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</ul></div>En lo referido al [[:Archivo:Mundo_Producto-Interior-Bruto-per-capita-en-el-mundo_2020_mapa_18057_spa.jpg| ''Producto Interior Bruto per cápita'']] (PIB), el mapa muestra los conocidos contrastes entre los países más desarrollados y los más pobres. No obstante, cabe señalar que dentro del mismo año 2020 la profundidad de la crisis económica mundial se ha vivido de manera desigual en los diferentes países. Un decrecimiento muy acusado se produjo en Estados Unidos y Europa occidental en su conjunto. La evolución negativa registrada en China, Australia y Nueva Zelanda se debe, en este caso, a que son tres economías muy dependientes del comercio internacional, de sus exportaciones, que se han visto seriamente dañadas en sus resultados macroeconómicos, aunque la difusión de la COVID-19 fuese contenida muy satisfactoriamente. En el mapa [[:Archivo:Europa_Variacion-del-Producto-Interior-Bruto-en-la-Union-Europea_2019-2020_mapa_18086_spa.jpg| ''Variación del Producto Interior Bruto en la Unión Europea'']] que representa en detalle a los países de la UE, se han querido mostrar dos valores complementarios: el primero, la variación del PIB entre mediados del 2019 y el 1 de julio de 2020, y el segundo el PIB per cápita en 2020. Según el primero de ellos, las naciones mediterráneas, Hungría, Rumania, Alemania y Bélgica son las que presentan cifras más negativas, que se atenúan considerablemente en Irlanda, los países bálticos, Suecia y Finlandia. Respecto al PIB per cápita de 2020, el mapa muestra el conocido contraste entre la Europa central-septentrional y el resto, registrando valores más elevados en la primera, si bien la caída respecto a 2019 fue también muy importante.
 
Para finalizar con los impactos socioeconómicos, se aportan dos representaciones que tratan de medir tanto la coyuntura como rasgos estructurales del mercado de trabajo en los estados de la UE en 2020. Por una parte, la tasa de paro expresa lo ya conocido de unas cifras muy elevadas en España, Grecia y algunos países bálticos (en particular, Letonia y Lituania). Los altos valores de Suecia y Finlandia parecen deberse más a una situación concreta agravada por la crisis de la COVID-19, mientras que la mayoría de los países de Europa del Este, Irlanda, Portugal y el Benelux reflejan unos porcentajes menores. A este respecto, cabe indicar que el desempleo ha aumentado más en aquellos países donde los valores ya eran elevados con anterioridad. De hecho, un mercado de trabajo frágil se ve más afectado por una coyuntura de crisis, que otro estable. Esto, a pesar de que el instrumento de las regulaciones temporales de empleo suavice mucho los registros finales obtenidos. Por su parte, los incrementos de los países nórdicos pueden obedecer a unas mejores condiciones de atención general a los parados, con lo que el desempleo no adquiere unas connotaciones tan trágicas como en el sur. En relación con estos datos, sorprende que Alemania no los haya actualizado, pero curiosamente esta gran potencia europea es la patria de los miniempleos y su transparencia habitual en estos valores tampoco es muy satisfactoria.
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Para finalizar con los impactos socioeconómicos, se aportan dos representaciones que tratan de medir tanto la coyuntura como rasgos estructurales del mercado de trabajo en los estados de la UE en 2020. Por una parte, la tasa de paro expresa lo ya conocido de unas cifras muy elevadas en España, Grecia y algunos países bálticos (en particular, Letonia y Lituania). Los altos valores de Suecia y Finlandia parecen deberse más a una situación concreta agravada por la crisis de la COVID-19, mientras que la mayoría de los países de Europa del Este, Irlanda, Portugal y el Benelux reflejan unos porcentajes menores. A este respecto, cabe indicar que el desempleo ha aumentado más en aquellos países donde los valores ya eran elevados con anterioridad. De hecho, un mercado de trabajo frágil se ve más afectado por una coyuntura de crisis, que otro estable. Esto, a pesar de que el instrumento de las regulaciones temporales de empleo suavice mucho los registros finales obtenidos. Por su parte, los incrementos de los países nórdicos pueden obedecer a unas mejores condiciones de atención general a los parados, con lo que el desempleo no adquiere unas connotaciones tan trágicas como en el sur. En relación con estos datos, sorprende que Alemania no los haya actualizado, pero curiosamente esta gran potencia europea es la patria de los miniempleos y su transparencia habitual en estos valores tampoco es muy satisfactoria.
Por su parte, la [[:Archivo:Europa_Tasa-de-ocupacion-en-la-Union-Europea_2020_mapa_18103_spa.jpg| ''Tasa de ocupación en la UE'']] parece expresar más comportamientos muy asentados que han adquirido casi una condición estructural, como la todavía incompleta incorporación femenina al empleo fuera del hogar en los países mediterráneos frente a las tendencias del norte del continente. Cabe señalar también que todos los datos están condicionados por las políticas de cese temporal de la actividad, que algunas naciones impulsaron para contrarrestar los efectos laborales negativos de la pandemia. Las tasas de ocupación más altas se registran en Suecia y los Países Bajos, donde cabe referirse a un pleno empleo masculino y femenino en contextos de envejecimiento poblacional atenuado. Por el contrario, España, Italia y Grecia muestran registros entre el 55% y el 60%, lo que implica que la recuperación del empleo una vez superada la pandemia, deberá acompañarse de políticas activas, sobre todo dirigidas a mujeres y jóvenes.
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