentan con un hogar suponen la forma más extrema de pobreza y de exclusión social, ya que no sólo carecen de rentas y de vivienda, sino también de las relaciones sociales que proporcionan las familias. Es difícil conocer las características de estas personas dada la dificultad de su localización. En 2012, a través de una encuesta a las personas que hicieron uso de centros asistenciales para personas sin hogar se conoció que la mayor parte de la población sin hogar se ubica en Cataluña, Comunidad de Madrid y Andalucía. Sin embargo, en relación con el tamaño poblacional es muy elevada en Ceuta y Melilla y alta en País Vasco, Galicia, Navarra y Aragón.
Alrededor del 80% de las personas sin hogar son varones y más del 75% tienen entre 30 y 64 años. Atendiendo a las diferencias territoriales, Aragón, La Rioja y Canarias destacan por tener un mayor porcentaje de mujeres en esta situación (por encima del 25%). En Ceuta, Melilla y, en menor medida, País Vasco los jóvenes menores de 30 años tienen mayor peso entre las personas sin hogar que en otras comunidades autónomas. Entre las personas sin hogar, las de nacionalidad extranjera tienen una presencia significativamente mayor que la población española, ya que el 45% de las personas sin hogar en España son extranjeras (ver mapa Personas sin hogar según procedencia). En Aragón, País Vasco, La Rioja y Cantabria esta proporción es mayor, e incluso superior al 60% en Murcia o Castilla-La Mancha. La población extranjera sin hogar, salvo en la Comunidad de Madrid, procede, en su mayor parte, del continente africano. La pérdida de hogar está relacionada principalmente con problemas de empleo, problemas familiares (separación y violencia) o con la propia capacidad para acceder o mantener la vivienda. Por lo que respecta al consumo de drogas y alcohol, alrededor de un 14% declara niveles altos de consumo de alcohol y menos del 40% declara consumo de drogas.
Otra vía para conocer las características de la pobreza es la percepción que tienen los hogares sobre su capacidad para mantener un nivel de vida digno. Así, en el total nacional, en 2015, alrededor del 60% de los hogares declaran tener algún nivel de dificultad para llegar a fin de mes. Territorialmente, en las comunidades autónomas de Andalucía, Canarias, Cataluña, Castilla-La Mancha, Extremadura, Región de Murcia y Comunitat Valenciana se encuentra un mayor número de hogares que dicen soportar estas dificultades. Por tipo de hogar, los hogares con niños dependientes son aquellos que tienen una percepción más negativa sobre su situación económica. Esta situación se ha mantenido tanto durante la gran recesión, como durante la época de crecimiento anterior.
Riesgo de pobreza
La distribución geográfica de los hogares en riesgo de pobreza monetaria (basada en renta familiar) en España ha experimentado algunos cambios en los últimos años. Desde 2004 a 2014 el riesgo de pobreza ha aumentado principalmente en las regiones del este del país y se ha reducido en el noroeste. En el resto de territorios este riesgo se mantiene algo más estable aunque en niveles altos en regiones como Andalucía o Extremadura, con tasas por encima del 30% en todo el período. En contraste, el norte del territorio nacional experimenta tasas de riesgo de pobreza menores y una reducción bastante generalizada. Si se amplía el concepto de pobreza y se tiene en cuenta, además de la falta de renta, la privación material y la exclusión del empleo, se puede constatar que las regiones del sur del país son también las que sufren un mayor riesgo de exclusión en estos tres aspectos; a tal fin, se ha utilizado el índice AROPE (At Risk of Poverty or Social Exclusion) obteniendo una imagen muy expresiva de los contrastes que se dan en el conjunto de España. |
Mujer
Según el Observatorio de Igualdad, la sociedad española es consciente del problema de la desigualdad entre hombres y mujeres. La gran mayoría de la población reconoce que las mujeres tienen, en general, una vida más difícil que los hombres, sobre todo en lo que respecta a salarios, conciliación de la vida laboral y familiar, acceso a puestos de poder y toma de decisiones. Esta desigualdad se ha manifestado secularmente, ya que ha enraizado en un marco social y cultural propicio. A lo largo de 2016 y los primeros meses de 2017 fueron asesinadas en España por violencia de género 59 mujeres de todas las edades, algunas de edad muy avanzada.
Según muestra el análisis de las denuncias interpuestas, la mayoría de las víctimas, lo fueron a manos de su pareja o ex pareja de hecho, si bien el número de denuncias contra el cónyuge es también destacable. Llama la atención el hecho de que la mayor parte de las denuncias fueran hechas mediante atestado policial y sólo un porcentaje mínimo por parte de la víctima, a pesar de que las llamadas al 016 aumentaran considerablemente desde 2007.
Vida familiar
Según el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, las mujeres dedican un promedio de 1 hora y 57 minutos diarios más que los hombres al conjunto de actividades de hogar y familia. Además, el 91,9% de las mujeres realiza tareas domésticas y se ocupa del cuidado de niños, ancianos y personas dependientes durante 4 horas y 29 minutos diarios, frente al 74,7% de los hombres que dedican un promedio de 2 horas y 32 minutos. Estos datos muestran con claridad que España sigue manteniendo niveles de desigualdad de género en el trabajo doméstico muy altos (ver gráfico Usos del tiempo). En los últimos años, se ha conseguido una participación más equilibrada de hombres y mujeres en el mercado laboral, pero las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de las responsabilidades familiares y domésticas. El impacto que supone la participación en el mercado de trabajo cuando existen hijos es muy diferente en hombres y mujeres, lo que refleja no sólo el desigual reparto de responsabilidades familiares, sino también las grandes dificultades para poder conciliar trabajo y familia. |
Poder y toma de decisión
La participación de las mujeres en los distintos ámbitos del poder político se ha incrementado notablemente en los últimos años. La Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres, hace hincapié en el fomento del principio de presencia o composición equilibrada: es decir, que el número de personas de cada sexo no supere el 60% ni sea inferior al 40%. Sin embargo, la participación de la mujer todavía no está muy equilibrada en los órganos políticos, y su presencia es muy reducida en la mayor parte órganos constitucionales. Mientras, en las asambleas autonómicas su participación es más equilibrada y en el ámbito local se observa un crecimiento importante en el número de mujeres alcaldesas que llega hasta el 19,1% de promedio en toda España después de las elecciones de 2015, pero sin superar el 40% en ninguna provincia. Por otro lado, todavía resulta más evidente el desequilibrio en la empresa privada, aun cuando ha habido un avance evidente en los últimos años (ver gráficos de Participación de la mujer en los órganos de poder). |
Recursos relacionados con población activa
En la página Libros Digitales del ANE puedes descargar la obra completa España en mapas. Una síntesis geográfica.