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Discusión:Actividades agrarias

37 bytes añadidos, 16:35 1 mar 2023
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{{ANETextoEpigrafe|epigrafe=Prados y pastizales}}
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|left|thumb|300px|Mapa de superficies de prados y pastizales. 2018. España]]
Las zonas que presentan como uso principal los pastos suponen en la actualidad cerca del 19% de la superficie nacional. En realidad, se trata de formaciones notablemente diversas tanto desde el punto de vista florístico como de su funcionalidad dentro de los sistemas agrarios. Es indudable que existe un vínculo entre este tipo de cubierta del suelo y los usos pecuarios, hasta el punto de que en buena medida el mantenimiento de prados y pastizales es básicamente posible gracias al pastoreo más o menos reiterado.
En los últimos decenios la extensión ocupada por estos herbazales se ha mantenido bastante constante, pero con una tendencia general ligeramente decreciente en el conjunto del país. Esta situación está relacionada con los procesos de abandono o extensificación que están teniendo lugar en muchas zonas rurales, en los que estas superficies actúan frecuentemente como un paso intermedio entre los terrenos cultivados y los de carácter más montaraz, aunque es evidente que también algunos antiguos pastizales, ante la falta de presión ganadera y manejo humano, se embastecen y se ven invadidos por el matorral.
El peso superficial de las zonas donde predominan los pastos es especialmente pequeño en Illes Balears, provincias de Cataluña y la Comunitat Valenciana, Murcia, Cuenca y Albacete, lo que parece bastante congruente con la idea preconcebida que tenemos de territorios que pueden tener dificultades para ser la base de la actividad ganadera (mapa Superficie con uso principal pastos).
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|right|thumb|300px|Gráfico de la evolución de la superficie con uso principal pastos. 2014 a 2019. España]][[Archivo:Enelaboracion.jpg|right|thumb|300px|Mapa de superficie con uso principal pastos. 2018. España]]
Por el contrario, las provincias que presentan porcentajes más elevados de prados y pastizales sobre el total de superficie geográfica delatan, de alguna manera, la diversidad mencionada más arriba: en Ávila, Almería, Cantabria, Teruel, Salamanca, Zamora, Cáceres y Las Palmas estos terrenos suponen más del 30% de su respectiva extensión, pero obviamente representan ámbitos contrastados en lo que respecta a las condiciones naturales, la estructura de las explotaciones agrarias o las posibles modalidades pecuarias.
En la España atlántica los prados que se localizan normalmente por debajo de los 600 metros de altitud; son los terrenos pratenses de mayor calidad y producción, que suelen recibir uno o varios cortes a lo largo del año. A mayor altitud en la montaña cantábrica y en los Pirineos, los prados de siega de los valles húmedos también presentan buenos rendimientos, pero sólo suelen segarse una o, a lo sumo, dos veces al año. Por su parte en las áreas supraforestales aparecen los pastos de altura, tradicionalmente aprovechados por la ganadería trashumante en distintos sistemas montañosos durante la época de verano. En muchos lugares estas fórmulas históricas de pastoreo o se han debilitado notablemente o han desaparecido y han sido sustituidas por modelos en los que el ganado se mueve en un radio menor y las especies utilizadas son también distintas de lo que era habitual.
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|left|thumb|300px|Gráfico de la evolución de la superficie uso principal pastos. España]]
Las dehesas o montes pastados son seguramente el espacio ganadero actual de mayor continuidad espacial, extensión y personalidad; su capacidad productiva es modesta si excluimos las riberas más húmedas, pero es el conjunto que soporta la parte más importante de la ganadería extensiva, situándose a lo largo de todo el occidente hispano, desde el sur de la provincia de Zamora hasta la baja Andalucía.
Si las dehesas no son sólo pastizales, sino también montes, matorrales y tierras de labor, asimismo hay otros espacios ganaderos, normalmente temporales, en los que los pastizales son insuficientes para el mantenimiento de los animales y son complementados con las rastrojeras, los barbechos y los posíos. Así, en algunas zonas agrícolas los terrenos que no convenía arar por exceso de humedad (navas o valles entrepañados) o por su escaso potencial se mantuvieron como prados y eriales, y han sido el tradicional sostén del ganado de labor y, sobre todo, de los rebaños de ovino que aprovechaban la derrota de mieses.
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{{ANETextoEpigrafe|epigrafe=Superficie forestal}}
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|left|thumb|300px|Mapa de superficie forestal arbolada. 2018. España]]
En la actualidad, alrededor del 55% del territorio nacional se considera terreno forestal. De estos 28 millones de hectáreas, más de 18 millones están ocupadas por montes arbolados y el resto por zonas de arbolado disperso, matorrales, pastizales y otras formaciones. España es así, dentro de la Unión Europea, el segundo país con mayor superficie forestal, únicamente superado por Suecia, y el cuarto si tenemos en cuenta la ocupación forestal en relación con su territorio, por detrás nuevamente de Suecia, Finlandia y Eslovenia. Esta singularidad hispana se relativiza si consideramos la superficie forestal per cápita, ya que en ese caso España es dentro de la Unión el noveno país, en todo caso ligeramente por encima de la media europea.
Esta situación actual es en buena medida resultado de la recuperación en los montes que se produce a partir de mediados del siglo XX, apoyada en el abandono de la agricultura marginal y en un relajamiento de la presión sobre los recursos forestales, como consecuencia de la generalización como fuentes de energía de la electricidad y los combustibles fósiles. De esta manera, la superficie forestal presenta una tendencia positiva en los últimos 50 años, con un incremento medio anual de cerca de 1.700 km<sup>2</sup>. Además, los terrenos arbolados crecen a mayor ritmo que el conjunto de la superficie forestal, de forma que en la actualidad representan más del 71% de esta, cuando no llegaban al 50% en los años 60 del siglo pasado.[[Archivo:Enelaboracion.jpg|right|thumb|300px|Mapa de superficie forestal arbolada por tipo de vegetación dominante]]
[[Archivo:Enelaboracion.jpg|left|thumb|300px|Gráfico de la evolución de la superficie forestal arbolada]]Este incremento de la superficie forestal y los cambios cualitativos ocurridos en ella suponen un enorme desafío para su gestión, si tenemos en cuenta el vaciamiento demográfico de una buena parte del mundo rural y lo que eso implica en términos de merma en el manejo de esas áreas. Tampoco se debe olvidar la invasión puntual, en el tiempo y en el espacio, por parte de la población urbana de ese territorio, con necesidades, exigencias y concepciones singulares, así como valorar la situación de cambio global, que amplifica los riesgos de estas masas vegetales desde distintas perspectivas.
La localización del espacio forestal se explica fundamentalmente por el uso secular del suelo, que a su vez ha estado condicionado por el relieve; la fisiografía explica, pues, mejor que las cuestiones socioeconómicas o demográficas, la configuración geográfica del ámbito forestal y lo acontecido durante las últimas décadas ha profundizado aún más esta lógica. En consecuencia, no existe una relación directa, por ejemplo, entre el grado de desarrollo económico y la superficie forestal absoluta o relativa de cada zona. Así, si el País Vasco y Cataluña son las comunidades autónomas con el mayor porcentaje de superficie arbolada respecto a la geográfica, Canarias y el Principado de Asturias presentan los valores relativos más altos de superficie forestal total.

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