Diferencia entre revisiones de «Discusión:Indicadores epidemiológicos»
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Espacialmente se observa una mayor mortalidad, expresada como el total de fallecidos por 100.000 habitantes, en el interior peninsular, Soria, Segovia y Ciudad Real alcanzan valores entre 200 y 260 fallecidos por 100.000 habitantes frente a los 62,8 de la media nacional. En valores absolutos destacan la provincia de Barcelona y la de Madrid, con 5.581 y 8.640 defunciones respectivamente. | Espacialmente se observa una mayor mortalidad, expresada como el total de fallecidos por 100.000 habitantes, en el interior peninsular, Soria, Segovia y Ciudad Real alcanzan valores entre 200 y 260 fallecidos por 100.000 habitantes frente a los 62,8 de la media nacional. En valores absolutos destacan la provincia de Barcelona y la de Madrid, con 5.581 y 8.640 defunciones respectivamente. |
Revisión del 09:39 30 nov 2021
La pandemia COVID-19 en España. Primera ola: de los primeros casos a finales de junio de 2020
Monografías del Atlas Nacional de España. Nuevo contenido
Estructura temática > La pandemia COVID-19 en España > Visión de conjunto > Indicadores epidemiológicos
El número de casos es el indicador que de manera más certera refleja la situación epidemiológica de cada momento, mientras que los datos de ingresos hospitalarios y fallecimientos se muestran con cierto retraso temporal. Además, esta información se ve condicionada por la capacidad diagnóstica del primer momento de la pandemia, cuando era aún muy limitada. Durante la primera ola de la pandemia se llegan a acumular hasta 73.103 casos en la provincia de Madrid, 46.989 en la de Barcelona y alrededor de 8.000 en las provincias de Bizkaia, Navarra, Valencia y Ciudad Real, siendo el mes de marzo el periodo de mayor incremento. En cifras relativas, se dibuja la concentración evidente en Álava, Bizkaia, Navarra y las provincias castellanas, donde se presenta una incidencia acumulada muy elevada. Destacan los valores de Ciudad Real, Albacete y el trayecto que une Salamanca-Madrid-Navarra (entre 1.000 y 3.000 casos por 100.000 habitantes), duplicando e incluso quintuplicando, en algún caso, la cifra media correspondiente al conjunto de España (577,8). Las provincias que presentan una menor incidencia acumulada, en cifras absolutas y relativas, son las dos que conforman el archipiélago canario, las andaluzas, Asturias, Badajoz y Murcia.
El impacto que tuvo la primera ola de la pandemia entre los profesionales sanitarios fue muy elevado, uno de cada cinco casos identificados era sanitario, recayendo una buena parte de este impacto en las mujeres, al estar este colectivo ampliamente feminizado. Parece lógico vincular este hecho a la inmediatez de la afección, unido al complicado abastecimiento de equipos de protección individual, así como al desconocimiento inicial del comportamiento del propio virus; también a la facilidad de acceso al diagnóstico en este colectivo. El momento de mayor contagio de personal sanitario fue marzo. Los sanitarios contagiados durante la primera ola de la pandemia llegan a alcanzar cifras elevadas: 15.344 casos en la provincia de Madrid, 3.354 en la de Barcelona, alrededor de 2.000 en la de Bizkaia, y de 1.000 en las de Valencia y Ciudad Real. En términos proporcionales (sanitarios contagiados respecto al total de casos), superan en más de 5 puntos porcentuales al total nacional (15,3%) provincias como Bizkaia, Álava, Cuenca y Granada (entre el 20 y el 25%), incluso van más allá del 25% Asturias, Santa Cruz de Tenerife, Tarragona y Guadalajara.
Las provincias que presentan una tasa de hospitalización por COVID-19 más elevada durante estos meses (hospitalizados por 100.000 habitantes) son Soria, Segovia, Madrid, Cuenca, Ciudad Real y Albacete. Es un patrón, en gran medida, coincidente con la distribución de la incidencia acumulada. En estos casos, el valor de la tasa (entre 500 y 800) duplica el correspondiente al total nacional (232,8). El resto de provincias castellanas, Bizkaia, Álava, Navarra y La Rioja también presentan valores superiores a este total nacional y son más bajas las provincias costeras del noroeste y sur peninsular. En cifras absolutas, se alcanzan casi las 40.000 hospitalizaciones en la provincia de Madrid, 18.000 en la de Barcelona y en torno a 3.000 en Bizkaia, Valencia y Ciudad Real. Por su parte, las cifras acumuladas de ingresos en Unidades de Cuidados Intensivos por COVID-19 llegan a alcanzar máximos en la provincia de Madrid de 3.105, 1.373 en la de Barcelona y alrededor de 300 en las de Valencia, Alicante y Zaragoza. En términos proporcionales (ingresados en la UCI respecto a hospitalizados por COVID-19), la distribución se invierte respecto a la variable anterior. Destaca Las Palmas de Gran Canaria con el porcentaje más elevado, superior al 20%.
La evolución de fallecidos por COVID-19 presenta el incremento más acusado entre los días 14 y 30 de marzo, pasando de 108 a 913 decesos y se mantienen superiores a 600 hasta el 11 de abril. La mortalidad de personas mayores de 80 años es similar, alcanza máximos de 500 entre el 27 de marzo y el 8 de abril. A partir del 2 de mayo el total de fallecidos y los fallecidos mayores de 80 años va decreciendo desde los 200 casos a menos de 50 durante el mes de junio.
Espacialmente se observa una mayor mortalidad, expresada como el total de fallecidos por 100.000 habitantes, en el interior peninsular, Soria, Segovia y Ciudad Real alcanzan valores entre 200 y 260 fallecidos por 100.000 habitantes frente a los 62,8 de la media nacional. En valores absolutos destacan la provincia de Barcelona y la de Madrid, con 5.581 y 8.640 defunciones respectivamente.
La importancia de ejercer una protección específica a los colectivos más vulnerables y con mayores factores de peligro es una de las enseñanzas más provechosas de la experiencia vivida. La pirámide de población fallecida por COVID-19 es bien clara: véase las franjas de los hombres a partir de 75 años y de las mujeres de 85 años y más. Las provincias del interior del tercio norte peninsular registran la mayor proporción de personas mayores fallecidas (valores superiores al 70%), siendo 62,6% para el conjunto nacional. Esta distribución, como cabía esperar, coincide en ese ámbito septentrional mucho más envejecido.
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