Educación
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Es un lugar común, en conversaciones de las personas corrientes e incluso en los diagnósticos de expertos en diferentes materias, afirmar que tal o cual problema se arregla o se arreglará en el futuro con la mejora de la educación. Más allá de este estribillo retórico, la investigación ha demostrado que los progresos de las sociedades modernas y contemporáneas se asocian a cambios en los sistemas de valores y a avances del conocimiento científico que, en gran medida, se crean y transmiten de forma normalizada a través de los sistemas educativos.
Los sistemas educativos de los países desarrollados se caracterizan por su gran complejidad, que se genera por la diversidad de las múltiples partes que los constituyen –alumnos, profesores, centros y su equipamiento, instituciones y otras organizaciones, servicios…– y de la variada red de interacciones que aquellos mantienen con otras esferas de la sociedad. Entre ellas, cabe destacar: la evolución de la población, que afecta al número potencial de alumnos; la marcha de la economía, que influye en la disponibilidad de recursos; los avances científico-tecnológicos que han revolucionado los modos y medios de la educación; o las ideologías, que conforman las ideas, fines y principios de la educación. El territorio es también una dimensión fundamental de los sistemas educativos, entendido no como mero soporte de los centros educativos, sino como recurso educativo y como marco de articulación del sistema educativo, el cual es, al mismo tiempo, un elemento importante de estructuración territorial.
En consecuencia, nuestro sistema educativo suele estar sujeto a los vaivenes de los ciclos económicos, de la ideología de los partidos en el gobierno del Estado o las comunidades autónomas, de los flujos migratorios, o del ritmo de la urbanización.
Educación no universitaria
El sistema educativo español está organizado en dos grandes niveles: uno está formado por la educación superior y el otro por la educación infantil, la educación primaria y la educación secundaria. La educación infantil, primaria y secundaria obligatoria son universales y gratuitas (también son gratuitos los ciclos formativos de formación profesional básica) y son desarrolladas en centros públicos o bien las administraciones educativas pueden concertar enseñanzas con centros privados. En España, en 2013 el gasto público en enseñanza supuso el 4,36% del PIB (en 2011 fue del 4,85% y en los países de la UE28 del 5,25%); el 3,02% corresponde a la educación no universitaria.
La provincia no es la unidad geográfica más adecuada para representar la organización territorial del sistema educativo, pues difumina las diferencias y no recoge las particularidades a escala local, aunque sí permite evidenciar algunos rasgos generales a escala intermedia.
Los mapas adjuntos revelan, a escala provincial, la existencia de dos patrones espaciales distintos según la titularidad pública o privada de los centros.
Los centros públicos acogen a más del 45% de los alumnos de enseñanzas de régimen general (mapa Centros de enseñanzas de régimen general por niveles educativos), valor que supera el 80% en más de una docena de provincias de Castilla-La Mancha, Castilla y León, Andalucía, Extremadura, Aragón y Canarias. Los centros privados son más selectivos y sólo en cinco provincias (Bizkaia, Gipuzkoa, Madrid, Álava y Valencia) se escolarizan en estos centros entre el 35% y 55% del total de los alumnos.
La distribución espacial de la relación alumnos/profesor (mapa Profesores de enseñanzas de régimen general por niveles educativos) muestra una tendencia general al aumento desde las provincias del norte hacia las del sur, con excepciones notables como Madrid, Barcelona y Zaragoza, provincias con una ratio alumnos/profesor muy elevada (más de 12 alumnos/profesor).
Las enseñanzas de régimen especial presentan un modelo similar, aunque el predominio de la enseñanza pública es aún más acusado que en el caso de las enseñanzas de régimen general, pues en todas las provincias más del 60% de los alumnos se escolarizan en centros públicos (mapa Alumnos de enseñanzas de régimen especial según titularidad del centro).
Estas diferencias se relacionan, principalmente, con la distribución por edades de la población y la proporción de población urbana, con el tamaño demográfico y espacial de los asentamientos, con la tradición educativa y con la estructura del territorio.
La presencia de centros públicos de enseñanza en áreas rurales de baja densidad de población es un asunto muy relevante desde el punto de vista educativo y territorial. Las escuelas rurales son centros educativos y de vertebración social, muy a menudo la mejor razón que aún contiene la emigración rural. Su continuidad requiere, entre otros aspectos, el manejo sabio y equilibrado de recursos financieros, de nuevas tecnologías, o de nuevos modos de transporte escolar y usos múltiples de los equipamientos.
Nuestro sistema educativo tiene ante sí múltiples desafíos, algunos de los cuales afectan de forma específica a la educación no universitaria. Entre los problemas comunes en todos los tipos de enseñanza cabe mencionar la necesidad de formación permanente y adecuada del profesorado, la mejora del equipamiento educativo y, en general, conformar un sistema educativo que tenga estabilidad y flexibilidad al mismo tiempo. El sistema educativo público debe ser dotado con los recursos financieros y de organización suficientes para asegurar que los principios de «calidad, cooperación, equidad, libertad de enseñanza, mérito, igualdad de oportunidades, no discriminación, eficiencia en la asignación de recursos públicos, transparencia y rendición de cuentas» (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) sean una realidad plena en todo el territorio.
Universidad
Las universidades españolas actuales se pueden dividir en: universidades históricas entendiendo por tal las creadas antes de 1968 a instancias del gobierno de la nación, por lo que cabe añadir el adjetivo de nacionales. Tales son los casos de las universidades de Valladolid (siglo XIII), Salamanca (1218), Barcelona (1450), Santiago de Compostela (1495), Valencia (1499), Sevilla (1505), Granada (1531) y Oviedo (1608), a las que se podría sumar la Central de Madrid (1836), que tomará el nombre de Complutense en 1970, la de Murcia, (creada en 1915) y la Universidad de La Laguna (refundada en 1927), mantenidas desde una instancia nacional.
Universidades autónomas o de descentralización, creadas en 1968 por razones tanto de desbordamiento de la demanda, como de carácter estratégico, tales son los casos de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Autónoma de Barcelona, que pueden considerarse como las ultimas universidades nacionales, creadas desde la máxima instancia gubernamental. Los últimos años de la dictadura (1970-1975), los de la transición democrática (1975-1978) y los primeros años de la democracia (1978-1982) constituyen un periodo de cambio en el rígido esquema de la universidad española de corte centralizador y preparan la transición hacia las autonomías y la regionalización. El hito fundamental fue la aprobación en 1970 de la Ley General de Educación.
Entre otras medidas a partir de esta ley todas las enseñanzas superiores se integran en la universidad y todas las escuelas, tanto las de magisterio como las profesionales, pasan a formar parte de ella. Como consecuencia se crean en este año tres grandes universidades politécnicas (la de Madrid, la de Cataluña y la de Valencia), a la vez que escuelas nacionales y técnicas se integran en decenas de colegios universitarios, localizados en casi todas las capitales de provincia, pero siempre dependiendo administrativa y organizativamente de una universidad, que se convertirán en el germen de las nuevas universidades públicas una década más tarde.
Las universidades regionales se crean a partir de una universidad autónoma de descentralización, cual es el caso de la Universidad del País Vasco (1968, refundada en 1980), otras, las más, se crean como resultado de los cambios introducidos por la Ley de Educación en regiones de débil base demográfica y, por ende, de relativamente baja demanda universitaria, como resultado de la política de expansión y de descentralización universitaria de los años setenta, tales son los casos de la Universidad de Cantabria (inicialmente de Santander, en 1972), de Extremadura (1973) y de Baleares (1978) o más tardíamente la Universidad de Castilla-La Mancha (1982). Esta última universidad y Extremadura se organizan en red con el fin de mantener el equilibrio de su sistema de asentamientos urbanos; factor coadyuvante fue el hecho de no contar con una ciudad con el suficiente índice de primacía. En este mismo año, con la llegada al poder del Partido Socialista, se abre un relativamente largo compás de espera y hasta 1987, de forma paralela al inicio del proceso de transferencia de competencias en materia de educación superior, no se crean nuevas universidades. La Universidad Pública de Navarra (1987) o de La Rioja (1992) responden a un decidido impulso autonómico en pro de una universidad regional.
Las universidades que podemos definir como de reequilibrio intrarregional fueron creadas con el fin de territorializar los saberes y definir perfiles temáticos específicos de carácter competencial a escala regional. El origen de las universidades de este grupo puede ser o bien la política de expansión o descentralización de los años setenta –Córdoba (1972) y Cádiz (1979) en Andalucía, Alcalá (1977) en la Comunidad de Madrid, heredera de la que fundó en 1499 el cardenal Cisneros, Alicante (1979) en la Comunitat Valenciana o León (1979) en Castilla y León–, o bien la decisión de gobiernos regionales tras la consolidación de la España de las autonomías (tales serían los casos de la de Burgos en Castilla y León, de la Jaume I de Castellón en la Comunitat Valenciana, que fueron creadas en los años noventa). Todas ellas tienen distinta génesis, pero juegan la misma función: servir de estudios superiores.
Las universidades de reequilibrio intrametropolitano fueron creadas en las grandes áreas metropolitanas en los pasados años noventa o incluso después del año 2000, con el fin de ejercer efectos equilibradores dentro de estos espacios.Este fue el caso de la Universidad Carlos III y Rey Juan Carlos en el área metropolitana de Madrid.
En el gráfico Gastos de las universidades públicas, se puede comprobar que la Universidad de Granada, pese a ser mucho menor que la Complutense de Madrid, tiene unos gastos notablemente mayores. Es también significativo que la Universidad de Barcelona sea la quinta a nivel estatal en cuanto a presupuesto. A todas estas universidades de carácter público, se suman las de carácter privado, que pueden ser clasificadas en dos categorías: las históricas (Deusto, Pontificia de Salamanca y Pontificia de Comillas) y las recientes, las cuales se localizan en los contextos metropolitanos, Madrid y Barcelona, fundamentalmente, pero también Valencia, o más recientemente Valladolid y Zaragoza; juegan el mismo papel que el que hemos definido como de reequilibrio intrametropolitano. Atendiendo a su ideario como criterio de clasificación, podríamos distinguir entre las de inspiración cristiana (Pontificia de Comillas, Pontificia de Salamanca, Deusto, Navarra, CEU San Pablo, Católica Santa Teresa de Jesús de Ávila, Católica San Antonio de Murcia y Loyola Andalucía) y el resto.
Cabe hacer una última clasificación: universidades presenciales (la inmensa mayoría), las no presenciales (UNED, Universidad a Distancia de Madrid y Oberta de Catalunya) y las espaciales (Universidad Internacional Menéndez Pelayo y Universidad Internacional de Andalucía).
Dada su complejidad, las universidades españolas actualmente deben ser analizadas según sus principales indicadores: desde los más genéricos (tamaño en número de alumnos, o de profesores…), a los más específicos (investigación, bibliotecas, ratios diversas…). Si se considera el número de alumnos matriculados (ver mapa del mismo nombre), se puede distinguir entre grandes universidades (con más de 50.000 alumnos), como la Universidad de Barcelona, Complutense de Madrid, Sevilla, Granada o Valencia; medianas (entre 20.000 y 50.000 alumnos), pequeñas (entre 5.000 y 20.000 alumnos) o muy pequeñas (menos de 5.000 alumnos), categoría de la que forman parte casi todas las universidades privadas, excepción hecha de las históricas (Deusto, Pontificia de Salamanca) o Navarra. Al igual ocurre con el número de titulaciones de grado ofertadas, o con el personal docente e investigador (ver mapas del mismo nombre). Pero si se calcula el ratio entre el número de alumnos con el de profesores, los valores más favorables (menos de 10 alumnos por profesor) se dan en las de menor tamaño, sean privadas (Pompeu Fabra, Alfonso X el Sabio, San Jorge, Católica de Valencia, Abat Oliva...) o públicas (Cantabria, Carlos III, Rovira i Virgili, Girona...).
En la página Libros Digitales del ANE puedes descargar la obra completa España en mapas. Una síntesis geográfica.