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El poder cartaginés estaba condicionado por un tratado de límites fijado en el 226 a.C., que establecía el Ebro como su máxima expansión hacia el norte. Fue el séptimo tratado entre romanos y cartagineses. En 219-218 a.C. Aníbal toma por asalto Sagunto que, aunque situada al sur del Ebro, era aliada de Roma. El Senado conoció con indignación el heroísmo de los saguntinos, que prefirieron suicidarse e incendiar la ciudad antes que rendirse y su conquista se consideró un ''casus belli''.
Pero Aníbal se adelanta, cruza el Ebro y se dirige a Italia en una expedición mítica que atraviesa los Pirineos y los Alpes, con sus cuarenta elefantes de guerra legendarios. La reacción de los romanos, derrotados en cuatro memorables batallas, es un modelo de estrategia militar. Mientras Aníbal, acantonado en Capua, no se decide a tomar Roma por asalto, un ejército dirigido por Cneo y Publio Cornelio Escipión, desembarca en Emporiom (Empúries, Girona, 218 a.C.) para cortar los suministros que le enviaba su hermano Asdrúbal Barca. Y en una campaña de batallas sucesivas –Carthago Nova en 209, Baecula Baécula en 208, Ilipa en el 206, Gadir (Cádiz) en 205 a.C.– este ejército expedicionario logra destruir y sustituir al imperio cartaginés en la Península.
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