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No es de extrañar que la mayor parte de los gobiernos hayan usado información de movilidad obtenida de teléfonos móviles para monitorizar el comportamiento de la población durante la pandemia y el grado de seguimiento de las medidas que iban estableciendo. Un buen ejemplo son los indicadores de movilidad que realiza el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana desde la declaración del estado de alarma en marzo de 2020; en este apartado esa ha sido la fuente utilizada.
{{ANETextoEpigrafe|epigrafe=Variables y fases seleccionadas para analizar el impacto de la pandemia en la movilidad de la población a través de la telefonía}}
La primera ola de la pandemia cambió de forma radical nuestros hábitos de movilidad. Las distintas medidas tomadas por las autoridades y la progresiva concienciación de la población modificaron de forma sustancial los patrones de movilidad de la población. Si el coronavirus se contagiaba por la interacción social, la lucha contra la pandemia implicaba reducir al máximo los contactos sociales mediante el confinamiento a la población, es decir, mediante estrictas limitaciones a la movilidad, ya fuera por confinamiento domiciliario o perimetral. Al relacionar los datos de movilidad con los datos epidemiológicos para tratar de mejorar la gestión de la pandemia, se pudo comprobar, por ejemplo, la estrecha conexión entre el aumento de contactos sociales en el verano y en la Navidad de 2020 con las posteriores segunda y tercera ola de la pandemia, respectivamente.
{{ANETextoEpigrafe|epigrafe=Cambios en la movilidad a lo largo de la primera ola}}
En la primera ola de la pandemia se hicieron muchos menos desplazamientos, especialmente en las fases en las que las restricciones fueron más extremas (confinamiento domiciliario excepto para actividades esenciales y de primera necesidad). El gráfico de Evolución del número de viajes durante la primera ola de la pandemia comienza con la representación de las dos semanas previas al confinamiento (que pueden ser consideradas como semanas de referencia) y finaliza el 28 de junio (primera semana tras el estado de alarma). Se observa una caída muy brusca, desde los 140 millones de desplazamientos en los días de las semanas de referencia hasta poco más de 60 millones en las semanas tercera y cuarta del confinamiento, las más duras, que representan aproximadamente un 43% de los viajes de la situación de partida. La mayor parte de la población redujo sus viajes al mínimo, y aumentó el número de personas que no hacía ningún viaje al día, si bien grupos de población que desempeñaban ciertos trabajos (sobre todo los repartidores) incrementaron sus viajes por el auge del comercio electrónico y las entregas de productos de alimentación a domicilio. A partir de entonces se produce produjo un progresivo aumento del número de viajes a medida que se iba avanzando por las distintas fases de prórroga del estado de alarma y de desescalada, hasta que en la semana posterior al fin del estado de alarma se alcanzan los 120 millones de viajes diarios, una cifra próxima a la de las semanas previas al confinamiento, pero claramente inferior, lo que es un reflejo de la perpetuación de ciertos hábitos adquiridos durante el confinamiento (teletrabajo, compras por comercio electrónico, etc.) y del alto grado de concienciación alcanzado por la población, sobre todo de ciertos grupos de edad particularmente vulnerables ante la amenaza del coronavirus. La curva evolutiva presenta un ritmo semanal muy claro, con una movilidad que en los fines de semana siempre es inferior a los días laborables.
El indicador del número de viajeros-km presenta una curva parecida a la del total de viajes, pero con una caída todavía más acentuada. Este indicador refleja no solo el número de viajes, sino también su distancia. En suma, con las restricciones se hicieron menos viajes y los que se hacían eran más cortos. El gráfico ''Evolución del número de viajeros-km durante la primera ola de la pandemia'' muestra cómo el número de viajeros-km cae desde aproximadamente 1.400 millones en los días anteriores al estado de alarma hasta tan solo unos 400 millones (en las semanas tercera y cuarta), que representaban tan solo el 28% del valor de partida en las semanas de referencia.
El gráfico de Población que sale de su área de movilidad durante la primera ola de la pandemia refleja de una manera todavía más clara la reducción de la movilidad, con una caída marcada durante las primeras semanas y las semanas de mayores restricciones. A la vez, la recuperación de este indicador es más lenta que en los dos anteriores indicadores, con unos valores en junio de 2020 llamativamente inferiores a la situación previa a la pandemia. Los viajes a otras áreas de movilidad tienen que ver en muchas ocasiones con viajes al trabajo, pero también con viajes por ocio o reuniones familiares, que se redujeron notablemente durante el estado de alarma y que en gran medida no llegaron a recuperarse en las semanas de desescalada.
{{ANEAutoria|Autores= Juan Carlos García Palomares, Javier Gutiérrez Puebla y Joana María Seguí Pons}}
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*Libro 1
*Libro 2
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