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Los sistemas educativos de los países desarrollados se caracterizan por su gran complejidad, que se genera por la diversidad de las múltiples partes que los constituyen –alumnos, profesores, centros y su equipamiento, instituciones y otras organizaciones, servicios…– y de la variada red de interacciones que aquellos mantienen con otras esferas de la sociedad. Entre ellas, cabe destacar: la evolución de la población, que afecta al número potencial de alumnos; la marcha de la economía, que influye en la disponibilidad de recursos; los avances científico-tecnológicos que han revolucionado los modos y medios de la educación; o las ideologías, que conforman las ideas, fines y principios de la educación. El territorio es también una dimensión fundamental de los sistemas educativos, entendido no como mero soporte de los centros educativos, sino como recurso educativo y como marco de articulación del sistema educativo, el cual es, al mismo tiempo, un elemento importante de estructuración territorial.
En consecuencia, nuestro sistema educativo suele estar sujeto a los vaivenes de los ciclos económicos, de la ideología de los partidos en el [https://administracion.gob.es/pagFront/espanaAdmon/directorioOrganigramas/gobiernoEstado/gobiernoEstado.htm#.XOus-hYzYkI gobierno del Estado] o las comunidades autónomas, de los flujos migratorios, o del ritmo de la urbanización. {{ANEAutoria|Autores=Pedro Reques Velasco, Severino Escolano Utrilla}}
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