Barcelona y área metropolitana
La pandemia COVID-19 en España. Primera ola: de los primeros casos a finales de junio de 2020
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En Cataluña, entre el 26 de febrero y el 30 de junio de 2020, los efectos de la pandemia COVID-19 se tradujeron en 74.853 contagios y 12.596 defunciones para el conjunto de la comunidad autónoma y 20.958 contagios y 4.260 defunciones tan solo en la ciudad de Barcelona. Los demógrafos han señalado la importancia de este impacto en el incremento de la mortalidad y la reducción de la esperanza de vida. A ello deberán añadirse, entre otros, los efectos diferidos sobre la salud de la población, el declive de la fecundidad y la drástica reducción de las migraciones exteriores (Esteve et al. 2021).
En los 36 municipios que integran el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) residía en el año 2020 una población de 3.339.279 habitantes, de tal forma que concentraba en un territorio de 636 km2 (apenas el 2% de la superficie de Cataluña) el 42% de su población. Más allá de su significación en términos absolutos, los datos relativos a la metrópolis barcelonesa permiten aproximarse a una de las cuestiones que, de forma más recurrente, se ha planteado en el debate científico y ciudadano desde el inicio de la crisis sanitaria: la incidencia diferenciada de la pandemia según las condiciones de vida de la población. Este apartado ilustra la cuestión, a partir del análisis de la relación entre la incidencia de la pandemia con alguno de los aspectos más determinantes de la vulnerabilidad social, así como también con la movilidad de la población.
El mapa Incidencia de COVID-19 y nivel socioeconómico de la población muestra la incidencia acumulada de los contagios en el AMB según el índice socioeconómico de las áreas básicas de salud (ABS) en las que se halla dividido su territorio. El mapa permite contrastar la realidad apuntada ya en el mes de mayo de 2020 por l'Agència de Qualitat i Avaluació Sanitàries (AQUAS, 2020) para el conjunto de Cataluña: por un lado, los grupos más vulnerables en términos socioeconómicos presentaban unas tasas de casos más elevadas y una mortalidad más alta que aquellos con un nivel socioeconómico más alto; por otro, desde la perspectiva territorial, pese a no poderse establecer un gradiente claro en todos sus segmentos entre las tasas de incidencia de contagios y mortalidad según el nivel socioeconómico de las ABS, se constata que algunas de las áreas de mayor incidencia se corresponden a las de nivel socioeconómico más bajo.
Los datos aportados por l’Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB) para la ciudad permiten confirmar, en general, una clara relación entre la incidencia de la pandemia y las condiciones socioeconómicas. De este modo, en el gráfico elaborado a partir de la fuente citada (Incidencia de COVID-19 en relación a la vulnerabilidad social y la renta), la agrupación de la población por quintiles de renta muestra cómo, respecto al primer quintil, la población del quinto presenta una incidencia de contagios por 100.000 personas notablemente más elevada: el 42,3% en el caso de las mujeres y el 50,2% en el de los hombres. Resulta interesante observar la leve disminución de la incidencia en el último quintil, atribuible, quizás, a la menor facilidad por parte de la población más vulnerable a obtener asistencia sanitaria, ya sea por razones de edad o por encontrarse en situación irregular desde el punto de vista administrativo.
En el mapa Incidencia de COVID-19 y renta de la población, que muestra la incidencia de los casos en relación con la renta familiar disponible media de los 73 barrios de la ciudad se puede constatar cómo, en términos generales, los barrios más desfavorecidos presentan tasas de incidencia más elevadas. Esta relación ha sido también estudiada y comprobada, con un alto nivel de significación estadística, a escala de los 10 distritos de la ciudad y de las secciones censales (Baena-Díez et al. 2020; Marí-dell’Olmo et al. 2021).
La diversa incidencia de la epidemia en los grupos sociales y en el territorio ha sido explicada por la presencia de condicionantes sociales como la situación laboral, las condiciones de trabajo o la calidad de la vivienda, así como por la diversa presencia de patologías previas (obesidad, diabetes y otras). Asimismo, la diversa capacidad a la hora de reducir la movilidad puede ser un factor explicativo relevante. Las personas acomodadas suelen trabajar en sectores que pueden adaptarse más fácilmente al teletrabajo y disponer de mayores recursos, en suma, poseen una mayor flexibilidad laboral. En cambio, a los grupos más desfavorecidos, faltos de recursos, ocupados mayoritariamente en empleos manuales y precarios les resulta más difícil reducir sus desplazamientos. Los datos de la movilidad en transporte público ferroviario en relación con la renta territorial donde se localizan las estaciones de acceso así lo confirman (Checa et al. 2020).
Así, en el AMB, la movilidad en transporte público ferroviario conoció una disminución radical entre los meses de febrero y junio de 2020, como bien ilustra el gráfico Evolución de la movilidad en el transporte público ferroviario según quintiles de renta. La disminución se inició ya en la semana previa a que las autoridades adoptaran las medidas administrativas de confinamiento y se acentuó, en gran manera, a partir de la declaración del estado de alarma el día 14 de marzo. Ahora bien, la disminución fue particularmente rápida y profunda en aquellas áreas donde el nivel adquisitivo de la población es más elevado, mientras se mantenía en niveles algo más altos en los territorios de menor renta. Así, tal como puede verse en los mapas de movilidad, en la tercera semana de confinamiento la movilidad media en las estaciones localizadas en los territorios de renta más elevada quedó reducida a un 4,9% respecto las validaciones medias de los meses anteriores, mientras que en las secciones censales vulnerables la reducción, a pesar de ser muy acusada, se detuvo en el 14,3% respecto a la media de enero y febrero de 2020. En el caso de la ciudad de Barcelona, los barrios correspondientes al decil más acomodado habían reducido su movilidad a un 5,7% en relación con la situación anterior, mientras en los barrios de menor renta las validaciones quedaban en un 13,8% respecto al comportamiento anterior a la pandemia. A lo largo del periodo analizado, la movilidad en los barrios más vulnerables, en definitiva, se mantuvo destacadamente más elevada que en los más acomodados.
- AGÈNCIA DE QUALITAT I AVALUACIÓ SANITÀRIES DE CATALUNYA (2020), ed.: Desigualtats socioeconòmiques en el nombre de casos i la mortalitat per COVID-19 a Catalunya. Barcelona, AQUAS. Disponible en: http://hdl.handle.net/11351/4934.
- BAENA-DÍEZ, J. M et al. (2020): «Impact of COVID-19 outbreak by income: hitting hardest the most deprived». Journal of Public Health, Volume 42, Issue 4, December 2020, pp. 698–703. Disponible en: https://doi.org/10.1093/pubmed/fdaa136
- CHECA, J et al. (2020): «Los que no pueden quedarse en casa: movilidad urbana y vulnerabilidad territorial en el área metropolitana de Barcelona durante la pandemia COVID-19», Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, nº 87. Disponible en: https://doi.org/10.21138/bage.2999
- ESTEVE, A.; DOMINGO, A. y BLANES, A. (2021): L’impacte demogràfic de la COVID-19, un balanç provisional. En: BURGUEÑO, J. (coord.), La nova geografia de la Catalunya post-COVID. Barcelona. Societat Catalana de Geografia.
- MARÍ-DELL’OLMO, M. et al. (2021): «Socioeconomic Inequalities in COVID-19 in a European Urban Area: Two Waves, Two Patterns», International Journal of Environmental Research and Public Health, 18(3), 1256. Disponible en: https://doi.org/10.3390/ijerph18031256
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