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Discusión:Prehistoria

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Mientras tanto, el centro de la Península recibía con mucha mayor lentitud los cambios tecnológicos y sus poblaciones no alcanzarían la prosperidad y el auge de la zona meridional. La ocupación del espacio se produce a través de una proliferación de pequeños poblados amurallados, como es el caso de la cultura de Soto de Medinilla en el valle del Duero, que toma su nombre del yacimiento vallisoletano mejor estudiado.
Durante la segunda [[Archivo:Espana Segunda-Edad del Hierro (500 a.C. –años previos a la ya cercana romanización) se generaliza por toda la Península el uso del hierro y aumenta la cantidad y variedad -de herramientas. En este periodo surgen nuevas estructuras sociales y económicas que, sobre el sustrato de las poblaciones de la etapa anterior, dan origen a la configuración cultural y territorial peninsular descrita por los escritores grecolatinos, principalmente Plinio y Estrabón, sobre la que se asienta posteriormente el progresivo proceso de aculturación iniciado por Roma. Historiadores y arqueólogos han puesto de manifiesto la dificultad de relacionar los datos que aportan los restos materiales con las informaciones que proporcionan las fuentes historiográficas y literarias, muchas veces confusas y contradictorias. No obstante, la arqueología viene realizando un esfuerzo importante por definir la distribución cultural de los pueblos prerromanos, de acuerdo con los datos que las investigaciones sacan a la luz, como se refleja en el mapa Segunda Edad del -Hierro. -Pueblos -prerromanos, donde se presenta la ubicación de los principales yacimientos arqueológicos o lugares de asentamiento identificados en la península ibérica, en relación con las áreas asignadas tradicionalmente por la bibliografía a los grandes grupos étnicos. Este 2014 mapa, y la información anexa a él, ha de contemplarse teniendo en cuenta que los límites de los diferentes espacios ocupados por estos grupos de población son generalmente difusos, las interrelaciones socioeconómicas son constantes y sus áreas territoriales sufren procesos de contracción y expansión a lo largo de los siglos, como sucede por ejemplo con lusitanos y vetones13985-00 spaEn el sur y levante el influjo jpg|center|thumb|300px|Mapa de la aculturación colonial griega sobre sustratos sociales anteriores da lugar a la cultura ibérica, conformada por grupos diferenciados: turdetanos, bastetanos, oretanos, túrdulos, contestanos, edetanos, ilercavones, ilergetes, cesetanos, layetanos, indigetes... Su preponderancia en la Península (no en balde denominada ibérica), se explica por su intensa actividad comercial, el perfeccionamiento segunda Edad de las técnicas agropecuarias y su especialización en cultivos típicamente mediterráneos (cereales, vid, olivo), así como por el desarrollo de una metalurgia del hierro especializada y por el crecimiento de su población, que confiere a todo el litoral mediterráneo una mayor densidad demográfica. Sus cultos y ritos funerarios (incineración) revelan una organización bien estructurada y una evolución social e ideológica hacia un mayor grado de desarrollo. Los pueblos de esta cultura protagonizaron la culminación del proceso de urbanización de la sociedad peninsular con la introducción del sistema palacial. Llegaron a la creación de importantes obras de arte, como las damas de Elche (Alicante), Baza (Granada), Guardamar (Cabezo Lucero, Alicante) o Cerro de los Santos (santuario desaparecido cerca de Yecla) y a la creación de primorosos trabajos de orfebrería de oro y plata (tesoros de Jávea, Alicante y Cástulo, en Linares, Jaén). Incluso dispusieron de un alfabeto, todavía no desentrañado, cuyo uso se extendió por el sur de Francia hasta que llegó, con la romanización, el alfabeto y la lengua latina. El resto de la Península estaba ocupado por un conjunto de pueblos de raíz indoeuropea, con mayor o menor grado de influencia celta: en la Meseta, celtíberos, vacceos y vetones; en la fachada atlántica, célticos del sudoeste, lusitanos y grupos castreños del noroeste; y en el norte, astures, cántabros, autrigones, várdulos, caristios y berones. A estos hay que añadir los vascones, ubicados en el Pirineo navarro.Pese a las variedades regionales, los más recientes estudios sobre ocupación del territorio muestran, en general, un progresivo incremento demográfico en estas áreas durante el Hierro II, con proliferación de poblados amurallados que agrupan una mayor concentración de población. Algunos dieron lugar, especialmente a partir del siglo II a.C., a la creación de óppida, auténticos centros urbanos con funciones administrativas y de control del territorio que, con la ocupación romana, se convirtieron en civitates. La economía es pastoril, complementada con una agricultura de subsistencia basada en el cereal de secano, particularmente en las cuencas del Duero o del Ebro. Cerámica y metalurgia (armas, fíbulas, brazaletes…) alcanzan un notable desarrollo, así como los intercambios comerciales a los que ya se ha aludidoPueblos prerromanos. Entre las manifestaciones artísticas son reseñables los verracos del área vetona y las estelas cántabrasEspaña.]]
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Durante la segunda Edad del Hierro (500 a.C. –años previos a la ya cercana romanización) se generaliza por toda la Península el uso del hierro y aumenta la cantidad y variedad de herramientas. En este periodo surgen nuevas estructuras sociales y económicas que, sobre el sustrato de las poblaciones de la etapa anterior, dan origen a la configuración cultural y territorial peninsular descrita por los escritores grecolatinos, principalmente Plinio y Estrabón, sobre la que se asienta posteriormente el progresivo proceso de aculturación iniciado por Roma.
 
Historiadores y arqueólogos han puesto de manifiesto la dificultad de relacionar los datos que aportan los restos materiales con las informaciones que proporcionan las fuentes historiográficas y literarias, muchas veces confusas y contradictorias. No obstante, la arqueología viene realizando un esfuerzo importante por definir la distribución cultural de los pueblos prerromanos, de acuerdo con los datos que las investigaciones sacan a la luz, como se refleja en el mapa Segunda Edad del Hierro. Pueblos prerromanos, donde se presenta la ubicación de los principales yacimientos arqueológicos o lugares de asentamiento identificados en la península ibérica, en relación con las áreas asignadas tradicionalmente por la bibliografía a los grandes grupos étnicos. Este mapa, y la información anexa a él, ha de contemplarse teniendo en cuenta que los límites de los diferentes espacios ocupados por estos grupos de población son generalmente difusos, las interrelaciones socioeconómicas son constantes y sus áreas territoriales sufren procesos de contracción y expansión a lo largo de los siglos, como sucede por ejemplo con lusitanos y vetones.
 
En el sur y levante el influjo de la aculturación colonial griega sobre sustratos sociales anteriores da lugar a la cultura ibérica, conformada por grupos diferenciados: turdetanos, bastetanos, oretanos, túrdulos, contestanos, edetanos, ilercavones, ilergetes, cesetanos, layetanos, indigetes... Su preponderancia en la Península (no en balde denominada ibérica), se explica por su intensa actividad comercial, el perfeccionamiento de las técnicas agropecuarias y su especialización en cultivos típicamente mediterráneos (cereales, vid, olivo), así como por el desarrollo de una metalurgia del hierro especializada y por el crecimiento de su población, que confiere a todo el litoral mediterráneo una mayor densidad demográfica. Sus cultos y ritos funerarios (incineración) revelan una organización bien estructurada y una evolución social e ideológica hacia un mayor grado de desarrollo. Los pueblos de esta cultura protagonizaron la culminación del proceso de urbanización de la sociedad peninsular con la introducción del sistema palacial. Llegaron a la creación de importantes obras de arte, como las damas de Elche (Alicante), Baza (Granada), Guardamar (Cabezo Lucero, Alicante) o Cerro de los Santos (santuario desaparecido cerca de Yecla) y a la creación de primorosos trabajos de orfebrería de oro y plata (tesoros de Jávea, Alicante y Cástulo, en Linares, Jaén). Incluso dispusieron de un alfabeto, todavía no desentrañado, cuyo uso se extendió por el sur de Francia hasta que llegó, con la romanización, el alfabeto y la lengua latina.
 
El resto de la Península estaba ocupado por un conjunto de pueblos de raíz indoeuropea, con mayor o menor grado de influencia celta: en la Meseta, celtíberos, vacceos y vetones; en la fachada atlántica, célticos del sudoeste, lusitanos y grupos castreños del noroeste; y en el norte, astures, cántabros, autrigones, várdulos, caristios y berones. A estos hay que añadir los vascones, ubicados en el Pirineo navarro.
Pese a las variedades regionales, los más recientes estudios sobre ocupación del territorio muestran, en general, un progresivo incremento demográfico en estas áreas durante el Hierro II, con proliferación de poblados amurallados que agrupan una mayor concentración de población. Algunos dieron lugar, especialmente a partir del siglo II a.C., a la creación de óppida, auténticos centros urbanos con funciones administrativas y de control del territorio que, con la ocupación romana, se convirtieron en civitates. La economía es pastoril, complementada con una agricultura de subsistencia basada en el cereal de secano, particularmente en las cuencas del Duero o del Ebro. Cerámica y metalurgia (armas, fíbulas, brazaletes…) alcanzan un notable desarrollo, así como los intercambios comerciales a los que ya se ha aludido. Entre las manifestaciones artísticas son reseñables los verracos del área vetona y las estelas cántabras.
{{ANEAutoria|Autores= María Sánchez Agustí, José Antonio Álvarez Castrillón, Mercedes de la Calle Carracedo, Daniel Galván Desvaux, Joaquín García Andrés, Isidoro González Gallego, Montserrat León Guerrero, Esther López Torres, Carlos Lozano Ruiz, Ignacio Martín Jiménez, Rosendo Martínez Rodríguez, Rafael de Miguel González}}
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