Discusión:Repercusiones ambientales

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La pandemia COVID-19 en España. Primera ola: de los primeros casos a finales de junio de 2020

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Estructura temática > Efectos sociales, económicos y ambientales > Repercusiones ambientales

La pandemia COVID-19 tuvo relación directa con diferentes elementos ambientales en España. Con la premisa de que los aspectos humanos (movilidad, concentración de población en los núcleos urbanos, proporción de las cohortes de personas mayores, mayor o menor cumplimiento de las recomendaciones sanitarias) son la causa principal de explicación de la expansión del virus, así también se ha comprobado que diferentes elementos atmosféricos se han comportado como agentes activos de los contagios. Por otra parte, diversos aspectos ambientales, que son analizados en este tema, se han visto impactados como consecuencia del confinamiento y parón de la actividad económica.


Aspectos atmosféricos

En general, ambientes secos con niveles de contaminación elevados, temperaturas frías (entre 5 ºC y 11 ºC) y poco movimiento de aire, favorecen la transmisión del coronavirus; por el contrario, espacios geográficos con temperaturas cálidas (a partir de 18 ºC), humedad relativa alta (>70%), aire limpio y en movimiento (por ejemplo, soplo de la brisa) son, a priori, medios menos transmisores.

La incidencia estacional durante el año 2020 manifestó en todo el mundo y también en España mayores afecciones y víctimas mortales durante los meses de invierno frente al verano. La transmisión mundial del coronavirus, desde el núcleo originario de Wuhan (China) hasta Europa y luego Norteamérica, no siguió el sentido de los vientos característico de latitudes medias dentro del esquema de la circulación general atmosférica; ello confirma que el factor humano ha sido el protagonista principal de la propagación. Sin embargo, en España la expansión del virus se retrasó unas semanas (hasta finales de febrero e inicios de marzo) respecto a otras zonas europeas, debido a las condiciones básicamente anticiclónicas del mes de febrero que favoreció, en general, el registro de temperaturas anormalmente cálidas en toda España y de valores de insolación elevados, propiciando el desarrollo de una mayor estancia de las personas al aire libre. Todo ello debido a la elevada frecuencia de días anticiclónicos, causados por dorsales de aire tropical marítimo sobre el espacio sinóptico peninsular.

No obstante, la menor calidad del aire de ciudades grandes como Madrid o Bilbao y unas temperaturas nocturnas más frías respecto a localidades del sur peninsular o del litoral mediterráneo permitieron la mayor difusión de contagios en estos núcleos en las fases iniciales de la pandemia. La comparación de los valores térmicos de febrero en los mapas Temperatura media de febrero. 1981-2010 y Temperatura media de febrero 2020 resulta esclarecedora de lo señalado. En marzo de 2020 las condiciones atmosféricas cambiaron de forma notable, persistiendo las jornadas inestables, la entrada frecuente de borrascas y el desarrollo de precipitaciones. Esta situación tuvo varios efectos en el momento de confinamiento en los domicilios por el primer estado de alarma decretado (marzo-abril 2020). La abundancia de días cubiertos y lluviosos generaba un ambiente propicio para la estancia en los domicilios. Se produjo una limpieza del aire y una reducción de los niveles de contaminación atmosférica, no solo por el impacto de la menor actividad humana, sino por el movimiento atmosférico. Por el contrario, el ambiente más fresco generaba condiciones favorables para la expansión del virus.

El mapa que representa los valores de insolación media en marzo de 2020, respecto a lo registrado en la media del periodo 1981-2010, ilustra sobre la frecuencia de jornadas nubosas, grises, de los primeros momentos de la pandemia. A partir del mes de mayo, la subida generalizada de temperaturas propiciaba condiciones favorables para la disminución de la transmisión del virus, en la fase de la incidencia descendente de la primera oleada de la pandemia, como agente colaborador de las drásticas condiciones de profilaxis sanitaria que los responsables de la lucha contra la pandemia establecieron.


Temperatura media del mes de febrero en Barcelona, Bilbao, Gran Canaria, Logroño, Madrid, Palma


Energía

La energía es un recurso esencial, estratégico, para el desarrollo socioeconómico de un país. La pandemia COVID-19 alteró, especialmente en la fase inicial de confinamiento, el comportamiento social y ello tuvo efectos directos en la producción y consumo de energía en España, como ocurrió en el conjunto de países afectados.

La producción de energía eléctrica cayó de forma significativa (entre 1 y 2 millones de MWh/mes) entre mediados de marzo y las primeras semanas de junio de 2020 respecto a la producción de 2019, esto es, desde el inicio de la fase de confinamiento y el desarrollo de las medidas de la desescalada hasta su fase final.

El período afectado por esta caída corresponde con la meseta de producción que se produce en España entre el invierno y el verano, que son los dos momentos principales de demanda de energía eléctrica de nuestro país, debido, por un lado, a la mayor necesidad de calefacción, la producción industrial y la campaña comercial del invierno, coincidente todo ello con el período del año de menor luminosidad solar y, por otra parte, a la demanda de aire acondicionado y la alta temporada turística durante el verano. La producción de energía eléctrica se recuperó respecto a los valores normales del año precedente a partir del mes de julio de 2020, aunque en su conjunto mantuvo valores algo inferiores a los de 2019 durante los meses de verano y otoño.

Gráfico de Evolución del consumo de productos petrolíferos. Enero-septiembre 2019-2020. PDF. Datos Interactivo.

El reparto territorial de la variación interanual (2020 frente a 2019) en la producción de energía eléctrica refleja (ver mapa Producción de energía eléctrica y variación interanual) algunos hechos significativos, como el elevado impacto que tuvo la pandemia en las áreas turísticas de la costa española, donde la producción energética, en todas sus modalidades, se vio afectada debido a la importante reducción de la actividad de este sector económico. En las provincias que tienen instalada potencia de generación nuclear la variación interanual fue notable, al comportarse como una modalidad refugio de producción energética cuando resulta menor la aportación de las energías renovables. Además, las primeras semanas de la etapa de confinamiento coinciden con tiempos atmosféricos inestables, con poca insolación y viento, de ahí que el descenso de la aportación nuclear resultase más significativo debido a que en dicho período su aportación, que podía haber sido importante, resultó menor. Por el contrario, el año 2020 fue un buen año para la producción de renovables (agua, sol y viento) por las condiciones atmosféricas favorables; de ahí que los territorios con potencia instalada de estas modalidades energéticas presenten saldos positivos respecto al año 2019.

El consumo de productos petrolíferos en 2020 para el conjunto del país (gráfico Evolución del consumo de productos petrolíferos. Enero-septiembre 2019-2020) experimentó un descenso notable respecto al año anterior. Debe recordarse, además, que la economía española, tras la crisis económica causada por el crac inmobiliario y financiero de 2008, había iniciado desde 2016 una fase de recuperación progresiva. Y ello se manifestó en los indicadores de consumo energético. De ahí que la pandemia haya supuesto un parón drástico en ese proceso de recuperación. La caída es muy evidente en los meses de confinamiento (entre marzo y mayo) y apenas se recuperarían los valores al final de 2020, puesto que el desarrollo de nuevas oleadas de afección obligó a mantener restricciones en la actividad económica y en el funcionamiento general de la sociedad española. Resulta muy significativo el comportamiento del consumo de gasoil y de las gasolinas, especialmente del primero, en relación con el parón brusco del transporte de mercancías durante las semanas de confinamiento y la caída general de los desplazamientos particulares. Y es muy llamativa la caída del consumo de los querosenos, que no se recuperan tras el confinamiento, debido a la disminución drástica de vuelos comerciales y la reducción de la actividad turística.

En el conjunto del país la caída de consumo de gasolina, gasoil y fueloil fue más destacada, en comparación con lo sucedido en 2019, en aquellos territorios con mayor necesidad de transporte de productos agrarios (Andalucía, Comunitat Valenciana), industriales (País Vasco, Castilla y León, Cataluña) y de mercancías para la actividad comercial y turística (Comunidad de Madrid, Cataluña, Comunitat Valenciana, Andalucía, Canarias). La variación de consumo de gas natural en 2020 respecto a 2019 resulta más notable en las regiones con un consumo mayor de gas natural en el conjunto del país (Cataluña, Andalucía, Comunitat Valenciana, País Vasco y Región de Murcia). El descenso, como en el caso de las gasolinas, fue notorio en los meses de confinamiento (de marzo a mayo).


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Texto: Samuel Biener Camacho, Manuel Gilibert Valdés, Javier Martí Talavera, Enrique Moltó Mantero, José Ojeda Zújar, Jorge Olcina Cantos, Antonio Oliva Cañizares, Pilar Paneque Salgado, Víctor Rodríguez Galiano y Esther Sánchez Almodóvar. Véase la lista de participantes


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