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Para finalizar con los impactos socioeconómicos, se aportan dos representaciones que tratan de medir tanto la coyuntura como rasgos estructurales del mercado de trabajo en los países de la UE en 2020. Por una parte, la tasa de paro expresa lo ya conocido de unas cifras muy elevadas en España, Grecia y algunos países bálticos (en particular, Letonia y Lituania). Los altos valores de Suecia y Finlandia parecen deberse más a una situación concreta agravada por la crisis del COVID-19, mientras que la mayoría de las naciones de Europa del Este reflejan unos porcentajes menores. A este respecto, cabe indicar que el desempleo ha aumentado más en aquellos países donde los valores ya eran elevados con anterioridad. De hecho, un mercado de trabajo frágil se ve más afectado por una coyuntura de crisis, que otro estable. Esto, a pesar de que el instrumento de las regulaciones temporales de empleo suavice mucho los registros finales obtenidos. Por su parte, los incrementos de los países nórdicos pueden obedecer a unas mejores condiciones de atención general a los parados, con lo que el desempleo no adquiere unas connotaciones tan trágicas como en el sur. En relación con estos datos, sorprende que Alemania no los haya actualizado, pero curiosamente esta gran potencia europea es la patria de los miniempleos y su transparencia habitual en estos valores tampoco es muy satisfactoria.
 
Por su parte, la tasa de ocupación parece expresar más comportamientos muy asentados que han adquirido casi una condición estructural, como la todavía incompleta incorporación femenina al empleo fuera del hogar en los países mediterráneos frente a las tendencias del norte del continente. Cabe señalar también que todos los datos están condicionados por las políticas de cese temporal de la actividad, que algunas naciones impulsaron para contrarrestar los efectos laborales negativos de la pandemia. Las tasas de ocupación más altas se registran en Suecia y los Países Bajos, donde cabe referirse a un pleno empleo masculino y femenino en contextos de envejecimiento poblacional atenuado. Por el contrario, España, Italia y Grecia muestran registros entre el 55% y el 60%, lo que implica que la recuperación del empleo una vez superada la pandemia, deberá acompañarse de políticas activas, sobre todo dirigidas a mujeres y jóvenes.
 
 
1985
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