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[[Archivo:Espana Poblacion-y-densidad-de-poblacion 1900 mapa 14663 spa.jpg|right|thumb|none|300px|Mapa de población y densidad de población. 1900. España. [http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/busquedaRedirigida.do?ruta=PUBLICACION_CNIG_DATOS_VARIOS/aneTematico/Espana_Poblacion-y-densidad-de-poblacion_1900_mapa_14663_spa.pdf PDF]. [http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/busquedaRedirigida.do?ruta=PUBLICACION_CNIG_DATOS_VARIOS/aneTematico/Espana_Poblacion-y-densidad-de-poblacion_1900_mapa_14663_spa.zip Datos] [https://interactivo-atlasnacional.ign.es/index.php#c=indicator&i=r_3_t.r_3_t&i2=c_43_t.c_43_t&s=1900&s2=1900&t=A02&t2=A02&view=map9 Interactivo. ]]]
Por lo que concierne a los principales territorios afectados, China pasó de ser el origen del problema a ocupar una posición muy modesta en el ''ranking'', con lo que no aparece en el gráfico. En una posición intermedia, se sitúan los países europeos con mayor impacto de la primera ola: Italia, España y el Reino Unido. Aunque su número total de casos no destaque en la imagen, la incidencia relativa de la enfermedad ha sido y es muy elevada. Entre los territorios que sobresalen por su volumen de infectados, Estados Unidos se situó, desde finales de marzo, como el líder mundial de enfermos por la pandemia y a mediados de mayo Brasil se coloca en la segunda posición. Estas dos naciones con más de 500 millones de habitantes conjuntamente han encabezado claramente las estadísticas desde ese momento y, junto con Chile, país poco poblado, pero con una incidencia altísima, permiten entender que América sea el continente más golpeado por el COVID-19. En otras naciones muy importantes, como India o Rusia, el número de casos es alto, evolucionaron con una pauta creciente hasta un posterior control relativo, para situarse casi siempre entre los cinco países con superior número de casos por el virus.
El virus SARS-CoV-2 se presentó en China como un problema grave de salud. A partir de los escasos datos disponibles de ese país, se cartografía su difusión desde el foco original de Wuhan hacia otras regiones metropolitanas muy importantes, en particular Shanghai, el delta del río Perla (Guangzhou, Hong Kong, Shenzhen, etc.) y Chongqing. Esta expansión ha sido analizada a través del uso frecuente de transportes públicos, sobre todo el tren de alta velocidad, y explica que la pandemia pronto se generalizase a todo este extenso territorioy, y desde sus aeropuertos internacionales , al resto del mundo. La propagación de la pandemia se puede observar perfectamente en el mapamundi donde se representan los casos por países, diferenciando la contabilidad mensual desde febrero hasta inicios de julio. De nuevo se aprecia que el foco inicial del oriente asiático muy pronto quedó en segundo plano. También se puede ver una extensión y notable incidencia del virus en Europa occidental y progresivamente en distintos países asiáticos. Por último, se observa el record de casos de Estados Unidos y Brasil. Como se ha indicado, el enorme impacto en toda América simplemente se ha retrasado unas semanas respecto a las demás regiones del mundo.
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La escala mundial y el mapa político por países hace posible observar datos muy relevantes para comprender la dimensión de la primera ola de la pandemia. De esta forma, se han elaborado tres figuras con valores fundamentales para entender su magnitud. Por una parte, se cartografía el personal sanitario por países, el total de casos de COVID registrados entre enero y junio, y finalmente el número de fallecidos.
En el mapa de ''personal sanitario'', se debe precisar que se basa en los datos que las Naciones Unidas han podido recopilar por países, con valores que pueden corresponderse casi siempre a distintas anualidades del último decenio iniciado en 2010, con 2018 como fecha más reciente. En segundo lugar, se considera personal sanitario a médicos y personal de enfermería, excluyendo a otras categorías laborales que pueden relacionarse con la actividad (auxiliares clínicos, trabajadores de farmacia, etc.), pero con una vinculación menos directa con el tratamiento de una pandemia. La principal idea que se extrae de este mapa es la existencia de un marcado contraste norte-sur en la distribución de estos valores, fundamentales para comprender cómo se puede hacer frente a esta infección de una forma eficiente.
En el norte, esto es , entre los países que presentan tanto un total como un número relativo de sanitarios por habitante elevado a nivel global, se encuentran toda Europa, América del Norte, Oceanía y una serie de naciones de América del Sur y del mundo árabe, que pueden llamar la atención por sus valores bastante positivos. En estos casos, las cifras favorables reflejan tanto un cierto progreso del sistema de salud como un porcentaje de personal de enfermería bastante superior en el conjunto de sanitarios contabilizados. Entre los mejores datos destacan los correspondientes a Noruega, Suecia, Finlandia, Alemania, Suiza y Estados Unidos, a los que sorpresivamente se suman Chile (con una red privada de atención muy extensa), Lituania y Bielorrusia (quizás como herencia del modelo soviético). Un valor un tanto llamativo es el nivel medio de sanitarios por población en China, registro similar al de India y buena parte de los países de América Latina. Por último, la menor disponibilidad de personal sanitario corresponde en general, y como era previsible, al África subsahariana, con alguna excepción de países menos precarios como Botswana, Zambia, Gabón o Ghana.
Como se ha repetido insistentemente en los medios de comunicación, el mayor número absoluto de infectados desde esta primera ola de la pandemia se localiza en Estados Unidos, Brasil, India y Rusia. Es lógico que esto ocurra teniendo en cuenta la población total de estas cuatro naciones. Sin embargo, es muy llamativo que países con menos de 70 millones de habitantes, como Reino Unido, Francia, Italia, España, Chile, Perú o Arabia Saudí alcanzasen tantos casos. Este hecho podría relacionarse con las elevadas densidades demográficas de las ciudades y espacios urbanos, donde reside buena parte de su población, y con la falta de una respuesta efectiva a la propagación del COVID durante las primeras semanas en que el virus se extendió por sus territorios.
Por lo que se refiere a la incidencia de casos sobre el efectivo humano total, Estados Unidos, Brasil, Perú, Chile, España, Bélgica, Suecia, Bielorrusia, Omán y Arabia Saudí son los países con peores registros. A este respecto, cabe destacar que estas naciones coinciden, en su mayoría, con aquellas que contabilizaban más infecciones, aunque también se debe señalar que en ejemplos como Estados Unidos, Brasil y Bielorrusia la existencia de presidentes y administraciones negacionistas de la pandemia hayan podido contribuir a su propagación, mientras que, en Suecia, quizás haya sido la aplicación de una normativa muy laxa de confinamiento, buscando la supuesta inmunidad grupal, la que haya influido. Entre los territorios con menos casos de COVID en esta primera ola, se deben diferenciar dos situaciones. La primera, correspondiente a países donde los registros de la enfermedad son muy deficientes por falta de recursos y la combinación de este virus con otras enfermedades crónicas (ébola, malaria, fiebre amarilla, etc.), como sucede en el África subsahariana o en determinados países de América del Sur y de Asia (Paraguay, Guyana, Venezuela, Laos, Camboya, etc.). La segunda, representativa de países y sociedades donde la expansión del virus ha sido controlada con medidas de aislamiento muy duras y cierta ejemplaridad en el comportamiento de la población, como el conocido caso de China en donde surgió el virus, pero también los de Corea del Sur (República de Corea), Japón, Taiwan, Nueva Zelanda o Australia, por citar cuatro ejemplos sobresalientes.
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A lo largo de esta primera ola, el desconocimiento de un nuevo virus, la escasez de equipos médicos y de prevención para impedir el contagio, y la ausencia de tratamientos hospitalarios específicos, provocó un índice de mortalidad o letalidad muy elevado entre los infectados. Una tasa que se situó en el 5% en estos primeros meses y que se ha ido reduciendo con posterioridad. Desde julio de 2020 han mejorado mucho los tratamientos y el personal sanitario cuenta con los equipos necesarios para evitar contaminarse. Otro factor que influyó enormemente en el elevado número de fallecidos fue el envejecimiento demográfico general. Los hombres de más de 70 años y las mujeres con los 80 cumplidos, conjuntamente, han supuesto casi el 80% de los fallecidos por la pandemia a nivel mundial. Por lo tanto, las sociedades envejecidas, con numerosas personas que tenían previamente sus organismos debilitados, han notado más los efectos letales de la enfermedad que otras caracterizadas por su juventud.
Si se tienen en cuenta estas consideraciones, se comprende perfectamente el contenido del mapa mundial de fallecidos ''Fallecidos por COVID-19''. La mortalidad por 100.000 habitantes destaca en cinco países europeos (España, Italia, Reino Unido, Bélgica y Suecia), donde el factor envejecimiento predominó sobre el funcionamiento de sistemas sanitarios, por lo general eficientes, que en estos meses se vieron sorprendidos. En lo que concierne al número absoluto de decesos Estados Unidos y Brasil sobresalen a nivel global, aunque la importancia de los mismos sobre la población total sea menor que en el conjunto de Europa Occidental. La realidad opuesta del mapa es reflejada por China (aunque muchos autores han dudado de la completa fiabilidad de sus datos) y , en general, toda Asia y África. Por último, cabe señalar que, en Europa Oriental, si bien las cifras de la primera ola fueron modestas, la situación se ha agravado con posterioridad.
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