Discusión:Actitudes políticas y comportamiento electoral

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España en mapas. Una síntesis geográfica

Compendios del Atlas Nacional de España. Actualizado


Estructura temática > Población, poblamiento y sociedad > Sociedad > Actitudes políticas y comportamiento electoral

En los primeros años de la democracia recuperada, José María Maravall (1982) describió la cultura política de la sociedad española como “cinismo democrático”, una mezcla contradictoria en apariencia de altísimas cotas de apoyo al sistema democrático combinadas con una extensa desconfianza en las instituciones. Estos rasgos se combinan además con unas bajas cotas de participación, en comparación con el marco europeo. La sociedad española en su conjunto se mostraba poco interesada y más bien apática en relación con la política. Una apatía que no nacía tanto de una posición crítica con el sistema democrático como de una cierta sensación de impotencia por parte de la ciudadanía, que se limitaba a votar y poco más. Las tasas de afiliación partidista y sindical eran claramente inferiores a las de los países de nuestro entorno, así como la pertenencia a organizaciones de carácter social o la participación en acciones colectivas de tipo reivindicativo.

  • 19183 Satisfacción con el funcionamiento de la democracia según grupos de edad
  • 19181 Régimen político preferido según grupos de edad
  • 19182 Interés por la política según grupos de edad
  • 19184 Confianza en organizaciones e instituciones políticas según grupos de edad

Las razones que explicaban este estado de cosas se encontraban en la socialización durante los años del franquismo de las generaciones que a principios de la década de los ochenta configuraban la sociedad española, las cuales habían sido aleccionadas en la desconfianza hacia todo lo político. A pesar de todo, existía una cierta idea de que el paso del tiempo y el remplazo generacional transformaría el perfil actitudinal de la sociedad española en un sentido más participativo, más cercano a la política y de mayor confianza hacia las instituciones.
La conclusión que se desprende de los datos expuestos aquí es ambivalente y no encaja en la visión que se pudiera tener hace cuarenta años. Por un lado, es cierto que ha aumentado el interés por la política en términos generales, en parte debido a las vicisitudes de la coyuntura de los últimos diez o quince años, pero no ha aumentado la confianza en las instituciones del sistema democrático. Al contrario, la confianza respecto a algunas de ellas ha disminuido, fruto también del impacto de la crisis económica devenida en crisis de sistema. Este impacto también es bien visible en la Satisfacción con el funcionamiento de la democracia según grupos de edad, que ha empeorado, hasta el punto de que se ha contraído el apoyo a la democracia como régimen político preferido.
A tenor de los datos según cohortes, del gráfico Interés por la política según grupos de edad, no parece que el interés haya aumentado entre los nacidos en democracia respecto de las generaciones anteriores. Ciertamente, los nacidos antes de 1948 son el grupo que muestra, de largo, un menor interés por la política, ya que menos de la mitad indica sentir mucho o bastante interés. Los nacidos entre 1949 y 1978 son los aparentemente más interesados, mientras que los nacidos a partir de aquel año muestran un interés decreciente, aunque la tendencia no parece demasiado significativa. Además, entre ellos disminuyen los que dicen tener nada de interés y crecen los que indican tener poco. Todo ello también podría responder a un efecto de ciclo vital, puesto que el interés por la política tiende ser más bajo entre los jóvenes, crecer en los años centrales de la vida y disminuir entre la población mayor.
Por lo que respecta a la Confianza en organizaciones e instituciones políticas según grupos de edad, se observan diversas tendencias. Más allá de la disminución generalizada que se viene observando en los últimos años es interesante resaltar su impacto en las distintas cohortes. Así, la Constitución de 1978, a pesar de ser el elemento que genera mayor confianza en todos los grupos de edad muestra una clara tendencia decreciente a medida que se pasa de las generaciones más antiguas a las más recientes, evolución que por otra parte, resulta comprensible y coherente con la creciente lejanía temporal del establecimiento del sistema constitucional respecto a la situación presente. Destaca así mismo la caída de la confianza en los medios de comunicación y el incremento de la confianza en los sindicatos en las tres cohortes más jóvenes. Entre los nacidos a partir de 1999 los medios de comunicación son los actores con una tasa de confianza más baja, incluso por debajo de los partidos políticos, que son tradicionalmente las instituciones con menor confianza en la mayoría de los sondeos.
Por lo que respecta a la valoración del funcionamiento de la democracia, se perciben unas actitudes más críticas en los nacidos entre 1969 y 1998, especialmente en el grupo nacido entre 1979 y 1988, que en el momento de la realización del sondeo tenían entre 35 y 44 años. En el otro extremo, los nacidos hasta 1968 y los más jóvenes son los que tienen una visión más positiva sobre el funcionamiento de la democracia.
A pesar de esto, el grupo de los más jóvenes, al expresar su preferencia por un régimen político son los que menos de acuerdo se muestran con la frase “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”. Aunque siete de cada diez de los miembros de las cohortes más jóvenes compartirían aquella afirmación, su nivel de adhesión al régimen democrático queda lejos de los porcentajes que este suscita entre los nacidos entre 1949 y 1968, o incluso entre los de 1969 y 1988.
En conclusión, los datos parecen dibujar una sociedad española que se interesaría más por la política de lo que se había registrado al inicio del período democrático. Sin embargo, dicho interés coexistiría ahora con una visión más crítica del funcionamiento del sistema y con el mantenimiento de la desconfianza hacia algunos de sus actores principales (sobre todo los partidos políticos, claramente, pero también el Congreso) y un debilitamiento de la confianza en la Constitución de 1978. También disminuiría la confianza hacia los medios de comunicación, como muestra de la crisis de los agentes mediadores, pero un cierto reforzamiento de los sindicatos entre las cohortes nuevas. Todo ello en el marco de menor apoyo a la democracia como el sistema político preferido y la incipiente aceptación de alternativas de tipo autoritario.

  • 19102 Asociaciones según actividad
  • 19100 Evolución de las asociaciones según actividad
  • 19103 Manifestaciones según motivación
  • 19101 Distribución de las manifestaciones según motivación

Esta sociedad más interesada, igualmente desconfiada y más crítica muestra una creciente capacidad de organización en todos los aspectos sociales. Desde 2005 hasta 2022 el número de Asociaciones según actividad se han más que doblado. El grupo más numeroso es el de las asociaciones de tipo ideológico, cultural, educativo y de comunicación, por bien que las que más han crecido en los últimos años son las entidades relacionadas con el medio ambiente y la salud o con las mujeres, la igualdad y la no discriminación. Ambos tipos de asociaciones han doblado su número desde 2005.
Si se toma mayor distancia y se comparan las entidades inscritas en el Registro de asociaciones del Ministerio del Interior en 1999 y las actuales, se observa que las que más han crecido son entidades dedicadas a la solidaridad, integración social, ayuda humanitaria y cooperación al desarrollo, las cuales se han multiplicado por cinco.
Otro factor que refuerza la idea de que la sociedad española ha avanzado hacia una mayor participación e implicación en la acción social es el creciente número de Manifestaciones según motivación que se producen a lo largo del año. La serie del Ministerio del Interior muestra una evidente tendencia alcista a partir de 2008, coincidiendo con el estallido de la crisis económica, y un nuevo ascenso a partir de 2012, donde coinciden el agravamiento de la crisis económica, la crisis política y el inicio del procés en Cataluña.
Es interesante observar también las mutaciones en las motivaciones de las manifestaciones. De 2000 a 2022 se han triplicado el número total de manifestaciones en España, pero prácticamente desaparecen las relacionadas con el terrorismo (pasan de representar el 21% del total a sólo el 2%) y crecen con fuerza las relativas a la sanidad como respuesta a la pandemia (se multiplican por 20) y las contrarias a medidas del gobierno o legislativas (se multiplican por 13). En el cómputo global para 2022, las principales motivaciones de las manifestaciones son las relativas a cuestiones laborales.
En conclusión, el análisis de los datos ofrece un balance ambivalente de la evolución de las actitudes políticas de la sociedad española en las últimas décadas. Se ha pasado de una sociedad eminentemente desinteresada a una más interesada, y de una profundamente apática a una más participativa y organizada. Todo ello, sin embargo, manteniendo una extensa desconfianza hacia los agentes políticos y sociales y una visión más crítica sobre el funcionamiento general del sistema, al que se empezaría a ver como no tan irreemplazable. Los cambios en las actitudes políticas se reflejan también en el comportamiento electoral de la población, que se analizará a continuación.


Elecciones al Congreso de los diputados

17090 Composición del Congreso de los Diputados
19137 Composición del Congreso de los Diputados

La convocatoria electoral del 23 de julio de 2023 tuvo unas características muy particulares, que hacen de ella, y de sus consecuencias, una elección especial. En primer lugar, hay que decir que esta fue una convocatoria avanzada, puesto que la legislatura iniciada en diciembre de 2019 debía finalizar con el año 2023. Sin embargo, el presidente del Gobierno, haciendo uso de la prerrogativa que le otorga la legislación electoral, anunció que había decidido disolver las Cortes al día siguiente de la celebración de las elecciones municipales del 28 de mayo sin esperar a la finalización natural de la legislatura.
El avance electoral no es una extrañeza en la reciente historia española, sino todo lo contrario. De las dieciséis elecciones generales celebradas desde 1977, seis se han convocado de manera anticipada, acortando la legislatura. Si a esto se suma que dos convocatorias han sido repeticiones, fruto de no haber alcanzado un acuerdo de investidura en el plazo estipulado por la ley, se puede decir que casi la mitad de las convocatorias “normales” han sido anticipadas, lo cual muestra la naturalidad del recurso de la convocatoria anticipada por parte de los presidentes de Gobierno.

19138 Elecciones al Congreso. Partido más votado [XXX PDF]. [XXX Datos]. [XXX Interactivo].
19139 Elecciones al Congreso. Partido más votado [XXX PDF]. [XXX Datos]. [XXX Interactivo].

En el caso de 2023, el avance electoral respondía a la intención del presidente Pedro Sánchez de evitarle al gobierno un final de legislatura complejo después de que las fuerzas de la oposición, y notablemente el Partido Popular (PP), hubiesen obtenido la victoria en las recientes elecciones municipales y en la mayoría de las elecciones a los parlamentos autonómicos celebradas el mismo 28 de mayo de 2023.
La clave de esta convocatoria residía, pues, en la capacidad de los partidos que formaban el Gobierno de resistir el empuje demostrado por el PP y Vox en los comicios recientes. El resultado final de la elección hizo honor a la tendencia mostrada por el electorado a lo largo del ciclo iniciado en 2021, y que venía a corregir el ciclo anterior, del que formaron parte las dos convocatorias generales de abril y noviembre de 2019. En aquel, el contexto electoral estuvo dominado por los efectos del cambio de Gobierno a raíz de la moción de censura presentada por Pedro Sánchez contra el gobierno de Mariano Rajoy en la primavera de 2018. Los comicios del año siguiente ratificaron este cambio, otorgando la victoria al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y abriendo la posibilidad a la continuidad de Sánchez en la presidencia del Gobierno, posibilidad que sólo se materializó después de la repetición electoral de noviembre y a través de una fórmula inédita desde la recuperación democrática: la conformación de un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos.
Cuatro años después, la convocatoria general anticipada dio la victoria al PP, que logró ocho millones de votos y 136 diputados, 47 más de los obtenidos en noviembre de 2019. El PSOE, por su parte, obtuvo casi un millón de votos más que en 2019, lo que le otorgó 122 actas, dos más que cuatro años atrás. En tercer lugar, se situó Vox, que en noviembre de 2019 había obtenido un resultado espectacular, con un incremento de 28 escaños respecto de la convocatoria de abril del mismo año. En esta ocasión, Vox cedió 19 diputados al contraerse su voto en más de 600.000 papeletas y quedarse solo algo por encima de los tres millones de votos. Casi este mismo número de votos fue el que obtuvo Sumar, coalición que englobaba a Podemos y a otras organizaciones de la izquierda.
La particularidad de esta convocatoria adelantada radicó también en sus consecuencias para la gobernabilidad posterior, ya que fue la primera vez en la historia política reciente que el partido que gana las elecciones no encabeza el Gobierno surgido del Parlamento. Esto es así porque el candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, no encontró los apoyos suficientes para ser investido presidente cuando presentó su candidatura al pleno de la Cámara en septiembre de 2023. A los votos de sus propios diputados (136), Nuñez Feijóo solo pudo añadir los 33 electos de Vox, la diputada de Coalición Canaria (CC) y el diputado de Unión del Pueblo Navarro (UPN), lo que resultó insuficiente, al no haber ningún otro grupo que optara por la abstención para facilitar la elección del líder popular.
Así, en el mes de noviembre fue investido presidente el líder del PSOE, Pedro Sánchez, con los votos de su grupo, los de Sumar y los de los grupos nacionalistas periféricos (además del voto de la diputada de CC). Con la investidura de Sánchez se dio continuidad al Gobierno de coalición, esta vez con Sumar como socio minoritario, que ya venía funcionando desde enero de 2020, pese a no ser el PSOE el partido más votado en las elecciones. Esta circunstancia, de alguna manera, refuerza la naturaleza parlamentaria del sistema político español, según el cual el presidente, y el Gobierno por añadidura, es aquel candidato que consigue el apoyo de la mayoría de la Cámara, haya sido o no (como en este caso) el líder de la formación que haya obtenido más votos en la elección.
Por lo que respecta a la distribución territorial del voto, el mapa resultante de la convocatoria general de 2023 es similar al que se observaba en las convocatorias en las que el PP había resultado ganador. En la gran mayoría de las circunscripciones electorales, los populares fueron la fuerza que obtuvo más votos, salvo en once. Estas se distribuyen en tres ámbitos bien diferenciados. Por un lado, las circunscripciones más proclives al voto socialista, como Sevilla y las dos extremeñas, a las que se añade Santa Cruz de Tenerife. Por otro lado, las circunscripciones electorales del País Vasco, Navarra y Cataluña. En las primeras hay tres fuerzas ganadoras, cada una en una provincia: el PSOE en Álava, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en Bizkaia y EH Bildu en Gipuzkoa. En Navarra, la lista con más sufragios es la del Partido Socialista de Navarra. Por último, en las cuatro circunscripciones catalanas la fuerza con más votos en todas ellas es el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC).
La comparación con el mapa de partido ganador por circunscripciones en la convocatoria de noviembre de 2019 pone en evidencia el cambio de una a otra elección. Entonces, el PP había sido la fuerza con mayor número de votos en sólo 19 circunscripciones, aquellas que integran un territorio tradicionalmente proclive al voto conservador: tres circunscripciones gallegas (salvo Pontevedra), Cantabria y cinco circunscripciones castellanoleonesas (Zamora, Salamanca, Ávila, Segovia y Palencia).
El cambio también es muy perceptible en Cataluña, donde en 2019 Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) había sido la fuerza más votada en tres circunscripciones (Girona, Lleida y Tarragona), así como en el País Vasco donde el PNV había vencido en las tres circunscripciones. En aquella convocatoria, hubo también que sumar la particularidad del triunfo de Teruel Existe en su circunscripción, al calor del debate sobre la despoblación de las zonas rurales y lo que se vino a llamar el problema de la España vaciada. En 2019 también se observa como Vox consiguió alzarse con el triunfo en Murcia.
Estas diferencias en los mapas de la fuerza ganadora en las dos últimas convocatorias electorales obedecen a los movimientos producidos entre los dos momentos electorales. El PP se alza con la victoria en 2023 en la mayoría de las circunscripciones porque consigue aglutinar a buena parte del antiguo voto de Ciudadanos (Cs), que en esta convocatoria no presenta candidatura, como colofón de un ciclo electoral negro para sus intereses iniciado, de hecho en las elecciones generales de noviembre de 2019. En aquel año, la regresión de apoyo a dicho partido entre abril y noviembre fue espectacular, pasando de conseguir 57 diputados a 10. Los casi dos millones y medio de votos perdidos por Cs entre abril y noviembre de 2019 parecen recalar en la abstención (y en Vox) para, en 2023, vehicularse hacia el PP. Aquí podría hallarse la clave del resultado de los conservadores, algo que ya se venía anunciando en las elecciones autonómicas celebradas entre 2020 y 2023.



Participación electoral según la renta
19163 Participación electoral según renta. Barcelona
19162 Participación electoral según renta. Madrid

Los datos de participación electoral por barrios de las dos ciudades más pobladas de España reflejan la estrecha relación que existe entre el voto y la renta. Las tendencias son claras y robustas: a mayor renta, mayor porcentaje de participación en las elecciones generales. En el caso barcelonés, los cinco barrios con mayor nivel económico muestran una participación superior al 70%, mientras que los cinco con una renta menor se quedan ligeramente por encima del 50%. La misma tendencia se observa en Madrid: los barrios más ricos superan el 80% de participación, los más pobres se quedan en el 60%. La diferencia entre los extremos en ambas ciudades es prácticamente la misma, 20 puntos.
La relación entre renta y participación no es particular de esta convocatoria ni de estos dos territorios, si no que se trata de un fenómeno que se ha ido observando de forma continuada a lo largo de la historia electoral española y que puede reproducirse en otras partes del mundo. Diferentes tipos de razones pueden explicar el fenómeno.
En primer lugar, deben considerarse las razones de tipo coyuntural, pues la predisposición al voto viene motivada, en parte, por las posibilidades de victoria que se les otorgan a las diferentes fuerzas políticas. Así, en las elecciones generales de 2023 el votante del PP se sentiría más motivado, más propenso, a participar, puesto que las perspectivas de victoria le incitarían a dar su apoyo a ese partido. Puesto que el PP tiene más implantación en las áreas de mayor renta, parte del diferencial con las otras zonas se derivaría de esa mayor predisposición del voto popular. Este factor coyuntural también podría explicar el diferencial entre la participación de los barrios de Madrid y de Barcelona, donde el apoyo al PP es menor y donde se produjo una clara contracción del voto (bajó seis puntos), principalmente por la desmovilización de parte del voto que en 2019 había votado a las fuerzas independentistas.
Ahora bien, a parte de ese factor de tipo coyuntural, parece evidente que existe una razón estructural en la relación entre renta y participación, puesto que sistemáticamente los barrios con mayor renta aparecen como los más participativos en cualquier elección, mientras que los más vulnerables muestran una tendencia menor a la implicación electoral. Esta relación tan estrecha y persistente se debe a la desigual distribución de recursos entre unas y otras áreas. En las zonas de mayor potencial económico, los electores tienen a su disposición una cantidad de recursos de todo tipo (no sólo económicos, también de información, capital social, académicos, incluso de tipo cultural) que les hace más propensos a la participación electoral, puesto que son conscientes de los beneficios que ésta comporta, ya sean de tipo material (poder, decisión, influencia) como inmaterial (pertenencia, sentimiento de ciudadanía, compromiso). Esos recursos no están tan presentes en los barrios con menor renta, lo que hace que allí sean más numerosos los electores que, o bien no perciben los beneficios de la participación electoral, o bien consideran que los costes de participar (en tiempo, recursos, búsqueda de información) superan esos posibles beneficios.
Un último elemento que explica la relación entre participación electoral y renta es la diferenciación entre electores participativos y electores especializados. Es decir, en los barrios de mayor renta se observa que los índices de participación tienden a ser más estables, mientras que en los de menor renta se percibe una mayor oscilación en la participación dependiendo del tipo de electores. Esto es así porque hay electores en estos barrios que tienden a participar sólo en aquel tipo de elección que consideran más importante, absteniéndose en aquellos a los que se otorga una menor transcendencia.


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Texto: Oriol Nel·lo Colom, Oriol Bartomeus Bàyes. Véase la lista de participantes


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Elecciones al Senado

Los resultados para la Cámara Alta tienden a amplificar los que se producen en las elecciones al Congreso de los Diputados, debido sobre todo al diferente sistema electoral que rige a la hora de seleccionar ambas cámaras. Si se considera la fuerza más votada en cada una de las circunscripciones se obtiene un mapa prácticamente idéntico para las elecciones al Congreso y al Senado, en parte gracias a la celebración simultanea de ambas. Nunca se han celebrado en fechas distintas, aunque la Constitución no lo impide, así que no se puede saber qué ocurriría en esa eventualidad, aunque es de suponer que los resultados no serían tan similares, puesto que se eliminaría el evidente efecto de arrastre de la elección al Congreso.
A pesar de la similitud de ambos resultados, la configuración de ambas cámaras es muy distinta, debido a los diferentes sistemas de elección. Para el Senado, el sistema mayoritario plurinominal con voto limitado produce una sobrerrepresentación de la fuerza ganadora en cada circunscripción, puesto que, por norma general, obtiene las tres cuartas partes de los escaños en juego, dejando a la segunda fuerza con la cuarta parte restante.


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Texto: Oriol Nel·lo Colom, Oriol Bartomeus Bàyes. Véase la lista de participantes


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Elecciones municipales

Las elecciones del 28 de mayo de 2023 se pueden considerar el primer episodio del ciclo electoral que ha concluído con las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2024. En esta convocatoria ya se observaron los elementos que definen ese ciclo electoral, y que en parte se han ido observando a lo largo de las elecciones autonómicas parciales celebradas entre 2021 e inicios de 2023.
Un primer rasgo a destacar es que estas elecciones vinieron a suponer la práctica desaparición de Cs, que en 2019 se había erigido en la fuerza decisiva para la configuración de los gobiernos locales en buena parte de las grandes ciudades y capitales de provincia del país. En 2023, el voto de Ciudadanos fue absorbido por el PP, y en parte por Vox, siguiendo la tendencia que ya había apuntado las elecciones generales de noviembre de 2019. Es plausible que la decisión estratégica de la dirección de Cs, precisamente después de la convocatoria municipal de 2019, de confeccionar mayorías con el PP predispusiera a una parte significativa de sus electores a dar su apoyo a los populares en las siguientes elecciones. Cs pierde en esta convocatoria de 2023 el 86% de los concejales obtenidos cuatro años antes.
Las elecciones municipales de 2023 también suponen, en cierta forma, el cierre del período iniciado en 2015, con la aparición de los partidos de la nueva política (a la que también se adscribía Cs), que en ese año fueron capaces de conquistar los gobiernos locales de ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza o Cádiz al calor de la contestación a las fuerzas tradicionalmente mayoritarias, tanto a derecha como a izquierda. En 2019 algunos de los gobiernos progresistas surgidos por ese movimiento ya habían sido desplazados por la configuración de coaliciones de centroderecha, con la participación del PP y Cs y también Vox. Ese fue el caso de Madrid, por ejemplo, no el de Barcelona. Aún así, en 2019 las candidaturas de la nueva izquierda habían logrado mantenerse como las fuerzas más votadas. Sin embargo, en 2023 fueron desplazadas de ese primer puesto, principalmente por el PP que consiguió incrementar su resultado en casi dos millones de votos y más de 3.000 concejales.


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Texto: Oriol Nel·lo Colom, Oriol Bartomeus Bàyes. Véase la lista de participantes


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Elecciones a los parlamentos autonómicos

Tradicionalmente, en España la mayoría de las comunidades autónomas celebran sus elecciones parlamentarias la misma jornada que las municipales. Sólo cuatro comunidades tienen, desde hace tiempo, un calendario electoral particular: País Vasco, Galicia, Cataluña y Andalucía (las elecciones en esta última coincidieron durante un tiempo con las convocatorias generales). Así, de las 17 autonomías, 13 acudieron a las urnas en mayo de 2019, Galicia y País Vasco en julio de 2020, en un contexto marcado por la pandemia, y Cataluña, en febrero de 2021. Andalucía, por su parte, había celebrado elecciones en diciembre de 2018.
Así pues, era de esperar que fuera precisamente Andalucía la que abriese el ciclo autonómico, pero no fue así, pues Madrid adelantó su elección a mayo de 2021, con el objetivo por parte del principal partido del gobierno regional, el PP, de mejorar su situación parlamentaria a costa de su socio, Cs. Lo consiguió más que doblando su representación parlamentaria pues pasó de 30 a 65 escaños, mientras que Cs quedaba fuera del Parlamento al perder sus 26 representantes.
El camino que abrió Madrid repercutió en buena parte de las comunidades autónomas que fueron llamadas a las urnas a continuación. Primero, Castilla y León, que también anticipó su elección (febrero de 2022) con un resultado similar al madrileño: fuerte caída de Cs (aunque mantuvo un único diputado) y aumento del PP, con Vox manteniendo sus posiciones. La salida de esta elección también repercutió en otras comunidades, puesto que fue la primera experiencia de gobierno de coalición entre el PP y Vox.
En junio de 2022, Andalucía votó para la constitución de su Parlamento y dio por primera vez en su historia una mayoría absoluta al PP. En la legislatura anterior, este había gobernado en coalición con Cs, partido que facilitó la investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla a pesar de ser el PSOE la fuerza más votada en la convocatoria de diciembre de 2018.
El 28 de mayo de 2023, 12 comunidades además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla fueron llamadas a las urnas (Madrid entre ellas, puesto que su Estatuto de Autonomía así lo establece). El resultado demostró la inercia del ciclo, de manera que el PP fue la fuerza vencedora en nueve comunidades, pero logró encabezar el gobierno en 10 (en Extremadura, a pesar de la victoria del PSOE). En la mitad de ellas, el nuevo gobierno conservador sustituyó a un ejecutivo encabezado por el PSOE (Aragón, Comunitat Valenciana, Extremadura, Illes Balears y La Rioja) y en Cantabria al de los regionalistas cántabros (PRC). El PSOE conservó los gobiernos autonómicos de Asturias, Castilla-La Mancha y Navarra. En cuatro de las comunidades, el PP formó gobierno de coalición con Vox (Aragón, Comunitat Valenciana, Extremadura y Región de Murcia), en otra (Illes Balears) con apoyo externo de Vox, y en Cantabria con el apoyo de los regionalistas, mientras que en Madrid el PP obtuvo mayoría absoluta.
En las comunidades que han celebrado elecciones posteriormente, o bien se ha reproducido el buen resultado del PP (Galicia, febrero 2024) o se han producido cambios sustanciales en la correlación de fuerzas. En el País Vasco (abril 2024) por primera vez PNV y EH Bildu empataron en escaños, mientras que en Cataluña (mayo 2024) el PSC se alzó con la victoria por primera vez desde 2003.


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Texto: Oriol Nel·lo Colom, Oriol Bartomeus Bàyes. Véase la lista de participantes


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Elecciones al Parlamento Europeo

La convocatoria del 9 de junio de 2024 cerró el ciclo electoral iniciado con las elecciones municipales y en parte autonómicas de mayo de 2023. En este sentido, los resultados reflejan la tendencia del ciclo, ya que el PP resulta ser el partido más votado, con un incremento de casi un millón y medio de votos respecto de la anterior convocatoria. El PSOE, en cambio, pierde dos millones de votos respecto a la anterior convocatoria; Vox, situado en tercer lugar, mantiene prácticamente inalterado el resultado de cinco años atrás, a pesar del éxito de la candidatura Se Acabó la Fiesta, que se estrena en estas elecciones con 800.000 votos. Por lo que respecta a la izquierda, que en esta ocasión se presenta dividida entre Sumar y Podemos, retrocede en su conjunto.
La evolución del voto entre las dos convocatorias tiene un reflejo evidente en el territorio. Así, en 2019 el PSOE fue la fuerza más votada en la gran mayoría de las provincias, salvo en cuatro en las que el PP fue el vencedor (Ávila, Salamanca, Ourense y Lugo), las tres del País Vasco en las que ganó el PNV, integrado en la coalición CEUS (Coalición por una Europa Solidaria), y las cuatro catalanas, donde ganó Junts. Sin embargo, en 2024 es el PP el que se erige en partido más votado en la mayor parte del territorio. De hecho, solo en Navarra, las provincias vascas, las catalanas y las canarias, hay otro ganador. En Bizkaia, Álava, Navarra, Barcelona, Tarragona y las dos provincias canarias el partido más votado es el PSOE, mientras que en Gipuzkoa gana EH Bildu y en Girona y Lleida Junts.
Respecto a la participación electoral, la comparación con la convocatoria de 2019 es problemática porque entonces las elecciones al Parlamento europeo coincidieron con las municipales (y autonómicas en algunas comunidades), lo que conlleva un efecto arrastre de estas sobre aquellas. En las elecciones europeas de 2019 votó el 60,7% del censo, mientras que cinco años más tarde la participación total se redujo hasta el 49,2%. En la convocatoria de 2014, cuando las europeas no coincidieron con ninguna otra elección, la participación fue del 43,8%.
Entre las convocatorias de 2014 y 2024 se observa un claro debilitamiento del voto a la izquierda del PSOE y un aumento del voto a éste, al igual que una contracción del voto al centro que favorecería al PP, y un reforzamiento del voto a las opciones situadas a la derecha de los populares, que crecen en más de dos millones de votos.


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Texto: Oriol Nel·lo Colom, Oriol Bartomeus Bàyes. Véase la lista de participantes


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Bibliografía

BARTOMEUS, ORIOL (2023). El peso del tiempo. Relato del relevo generacional en España. Barcelona: Debate.

GALAIS, CAROLINA (2012). “Edad, cohortes o período. Desenredando las causas del desinterés político en España.” Revista española de investigaciones sociológicas 139.1: 85–109

MARAVALL, JOSÉ MARÍA (1982). La Política de la transición 1975-1980. Madrid: Taurus

MONTERO GIBERT, J. R., TORCAL LORIENTE, M. y Günther, R. (2024). “Actitudes hacia la democracia en España legitimidad, descontento y desafección”. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, (83), 9–49.


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Recursos relacionados


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