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Discusión:Dinámica demográfica

3096 bytes añadidos, 21 febrero
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{{ANETextoEpigrafe|epigrafe=Natalidad y fecundidad}}
 
El crecimiento de la población española no se comprende sin tener en cuenta que su transformación demográfica ha seguido las pautas enunciadas por la primera y segunda transición demográfica, esta última caracterizada por el papel decisivo de las migraciones en el crecimiento y reemplazo de la población.
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El crecimiento de la población española no se comprende sin tener en cuenta que su transformación demográfica ha seguido las pautas enunciadas por la primera y segunda transición demográfica, esta última caracterizada por el papel decisivo de las migraciones en el crecimiento y reemplazo de la población.
La teoría de la transición demográfica explica el rápido crecimiento de la población, consecuencia de la transformación socioeconómica producida por el paso de una sociedad agraria a otra postindustrial. De las cuatro fases en las que se divide, la primera y la cuarta se caracterizan por sus reducidas tasas de crecimiento demográfico y las otras dos por fuertes crecimientos; la segunda con una fuerte reducción de la mortalidad, pero manteniendo elevadas tasas de natalidad; y la tercera por la continuidad en la reducción de la mortalidad, pero acompañada ya por una fuerte reducción de la natalidad. A esta teoría clásica se viene a unir ahora una quinta fase, que algunos denominan segunda transición demográfica, caracterizada por un crecimiento natural bajo, e incluso decrecimiento, ya que con frecuencia la mortalidad es superior a la natalidad, y con nuevos patrones sociales: incremento de la soltería, retraso del matrimonio, postergación del primer hijo, expansión de la uniones consensuadas, aumento de los nacimientos fuera del matrimonio, alza de las rupturas familiares y diversificación de los modelos familiares. A ello habría que añadir el factor migratorio.
La sociedad española se encuentra en esta segunda transición demográfica, con un envejecimiento acentuado respecto a los finales de los ochenta, y con una base de la pirámide que es la mitad respecto a la de la generación de sus padres. En la última década, una parte significativa de la natalidad se debe a los aportes de los contingentes laborales extranjeros, en su mayor parte gente joven, con pautas de fecundidad más elevadas que las posteriores al baby boom español. Además, la buena situación económica de principios del siglo XXI animó a muchos matrimonios a tener el segundo hijo que habían retrasado. Ambos factores han repercutido en leves incrementos de natalidad, acompañados –como consecuencia de la disminución de la edad media aportada por los recién llegados– de ligeras disminuciones de la tasa de mortalidad.
 
No obstante, no se puede esperar de estos millones de inmigrantes que –pese a su innegable repercusión en el progreso del PIB español durante los primeros ocho años del siglo XXI– tengan la fuerza demográfica suficiente para cambiar la estructura de una pirámide de edades afectada por la caída de la natalidad de finales de los setenta.
 
La natalidad española ha sufrido un brusco recorte desde 1975 (valores del 17,34‰) hasta comienzos del siglo XXI, momento en el que se registró una leve subida: pasó del 9,42‰ de finales del siglo XX al 10,5‰ de la primera década del siglo XXI, en la que se alcanzó el máximo en 2008. A partir de aquí se inicia una disminución hasta el 8,6‰ de media en el periodo 2011-2021. El dato más bajo se alcanzó en 2022 con una tasa de 6,9‰. No obstante, hay una correlación inversa entre la caída de las tasas de natalidad y el aumento de la esperanza de vida de la población, también relacionada con la mejora de las condiciones sociosanitarias, de la que resulta una expectativa muy superior a las medias de alta esperanza de vida y baja natalidad de muchos países europeos más desarrollados.
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No obstante, no se puede esperar de estos millones de inmigrantes que –pese a su innegable repercusión en el progreso del PIB español durante los primeros ocho años del siglo XXI– tengan la fuerza demográfica suficiente para cambiar la estructura de una pirámide de edades afectada por la caída de la natalidad de finales de los setenta.
 
La natalidad española ha sufrido un brusco recorte desde 1975 (valores del 17,34‰) hasta comienzos del siglo XXI, momento en el que se registró una leve subida: pasó del 9,42‰ de finales del siglo XX al 10,5‰ de la primera década del siglo XXI, en la que se alcanzó el máximo en 2008. A partir de aquí se inicia una disminución hasta el 8,6‰ de media en el periodo 2011-2021. El dato más bajo se alcanzó en 2022 con una tasa de 6,9‰. No obstante, hay una correlación inversa entre la caída de las tasas de natalidad y el aumento de la esperanza de vida de la población, también relacionada con la mejora de las condiciones sociosanitarias, de la que resulta una expectativa muy superior a las medias de alta esperanza de vida y baja natalidad de muchos países europeos más desarrollados.
Junto con la bajísima natalidad hay que destacar el mínimo valor del número medio de hijos por mujer (mapas ''[[:Archivo:Enelaboracion.jpg|Indicador medio de fecundidad]]''). El comienzo del siglo XXI trae un leve resurgir de la fecundidad con los valores más altos en 2008 y 2009. El aumento del número de hijos por mujer corrobora la teoría de que el crecimiento se da en las provincias con mayor porcentaje de inmigrantes (Murcia y Almería entre otras), a lo que hay que sumar un ciclo al alza de la fecundidad de las españolas, al que se une la tardía maternidad de la generación del baby boom y un ligero aumento o adelanto en la edad de tener el primer hijo de las nacidas en la década de los ochenta, frente a la generación anterior. La década 2001-2011 ofrece un valor medio de 1,33, algo superior a la media de la década siguiente, con ciertas variaciones, dentro de la homogeneidad, entre las provincias del noroeste y el resto del país, y con las excepciones de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, únicos territorios con valores superiores a 2 hijos por mujer. En la segunda década del presente siglo, el valor continúa descendiendo desde 2016 hasta 1,1 en 2020 y 2021, indicadores muy alejados de la tasa de reemplazo en todas las provincias. Una parte de esta caída en la natalidad y número de hijos se debe al retraso de la edad media en la que se tiene el primer hijo (31,5 años en 2021), muy por encima de las cifras que predominaban en la primera mitad del siglo XX, situada entre los 20 y 25 años, sin diferencias territoriales apreciables y poca dispersión. La evolución de este indicador ha sido ascendente a partir de entonces, de manera que en la década de los 90 del siglo XX ya superaba los 28 años y, desde inicios del XXI, los 30. En definitiva, entre 2001-2011, se tenía el primer hijo antes de los 31 y, a partir de 2016, se supera la edad de 32 años. Aunque no hay ninguna provincia en la que la edad media de la maternidad esté por debajo de los 30 años, hay diferencias entre el norte (edad media de maternidad por encima de los 32 años) y el sur (inferior a esta edad). Este retraso se explica por el incremento de la incorporación femenina al mercado laboral, con las consabidas dificultades para conciliar la vida familiar y laboral, así como por el retraso en la edad de emancipación de los jóvenes. En la actualidad, la tasa media de fecundidad solo supera el 40‰ en Ceuta, Melilla, Almería, Murcia y algunas provincias del norte con población inmigrante. En el resto del país los valores son bajos, sobre todo los casos de Asturias, León, Ourense o Zamora.
<span style="color: #b20027; ">18883 [PDF]. [Datos]. </span>
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<span style="color: #b20027; ">18855</span>
]]
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|rightleft|thumb|300px|Gráfico estadístico: Evolución del saldo vegetativo. 2000-2021. España. <br>
<span style="color: #b20027; ">18856</span>
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{{ANETextoEpigrafe|epigrafe=Nupcialidad y estado civil}}
 
<div style="display: inline-flex; flex-flow: column wrap; float: right; clear: right; text-align: center; justify-content: center; margin: 0px; padding: 0px; ">
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|right|thumb|300px|Mapa: Tasa media de nupcialidad y edad media de matrimonio. 2001-2011. España.
<span style="color: #b20027; ">18777 [PDF]. [Datos]. </span>
Versión interactiva: [//interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=r_3_t.r_3_t&i2=c_22_t.c_22_t&s=2011&s2=2001-2011&t=A02&t2=A02&view=map9 1] [//interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=r_3_t.r_3_t&i2=c_55_t.c_55_t&s=2011&s2=2001-2011&t=A02&t2=A02&view=map9 2]. ]]
 
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|right|thumb|300px|Mapa: Tasa media de nupcialidad y edad media de matrimonio. 2011-2021. España.
<span style="color: #b20027; ">18786 [PDF]. [Datos]. </span>
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El declive de la nupcialidad española se produjo a partir del último cuarto del siglo XX, se consolidó durante la gran recesión y, después de la pandemia, se recuperó con un incremento de 20,5% en 2022, superado el máximo de 2016 (mapas ''[[:Archivo:Enelaboracion.jpg|Tasa media de nupcialidad]]''). La baja nupcialidad se explica por una continuada falta de expectativas de futuro que repercute directamente en el número de matrimonios, con los mismos factores que en crisis anteriores, como son la precarización laboral de los más jóvenes, un precio de la vivienda inasequible, una inexistente oferta de viviendas, o la falta de servicios y de apoyos institucionales para las familias con mayor fragilidad sociolaboral. Esta caída de la nupcialidad también obedece a un cambio de mentalidad y modos de vida en las generaciones más jóvenes, en los que se prima el individualismo, el retraso en la emancipación por las limitaciones económicas y un grado de libertad y organización fuera de los modelos normativos tradicionales.
Además de la baja nupcialidad es reseñable el importante aumento de la edad para contraer matrimonio, que sigue creciendo desde los 32,4 años en la década 2001-2011 a los 36,3 en la de 2011-2021. En ambas décadas, el indicador es superior a la media nacional en las provincias más envejecidas, en aquellas con una tradición industrial, o en las que tienen una especialización turística, como son los espacios insulares. Estas tendencias responden a un modelo de comportamiento social que acepta plenamente la soltería u otros modelos de pareja y uniones.
 
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|left|thumb|300px|Mapa: Nacimientos de madre no casada. 2001-2021. España.
<span style="color: #b20027; ">18919 [PDF]. [Datos]. </span>
[//interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=r_309_t.r_309_t&s=2021&t=A02&view=map9 Versión interactiva]. ]]
Hoy, hay más familias fuera del marco matrimonial que cohabitan sin estar casados, en familias monoparentales o en familias reconstituidas. Esto ha supuesto que en cuatro décadas haya una reducción de más de un 4‰ de la nupcialidad, que no llega al 3,4‰ de media para el periodo 2011-2021. Además de las nuevas formas de relación de pareja menos o nada oficializadas, los enlaces civiles superan actualmente a los religiosos. También se han normalizado los nacimientos de madres no casadas en todas las provincias españolas, pasando de un 19,69% en 2001 al 49,25% en 2021 y son el 51%, si se trata de ciudadanas españolas (mapa ''[[:Archivo:Enelaboracion.jpg|Nacimientos de madre no casada]]'').
 
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|left|thumb|300px|Mapa: Matrimonios del mismo sexo. 2011-2021. España.
<span style="color: #b20027; ">18920 [PDF]. [Datos]. </span>
Versión interactiva: [//interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=r_307_t.r_307_t&s=2021&t=A02&view=map9 1] [//interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=r_308_t.r_308_t&s=2021&t=A02&view=map9 2]. ]]
Por otra parte, salvo durante la pandemia, la evolución del matrimonio entre personas del mismo sexo ha tenido un crecimiento estable y al alza (mapa y gráfico ''[[:Archivo:Enelaboracion.jpg|Matrimonios del mismo sexo]]''). Este se inauguró en España con una brecha de género: en 2006, primer año completo, se casaron 3.000 parejas de hombres y solo 1.313 de mujeres. Pero en los últimos años ellas han superado los matrimonios masculinos con 2.887 parejas de mujeres frente a 2.158 parejas de hombres. Hay también un cambio espacial: si antes mayoritariamente los enlaces de personas del mismo sexo se realizaban en las provincias con grandes ciudades o territorios ligados al ámbito turístico, ahora los aumentos porcentuales se están produciendo en las provincias más envejecidas, de interior o con pequeñas ciudades. Esto solo se explica por el cambio de mentalidad que se afianzó con la transición democrática, una religiosidad alejada de los planteamientos más tradicionales, que habían caracterizado el régimen anterior, y por el papel de las políticas de igualdad y de no discriminación.
Con respecto a la tasa bruta de divorcios, se mantiene estable con tendencia a la baja, y una tasa de un 1,8‰ sobre el total de la población española. Más de un tercio de los divorcios se produjeron después de dos décadas o más de matrimonio, y en la franja de edad de la cuarentena.
 
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|right|thumb|300px|Mapa: Estado civil de la población mayor de 16 años. 2021. España.
<span style="color: #b20027; ">18918 [PDF]. [Datos]. </span>
[//interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=s_313_t.s_313_t&s=2021&t=A02&view=map9 Versión interactiva]. ]]
El mapa ''[[:Archivo:Enelaboracion.jpg|Estado civil de la población]]'' explica su composición por el grado de envejecimiento (a mayor envejecimiento, menor porcentaje de solteros, aunque pueda aumentar el de viudos), las tasas de natalidad y de fecundidad (cuando la reposición por la base es muy fuerte, aumenta el número de personas que no han llegado a la edad de contraer matrimonio), la edad de acceso al matrimonio (variable en función de las condiciones socioeconómicas y culturales tradicionales que explican, por ejemplo, que en grupos sociales precarizados se casen desde muy jóvenes, que en espacios urbanos se tarde más en desposarse, que las mujeres con título superior se casen varios años más tarde que las que no tenían estudios) o, simplemente, los índices de feminidad o masculinidad, pues es obvio que cuando las diferencias numéricas entre sexos son fuertes, los solteros/solteras aumentan casi de forma obligada. Esto sucedió en el siglo pasado en buena parte de nuestras zonas rurales o de montaña más pobres, donde las mujeres abandonaron el campo, mientras los hombres se quedaban ligados a la explotación agropecuaria.
En cuanto al número de personas viudas, se mantiene en torno a los dos millones y medio, cifra que ha sido estable desde principios de siglo, a pesar del considerable aumento de la población (casi 6 millones entre 2003 y 2023). Las viudas constituyen más del 88% sobre el total, y territorialmente se localizan en mayor proporción en las provincias septentrionales más envejecidas, como Lugo, Ourense, Asturias, León o Zamora. También se observa un mayor porcentaje de viudos en las provincias del interior centro-meridional, como Ávila, Segovia, Cuenca, Teruel o Albacete.
 
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<ul style="text-align: center; ">
<li style="display: inline-block">
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|left|thumb|300px|Gráfico estadístico: Evolución de las tasas de nupcialidad y divorcios. 2000-2021. España.
<span style="color: #b20027; ">18921</span>
]]
</li>
<li style="display: inline-block">
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|left|thumb|300px|Gráfico estadístico: Evolución de los matrimonios del mismo sexo. 2005-2021. España.
<span style="color: #b20027; ">18925</span>
]]
</li>
<li style="display: inline-block">
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|left|thumb|300px|Gráfico estadístico: Evolución de la edad media de matrimonio por sexo. 2000-2021. España.
<span style="color: #b20027; ">19004</span>
]]
</li>
</ul> </div>
 
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{{ANETextoEpigrafe|epigrafe=Recursos relacionados con Distribución de la población}}
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