Diferencia entre revisiones de «Discusión:Fase descendente de la pandemia»
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El patrón espacial de ingresados en la UCI respecto a los hospitalizados por COVID-19 resulta invertido al de las hospitalizaciones globales (que incluyen las hospitalizaciones en UCI más las hospitalizaciones en planta). Son las provincias costeras del noroeste y sur peninsular y las aragonesas las que presentan un porcentaje entre el 10 y el 15%, situándose la media nacional en 7,6%; cabe destacar el alto porcentaje de la provincia de Las Palmas de Gran Canaria, donde se alcanzan cifras entre el 23 y el 26,9%. | El patrón espacial de ingresados en la UCI respecto a los hospitalizados por COVID-19 resulta invertido al de las hospitalizaciones globales (que incluyen las hospitalizaciones en UCI más las hospitalizaciones en planta). Son las provincias costeras del noroeste y sur peninsular y las aragonesas las que presentan un porcentaje entre el 10 y el 15%, situándose la media nacional en 7,6%; cabe destacar el alto porcentaje de la provincia de Las Palmas de Gran Canaria, donde se alcanzan cifras entre el 23 y el 26,9%. | ||
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[[Archivo:Espana Poblacion-y-densidad-de-poblacion 1900 mapa 14663 spa.jpg|right|thumb|none|300px|Gráfico de Evolución del consumo doméstico de agua en la ciudad de Sevilla. [http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/busquedaRedirigida.do?ruta=PUBLICACION_CNIG_DATOS_VARIOS/aneTematico/Espana_Poblacion-y-densidad-de-poblacion_1900_mapa_14663_spa.pdf PDF]. [http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/busquedaRedirigida.do?ruta=PUBLICACION_CNIG_DATOS_VARIOS/aneTematico/Espana_Poblacion-y-densidad-de-poblacion_1900_mapa_14663_spa.zip Datos] [https://interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=r_3_t.r_3_t&i2=c_43_t.c_43_t&s=1900&s2=1900&t=A02&t2=A02&view=map9 Interactivo. ]]] | [[Archivo:Espana Poblacion-y-densidad-de-poblacion 1900 mapa 14663 spa.jpg|right|thumb|none|300px|Gráfico de Evolución del consumo doméstico de agua en la ciudad de Sevilla. [http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/busquedaRedirigida.do?ruta=PUBLICACION_CNIG_DATOS_VARIOS/aneTematico/Espana_Poblacion-y-densidad-de-poblacion_1900_mapa_14663_spa.pdf PDF]. [http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/busquedaRedirigida.do?ruta=PUBLICACION_CNIG_DATOS_VARIOS/aneTematico/Espana_Poblacion-y-densidad-de-poblacion_1900_mapa_14663_spa.zip Datos] [https://interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=r_3_t.r_3_t&i2=c_43_t.c_43_t&s=1900&s2=1900&t=A02&t2=A02&view=map9 Interactivo. ]]] | ||
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− | </ul></div>La pirámide de población fallecida por COVID-19 durante la fase descendente de la pandemia habla nuevamente de la mayor vulnerabilidad de los grupos de edad más avanzada en ambos sexos. Sin embargo, en este caso, la población femenina presenta tasas de mayor letalidad que en la fase anterior, especialmente en la cohorte de más edad (más de 90 años). Por su parte, en el caso de la población masculina, se observa una mayor incidencia en segmentos de población entre 75 y 89 años. Las cifras de fallecidos en población joven-adulta son muy bajas. | + | </ul></div>Las notificaciones de fallecimientos diarios por COVID-19 registran los valores máximos (909) a finales de marzo y comienzos de abril. La primera semana de abril se observa un descenso (entre 700 y 800 defunciones diarias) y no es hasta el 22 de abril cuando las cifras son inferiores a 400. Durante la primera quincena de mayo se notifican algo más de 100 decesos diarios y a partir del 13 las cifras son inferiores hasta alcanzar al final del periodo cifras próximas a la decena de fallecidos. Las provincias manchegas y del sudeste de Castilla y León presentan las tasas de mortalidad por COVID-19 más elevadas, con más de 100 y hasta 250 fallecidos por 100.000 habitantes, siendo 58,90/000 el dato atribuido al conjunto nacional. En cifras absolutas, las provincias de Barcelona y Madrid llegan a acumular en este periodo hasta 5.300 y 7.600 fallecidos respectivamente. |
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+ | La pirámide de población fallecida por COVID-19 durante la fase descendente de la pandemia habla nuevamente de la mayor vulnerabilidad de los grupos de edad más avanzada en ambos sexos. Sin embargo, en este caso, la población femenina presenta tasas de mayor letalidad que en la fase anterior, especialmente en la cohorte de más edad (más de 90 años). Por su parte, en el caso de la población masculina, se observa una mayor incidencia en segmentos de población entre 75 y 89 años. Las cifras de fallecidos en población joven-adulta son muy bajas. | ||
Espacialmente se observa un marcado patrón norte-sur, siendo Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Castilla y León, Aragón y Cataluña las comunidades autónomas cuyas provincias presentan porcentajes de fallecidos mayores de 80 años respecto al total de fallecidos por COVID-19 igual o superior a la media nacional (62,6%). La provincia de Ourense presenta el porcentaje más elevado (el 80% de los fallecidos tienen más de 80 años de edad). La situación demográficamente más joven de la mitad sur de España ha sido inequívocamente un factor protector frente a los efectos mortales de la pandemia. | Espacialmente se observa un marcado patrón norte-sur, siendo Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Castilla y León, Aragón y Cataluña las comunidades autónomas cuyas provincias presentan porcentajes de fallecidos mayores de 80 años respecto al total de fallecidos por COVID-19 igual o superior a la media nacional (62,6%). La provincia de Ourense presenta el porcentaje más elevado (el 80% de los fallecidos tienen más de 80 años de edad). La situación demográficamente más joven de la mitad sur de España ha sido inequívocamente un factor protector frente a los efectos mortales de la pandemia. |
Revisión del 08:34 19 nov 2021
La pandemia COVID-19 en España. Primera ola: de los primeros casos a finales de junio de 2020
Monografías del Atlas Nacional de España. Nuevo contenido
Estructura temática > La pandemia COVID-19 en España > Fase descendente de la pandemia
La fase descendente de la pandemia por COVID-19 abarca un horizonte temporal más amplio que el de la fase ascendente: del 21 de marzo al 30 de junio de 2020. En esta fase se ve claramente que la evolución de las principales variables consideradas consigue controlarse tras varias semanas de confinamiento, una vez decretado el estado de alarma, con una gran rigurosidad en la que solo los colectivos esenciales tenían permitido el ejercicio de sus funciones y la correspondiente movilidad.
El primer indicador en descender es el número de casos COVID-19; sin embargo, aún son necesarios algunos días para que descienda también el número de hospitalizaciones y de ingresos en la UCI y varias semanas para que descienda el número de fallecimientos. Debe mencionarse que, entre finales de marzo y mediados de abril, España ocupó el segundo puesto en el contexto internacional en lo que se refiere al número de casos y de fallecidos.
Los efectos derivados del estado de alarma y el consiguiente confinamiento se mostraron eficaces hasta conseguir frenar la progresión de la pandemia en España, y que las afecciones de estas medidas de salud pública repercutieron en la sociedad de maneras muy diversas, desde la más evidente, que fue la mitigación de los efectos negativos en el ámbito sanitario y la paralización mayoritaria de la actividad económica, hasta otra de cariz más intangible, como la situación anímica de la población.
La cifra más elevada de casos COVID-19 data del 23 de marzo, momento en el que contabilizan hasta 8.444 casos diarios. A partir del día 1 de abril el descenso es continuado y ya desde el 12 de ese mes las cifras son inferiores a 3.000 casos, si bien habrá que esperar hasta el 3 de mayo para que la cifra de casos diarios esté alrededor de 500; cifras inferiores sólo se alcanzan desde principios de junio de 2020.
Por provincias, la incidencia acumulada de casos de COVID-19 por 100.000 habitantes mantiene los patrones espaciales observados en la fase ascendente de la pandemia. Presentan valores muy superiores a la media nacional (362,5 casos por 100.000 habitantes) las provincias castellanas, Cáceres, Bizkaia, Navarra, Huesca, Lleida y Barcelona, se superan los 1.000 casos en Ciudad Real y los 1.500 en Soria y Segovia.
En cifras absolutas cabe destacar el incremento que presentan las provincias de Barcelona y Madrid, donde a fecha de 31 de marzo, se contabilizan casi 12.000 y 17.000 casos acumulados respectivamente, y al final del periodo (30 de junio), estas cifras aumentan a 32.000 y 37.000. Del resto de provincias, las que presentan cifras más elevadas de casos acumulados, en torno a 5.000, son Bizkaia, Navarra, Ciudad Real y Valencia.
La evolución de hospitalizaciones diarias por COVID-19 alcanza las cotas más elevadas entre el 21 y 31 de marzo, llegándose a superar 5.000 hospitalizaciones diarias. Hasta el 3 de abril se contabilizan 3.000 hospitalizaciones y es a partir del día 11 de este mismo mes cuando se consigue rozar la cifra de 1.000. La última semana de abril se contabilizan en torno a 500 hospitalizaciones y desde este momento hasta el final del periodo las cifras son inferiores a 200.
De manera similar a la fase ascendente de la pandemia, se observa una tasa de hospitalización acumulada por COVID-19 ciertamente elevada en la provincia de Barcelona y las del interior peninsular, con tasas de hospitalización por 100.000 habitantes muy por encima del dato correspondiente al conjunto del país (185,2 hospitalizados por 100.000 habitantes). Destacan con más de 500 las provincias de Segovia, Cuenca y Ciudad Real. Por su parte, las provincias de Barcelona y Madrid alcanzan, en cifras absolutas, los 14.000 y 28.000 hospitalizados respectivamente.
La evolución de los ingresos en la UCI por COVID-19 presenta un rápido descenso desde el día 24 de marzo, cuando se registraron 547 nuevos ingresos. Hasta el día 9 de abril se contabilizaban diariamente más de 100 ingresos diarios, y no es hasta el 9 de mayo cuando se registran menos de 10 ingresos diarios.
El patrón espacial de ingresados en la UCI respecto a los hospitalizados por COVID-19 resulta invertido al de las hospitalizaciones globales (que incluyen las hospitalizaciones en UCI más las hospitalizaciones en planta). Son las provincias costeras del noroeste y sur peninsular y las aragonesas las que presentan un porcentaje entre el 10 y el 15%, situándose la media nacional en 7,6%; cabe destacar el alto porcentaje de la provincia de Las Palmas de Gran Canaria, donde se alcanzan cifras entre el 23 y el 26,9%.
Las notificaciones de fallecimientos diarios por COVID-19 registran los valores máximos (909) a finales de marzo y comienzos de abril. La primera semana de abril se observa un descenso (entre 700 y 800 defunciones diarias) y no es hasta el 22 de abril cuando las cifras son inferiores a 400. Durante la primera quincena de mayo se notifican algo más de 100 decesos diarios y a partir del 13 las cifras son inferiores hasta alcanzar al final del periodo cifras próximas a la decena de fallecidos. Las provincias manchegas y del sudeste de Castilla y León presentan las tasas de mortalidad por COVID-19 más elevadas, con más de 100 y hasta 250 fallecidos por 100.000 habitantes, siendo 58,90/000 el dato atribuido al conjunto nacional. En cifras absolutas, las provincias de Barcelona y Madrid llegan a acumular en este periodo hasta 5.300 y 7.600 fallecidos respectivamente.
La pirámide de población fallecida por COVID-19 durante la fase descendente de la pandemia habla nuevamente de la mayor vulnerabilidad de los grupos de edad más avanzada en ambos sexos. Sin embargo, en este caso, la población femenina presenta tasas de mayor letalidad que en la fase anterior, especialmente en la cohorte de más edad (más de 90 años). Por su parte, en el caso de la población masculina, se observa una mayor incidencia en segmentos de población entre 75 y 89 años. Las cifras de fallecidos en población joven-adulta son muy bajas.
Espacialmente se observa un marcado patrón norte-sur, siendo Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Castilla y León, Aragón y Cataluña las comunidades autónomas cuyas provincias presentan porcentajes de fallecidos mayores de 80 años respecto al total de fallecidos por COVID-19 igual o superior a la media nacional (62,6%). La provincia de Ourense presenta el porcentaje más elevado (el 80% de los fallecidos tienen más de 80 años de edad). La situación demográficamente más joven de la mitad sur de España ha sido inequívocamente un factor protector frente a los efectos mortales de la pandemia.
Los datos sobre casos de COVID-19 se descargaron en octubre de 2020 de la página web de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE). En aquel momento, no estaban disponibles a descarga los datos sobre el resto de las variables, por lo que se hizo a RENAVE una petición a medida para el Atlas. Cabe resaltar que “todos los resultados son provisionales y deben interpretarse con precaución porque se ofrece la información disponible en el momento de la extracción de datos”. Para el análisis de los casos se ha tenido en cuenta la cifra por fecha de inicio de síntomas y provincia de residencia: “desde el inicio de la pandemia hasta el 10 de mayo, la fecha de inicio de síntomas o, en su defecto, la fecha de diagnóstico menos 6 días. A partir del 11 de mayo, la fecha de inicio de síntomas, o en su defecto, la fecha de diagnóstico menos 3 días, o la fecha de diagnóstico para los casos asintomáticos” (RENAVE). La delimitación de las fases de análisis se sustenta en el número de casos: desde el inicio de datos disponibles hasta el 8 de marzo para los Primeros casos; entre el 9 y 20 de marzo para la Fase ascendente y entre el 21 de marzo y 30 de junio para la Fase descendente. En cada una de las fases y para todas las variables analizadas, se han establecido unas fechas de corte, en las que los datos son acumulados para cada una de ellas, dada la imposibilidad de representar los datos diarios en las escalas utilizadas. Los hospitalizados por COVID-19 e ingresados en la UCI por COVID-19 se han contabilizado según la fecha de diagnóstico y provincia de residencia. Cuando no consta la fecha, se ha utilizado la de la declaración a la comunidad autónoma. Los fallecidos por COVID-19 aluden a la fecha de fallecimiento y, cuando no consta, se ha usado la de la declaración a la comunidad autónoma o la de diagnóstico. |
Plan de Desescalada
El Consejo de Ministros del Gobierno de España de 28 de abril aprobó un Plan de Desescalada, una vez transcurridas siete semanas desde la entrada en vigor del Real Decreto de 14 de marzo de 2020 por el que se estableció el Estado de Alarma. Vista, por un lado, la reducción del impacto sanitario producido por la pandemia COVID-19, y, por otro, la afección tan negativa sobre la actividad económica global, se publicó la Orden del Ministerio de Sanidad de 3 de mayo que regulaba la aplicación del citado plan mediante un proceso de gobernanza conjunta con las comunidades autónomas y las ciudades de Ceuta y Melilla.
El objetivo del Plan de Desescalada fue “conseguir que, manteniendo como referencia la protección de la salud pública, se recupere paulatinamente la vida cotidiana y la actividad económica, minimizando el riesgo que representa la epidemia para la salud de la población y evitando que las capacidades del Sistema Nacional de Salud puedan verse desbordadas”. La transición a la nueva normalidad debía realizarse al amparo de tres notas esenciales: gradualidad, asimetría y adaptación. La primera quedaba reflejada en las fases establecidas que entrañaban una clara progresividad; la segunda aludía a que se haría mediante acuerdos con las comunidades y ciudades autónomas; la tercera se refería a los posibles cambios que fueran necesarios introducir en función de los indicadores epidemiológicos.
La decisión del discurrir de una fase a otra en los diferentes territorios correspondió al Ministro de Sanidad, tomando en consideración un proceso de gobernanza conjunta con las comunidades y ciudades autónomas; ello implicaba, al menos, una reunión bilateral entre el Ministerio de Sanidad y la consejería correspondiente. Cada comunidad autónoma y las ciudades de Ceuta y Melilla fueron remitiendo con una semana de antelación las propuestas de transición entre fases con los informes preceptivos que contenían, al menos, una descripción del estado epidemiológico y la fase en que se encontraba, una relación de medidas a tomar en la nueva fase a la que se deseaba transitar y las capacidades estratégicas del sistema sanitario para hacer frente a una evolución de la epidemia que pudiera acarrear un mayor riesgo de transmisión en la población.
Una última característica a tener en cuenta fue que, aun siendo la provincia el ámbito de aplicación más normal, podían establecerse unidades geográficas de menor extensión dentro de aquélla por la conveniencia de otorgar a las mismas un tratamiento diferenciado.
En este apartado, se visualiza cartográficamente el proceso de desescalada que se dio en los diferentes territorios de España y, para el conjunto del país, la evolución de los indicadores más significativos en los cuatro gráficos adjuntos a este texto. Además, en el texto destacado se sintetiza la caracterización de cada una de las fases por las que fueron transitando los territorios de las comunidades autónomas y las ciudades de Ceuta y Melilla.
FASES DE LA DESESCALADA Fase 0 o de la preparación de la desescalada. Existen medidas de alivio comunes para todo el país que permiten la movilidad fuera del domicilio, fundamentalmente en el ámbito privado, y medidas sobre actividades con un riesgo asociado de contagio muy bajo o nulo, siempre que se cumplan las indicaciones de seguridad. A lo largo de esta fase se intensifica la preparación de todos los locales públicos con señalización y medidas de protección para preparar el comienzo de la siguiente fase. También se podrán adoptar medidas que afecten a determinados territorios. En particular, islas sin movilidad exterior y con tasas de contagio prácticamente nulas; en consecuencia, la isla de Formentera en Illes Balears y La Gomera, El Hierro y La Graciosa en Canarias podrán anticipar su desescalada, situándose en la Fase I.
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