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Discusión:Geofísica

98 bytes añadidos, 09:11 16 oct 2024
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Pero es en la corteza y parte superior del manto, en la llamada litosfera, donde se producen la mayoría de los terremotos. Esta capa sismogénica más rígida y frágil tiene un espesor medio de unos 50-100 km y está fragmentada en bloques llamados placas litosféricas o placas tectónicas. Estas placas están en continuo movimiento, y se desplazan unas respecto de otras a velocidades que van desde unos pocos mm al año a varios cm al año, sobre otra capa más dúctil del manto denominada astenosfera. Este desplazamiento genera deformaciones que se han acumulado a lo largo de cientos y miles de años, especialmente a lo largo de los bordes de las placas. Este movimiento es el responsable de la mayor parte de la sismicidad, vulcanismo, fenómenos geológicos y orogénesis que ocurren en la Tierra.<br>
Los esfuerzos acumulados en las placas debidos a su movimiento también producen fallas, fracturas que limitan bloques de corteza que se desplazan uno respecto al otro. Es el desplazamiento brusco de los bloques de una falla lo que origina los terremotos, y el foco sísmico es el lugar donde se inicia este desplazamiento o ruptura.<br>
Las primeras determinaciones del punto donde se produce un terremoto (foco o hipocentro) y su proyección sobre la superficie (epicentro) se basaban en el estudio de la distribución de los daños producidos en los edificios, en el terreno o en las personas, y situaban el epicentro en la zona de mayor daño (epicentro macrosísmico). Con el desarrollo del instrumental sismológico, la determinación del foco sísmico se realiza a partir de los registros de las ondas que produce un terremoto y su localización se define por los siguientes parámetros: hora origen, coordenadas geográficas del epicentro y profundidad del foco. La primera forma que se definió para cuantificar el tamaño de un terremoto fue a partir de los daños ocasionados. En estas observaciones está basado el concepto de intensidad macrosísmica, que se evalúa asignando a cada lugar el grado de una escala elegida que mejor refleje los efectos del terremoto en ese lugar. Existen varias escalas macrosísmicas; en Europa se utiliza actualmente la ''European Macroseismic Scale '' (EMS-98), que clasifica los efectos en 12 grados, desde el grado I - “no se ha sentido” hasta el grado XII - “totalmente devastador”.<br>
La intensidad es una medida del movimiento del suelo en cada lugar y tiene gran interés en sismología y en particular en ingeniería, pero no da una idea precisa de la energía liberada por un terremoto, pues un terremoto muy superficial puede producir intensidades muy altas y sin embargo liberar una energía muy pequeña.<br>
Por esta razón, para medir el tamaño de un terremoto es necesario cuantificar, de una forma instrumental, la energía que se libera en el foco. Esta idea llevó a C. F. Richter en 1935 a la creación de la escala de magnitudes, relacionada con la energía liberada en el foco en forma de ondas elásticas, y que está basada en que la amplitud de las ondas sísmicas. Hay distintos tipos de escalas de magnitud dependiendo del tipo de onda sísmica analizada, y cada una es más adecuada para un tipo de terremoto. La más conocida es la magnitud local de Richter ML, definida utilizando un determinado terremoto como patrón para ser usada en terremotos registrados a pequeñas distancias epicentrales, pero actualmente se utilizan otras escalas de magnitud, preferentemente la magnitud momento Mw, propuesta por Hanks y Kanamori en 1979. La ventaja de esta escala de magnitud es que no se satura para grandes terremotos y además tiene una relación directa con la física de la fuente. Las escalas de magnitud son logarítmicas, es decir, los valores de magnitud son proporcionales al logaritmo de la energía liberada. Así, un terremoto de magnitud 6, por ejemplo, es aproximadamente 32 veces mayor, en términos de energía, que uno de magnitud 5.<br>
La ocurrencia de terremotos de gran magnitud cercanos a zonas pobladas o de gran desarrollo industrial no preparadas para sus posibles efectos, puede llegar a producir numerosos daños en edificaciones e infraestructuras y graves consecuencias sociales y económicas. Se deben estudiar y adoptar medidas de prevención que permitan reducir estos efectos lo máximo posible. Un primer paso es la realización de estudios de peligrosidad sísmica, cuyo fin es evaluar la probabilidad de que se pueda exceder un nivel de movimiento del suelo en un lugar dado y en un periodo de tiempo determinado, como consecuencia de la ocurrencia de terremotos. Los resultados obtenidos en estos estudios son clave en la preparación de normativas de construcción sismorresistente y en la elaboración de planes de emergencia sísmica, cuyo objetivo final va a ser la reducción del riesgo sísmico, es decir, la mitigación de daños y pérdidas materiales y humanas (ver mapa ''[[:Archivo:XXX|Peligrosidad sísmica]]'').<br>El seguimiento de la actividad sísmica en España se realiza desde principios del siglo XX mediante la Red Sísmica del IGN (ver mapas de estaciones mapa ''[[:Archivo:XXX|Estaciones sísmicas]]''). Las estaciones que conforman la red han evolucionado, gracias al desarrollo de la electrónica y de la informática, desde el inicio de los grandes observatorios a principios del siglo XX, con sismómetros de 1.000 kilos de masa, hasta estaciones de tamaño muy reducido, muy alta amplificación y poco mantenimiento. Actualmente el IGN mantiene una red de sismógrafos con transmisión digital en tiempo real a un centro de recepción y cobertura de todo el territorio nacional y una red de acelerógrafos. La nueva red de estaciones está diseñada con las siguientes características: transmisión digital a un centro de recepción (vía satélite, telefonía móvil o internet), cobertura de todo el territorio nacional, datos sísmicos digitales de alta resolución con tres componentes y banda ancha, y tiempo absoluto GPS/UTC. La red es la responsable de la observación y detección de los movimientos sísmicos ocurridos en territorio nacional y áreas próximas y permite la difusión de las características de los terremotos muy pocos minutos después de su ocurrencia. El centro de recepción de datos está operativo durante las 24 horas del día los 365 días del año, por turnos de personal cualificado que, en función del tamaño del terremoto, informa a los organismos competentes mediante un protocolo de actuación. Asimismo, toda la información sísmica que se genera es publicada, casi en tiempo real, en la [https://www.ign.es/web/ign/portal/sis-area-sismicidad página web del IGN], cuyo acceso es público. La base de datos del IGN contiene una gran cantidad de información que recoge la historia sísmica de España, desde documentos sobre terremotos históricos hasta las formas de onda digitales de los últimos terremotos. Esta información se representa en los mapas de sismicidad, donde se diferencian los terremotos de épocas históricas –entre 1048 y 1923 en la zona peninsular, y de 1341 a 1974 en Canarias–, y los de época instrumental hasta la actualidad.<br>
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